Ramón Vázquez, el ganadero gallego con 150 vacas y 6.000 litros de leche tirados al día por los paros del transporte

La industria láctea paraliza desde este jueves la recogida de leche en las explotaciones ganaderas de toda España, pero a la de Ramón Vázquez los camiones ya no llegan desde el pasado martes. La huelga del transporte por el alza de los precios del combustible los ha dejado paralizados en Ponferrada. Junto a su mujer y sus padres, Vázquez cuida de 150 vacas en el municipio coruñés de Arzúa a unos 170 kilómetros de distancia. Con la capacidad de almacenamiento desbordada hoy ha tenido que tirar los primeros litros a la fosa. Cada jornada que pase tendrá que deshacerse de 6.000 más. «Perdemos 2.000 euros cada día que no recogen la leche», lamenta el ganadero.

Aunque la producción no pueda venderse los costes de la explotación se mantienen.

La huelga del transporte ha venido a echar más leña al fuego a la crisis de precios que vive el campo. En Galicia sobreviven algo más de 6.500 explotaciones -en el año 2008 eran el doble- y la comunidad es la mayor productora de leche de España. Igual que a los transportistas, a los ganaderos también les afecta la subida del gasóleo. Pero además arrastran incrementos sin precedentes en la electricidad y la alimentación animal. Cada día, las vacas de la explotación de Ramón Vázquez consumen 1.200 kilos de pienso. «En el último mes la tonelada subió 100 euros, la comprábamos a algo menos de 300 euros y ahora cuesta ya 400», explica. Vázquez ha tomado la decisión de reducir la dosis diaria al ganado. Se lo comenta al veterinario que visita la explotación, que le advierte que tenga cuidado. «Los animales no van a tener problema porque les damos forraje», explica el ganadero. Los piensos sirven para aumentar la producción de leche y en estos momentos no interesa. Pero hay un peligro. «Si te pasas, después volver a recuperarla no es fácil», advierte el veterinario.

La situación es más complicada todavía en granjas de cerdos y pollos, más dependientes de los piensos. Las organizaciones agrarias convocaron este miércoles una rueda de prensa conjunta en la que denunciaron «que están al límite» y podrían producirse muertes de animales por falta de alimentación. Uno de los componentes fundamentales de los piensos es el maíz. El 40% del que se consume en Galicia cada año llega de Ucrania y las importaciones están paralizadas por la guerra. Entre enero y julio, explicaba a ABC hace unos días Bruno Beade, director de la Asociación Gallega de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales (Agafac), todo el maíz que entra en la Comunidad llega del país devastado por la invasión rusa. «Los fabricantes no tienen cereal para todas las explotaciones. Nosotros hicimos ya un encargo pero no sabemos lo que vendrá. Te traen un poco para ir tirando, pero no todo el necesario», explica Ramón Vázquez.

El ganadero, que envía su leche a Pascual, lleva tiempo vendiendo su producción a pérdidas, pese a que la recientemente aprobada ley de cadena alimentaria lo prohíbe. De media el año pasado, el litro se lo pagaron a algo menos de 33 céntimos. Tras las protestas de los últimos meses se había logrado en las negociaciones una subida hasta los 38 céntimos. Pero los últimos incrementos de costes tras el estallido de la guerra vuelven a poner contra las cuerdas al sector. «Si siguen así los precios de la luz, el gasóleo y los piensos nos vamos a quedar como antes. Lo comido por lo servido», lamenta. Para que las cuentas le salgan, el precio del litro de leche debería de subir al menos otros dos céntimos. En la aldea de Rendal cuando Vázquez era niño había hasta 15 familias dedicadas a la ganadería. Hoy apenas quedan cuatro. A los 18 años él decidió sumarse a la explotación de sus padres, pero la mayoría de jóvenes del lugar prefirieron dedicarse a otra cosa. «Tan mal como estamos ahora nunca me imaginé que estaríamos», confiesa Vázquez. Sabe que vienen días duros y habrá que «aguantar». «Nosotros somos una familia, si te vienen malas esperas sin ganar dinero, pero si tuviésemos que pagarles a empleados ya no podríamos hacerlo», concluye.