Uno de los militares rusos capturados por las tropas ucranianas ha comparecido hoy en rueda de prensa. Se trataría de un piloto, el teniente coronel Maxim Christopher, subcomandante del 47º Regimiento de Aviación, que ha confesado que ya en enero se les comunicó que iban a participar en la invasión de Ucrania y que, inmediatamente, comenzaron a prepararse bajo la apariencia de maniobras militares.
Llama la atención el hecho de que haya reconocido que sabía que en una de sus incursiones bombardeó zonas residenciales y no objetivos militares. Desde que empezó la guerra ha hecho tres vuelos, el primero el mismo 24 de febrero, cuando arrojó tres toneladas de bombas de alto explosivo sobre trabajadores del ejército ucraniano al sur de Balaklia; la segunda salida fue el 3 de marzo, soltando otras tres toneladas de explosivos sobre una columna de vehículos blindados ucranianos cerca de Izium. Según él, en ambos casos se dio en el blanco. El tercer ataque fue el que tuvo lugar el 6 de marzo, cuando dejó caer 4.000 kilos de bombas sobre barrios residenciales, tras lo cual fue derribado.
“Mientras realizaba la misión de combate, me di cuenta de que el objetivo no eran las instalaciones militares del enemigo, sino edificios residenciales y civiles, pero obedecí. Tras el bombardeo, fue derribado por las defensas aéreas ucranianas”, dijo el ruso.
Cuando los periodistas le preguntaron si habría seguido bombardeando edificios de apartamentos si no hubiese sido derribado, el piloto reconoció que “continuaríamos realizando misiones de combate, somos militares”. A pesar de ello, confesó que es posible no ejecutar órdenes penalmente punibles.
“Existe la posibilidad de no cumplir la orden, pero mostré debilidad y cobardía y cumplí esta terrible orden”, dijo el piloto capturado, tras lo cual se disculpó con el pueblo ucraniano y pidió a los soldados rusos que dejaran de ejecutar órdenes criminales y de hacer la guerra contra la población civil de Ucrania.
“Creo que ya hemos perdido esta guerra”, concluyó.
