La invasión de Putin empuja a Europa a internarse a toda prisa en la era de la Defensa

La cumbre informal de los líderes de la Unión Europea este jueves y viernes en Versalles podría acabar siendo recordada como la que dio el verdadero impulso a una Europa de la Defensa. La imagen de un continente que se despierta de una era de ingenuidad, forzado por la invasión rusa de Ucrania. Esta vuelta a lo que el presidente francés, Emmanuel Macron, calificó como los «momentos trágicos de la historia» ha sido el empujón final para que los Veintisiete se hayan comprometido a «aumentar sustancialmente los gastos de Defensa». Un rearme colectivo europeo como el primer paso hacia una autonomía energética, alimentaria y militar. «Un cambio tectónico en la historia europea», reza la declaración del encuentro.

Mientras, Rusia ha continuado con su ofensiva de bombardeos indiscriminados, sumando tres nuevas ciudades a su lita de objetivos, dos de ellas —Lutsk e Ivano-Frankivsk— a menos de 150 kilómetros de Lviv, centro neurálgico y operativo de la resistencia ucraniana en el oeste del país. El objetivo de los misiles, ha defendido el portavoz del ministro de Defensa ruso, Igor Konashenkov, era inutilizar aeródromos en ambas localidades del oeste ucraniano. En el este del país, las autoridades locales dijeron que tres misiles impactaron en la ciudad de Dnipro, destruyendo un bloque de viviendas y una guardería.

En el frente terrestre, el Ejército ruso mantiene su asedio al enclave portuario de Mariúpol, así como contra las ciudades de Krivói Rog, Kremenchuk, Nikópol y Zaporiyia. El convoy militar de 60 kilómetros de largo que desde hace días acecha Kiev se habría dividido y reagrupado en dos columnas para preparar su asalto a la capital, donde el presidente Volodímir Zelenski y su Estado Mayor gestionan la defensa del país.

Dos semanas después de que comenzara la invasión rusa de Ucrania, más de 2,5 millones de personas han abandonado el país. Las estaciones en Polonia siguen abarrotadas de ucranianos que buscan refugio o pasaje hacia otros países de Europa. En Przemysl, localidad más cerca de la frontera oeste de Ucrania, un flujo constante de trenes sigue llegando desde Lviv (Leópolis), cargados de refugiados, todo mujeres, menores y algún anciano. «Casi un tercio de los que han entrado por aquí son niños», asegura Katarina, una voluntaria polaca que tiende unos peluches a Ania y Tatiana, dos niñas de cinco y seis años. Vienen de Brody, cerca de Lviv, explica la madre. «La guerra ya está llegando al oeste», asegura.

Pero lo que realmente podría desequilibrar la contienda en el corto plazo es que se cumplan las advertencias de los servicios de inteligencia ucranianos sobre la posible entrada de Bielorrusia en el conflicto. El autócrata Aleksandr Lukashenko ha asegurado hoy en Moscú, tras reunirse con Putin, que Ucrania planea atacar Bielorrusia; pocas horas después, Kiev denunciaba que aviones rusos han bombardeado un poblado bielorruso en una operación de ‘falsa bandera’ que justifique la entrada de Minsk en la contienda reforzando la ofensiva del Kremlin.

En el frente económico, el G-7 acordó poner fin a las relaciones comerciales normales que mantenía con Moscú, buscando nuevos puntos de vulnerabilidad financiera con la esperanza de frenar la ocupación. Los socios de las siete naciones más ricas del planeta revocaron a Rusia la condición de «nación más favorecida», lo que repercutirá en mayores aranceles para las exportaciones rusas en varios países occidentales. También se cortó el acceso del Kremlin a líneas de financiación de entes internacionales como el FMI y el Banco Mundial. Aunque las sanciones difieren por país, EEUU y la UE anunciaron la prohibición para vender productos de lujo en el mercado ruso.

Por el momento, la avalancha de sanciones occidentales no parece surtir efecto en los planes de Putin, que la inteligencia estadounidense asegura van encaminados a la conquista y sometimiento total de Ucrania —con el consiguiente aumento de las víctimas civiles—. El mayor castigo a las arcas rusas está en el flanco energético, donde Estados Unidos, Canadá y Reino Unido ya han anunciado que detendrán la compra de petróleo y gas ruso (Londres lo hará progresivamente durante 2022). Sin embargo, la Unión Europea, principal cliente del gigante euroasiático, rompió la unidad de acción occidental al no poder permitirse seguir los pasos de sus aliados.

Rearme europeo

En la cumbre, los Veintisiete trataron de nuevo el tema de la independencia energética de Rusia, la cuestión de la adhesión exprés de Ucrania a la UE y asuntos de soberanía alimentaria y tecnológica. Pero el primero en aparecer en las diez páginas de declaración conjunta ha sido la Seguridad y la Defensa. Estaban allí para apretar el acelerador.

En los últimos días, varios Estados miembro han anunciado su intención de cumplir con el objetivo de la OTAN de destinar un 2% del PIB a gasto de DefensaAlemania ya anunció un plan de 100.000 millones de euros para modernizar su ejército. Pero, más allá de los casos particulares, se trata de un movimiento más amplio que está ganando tracción, en el que Finlandia y Suecia ven cada vez más sentido —y respaldo popular— a su eventual adhesión a la Alianza Atlántica y en la que Dinamarca ha convocado un referéndum el próximo 1 de junio para decidir si sigue queriendo estar fuera de la política de seguridad y defensa europea.

«Es importante, no solamente para los países que tenemos frontera con Rusia. Lo es para toda la Unión Europea. Somos más fuertes si todos los ejércitos son más fuertes», ha explicado Kaja Kallas, primera ministra de Estonia y una de las voces más autorizadas en el debate sobre qué actitud adoptar frente al Kremlin.

Los líderes han encargado a la Comisión Europea un análisis —que debe presentar a mediados de mayo— sobre dónde están las grandes carencias de inversión en cuestión de Seguridad y Defensa, y cómo solucionarlas. Ese documento servirá de base para que los jefes de Estado y de Gobierno discutan en detalle el asunto en una cumbre extraordinaria que se celebrará más tarde ese mismo mes. Para Francia, la cuestión de la defensa europea era central ya antes de la invasión rusa de Ucrania.

«Podemos ver cómo nuestra comida, nuestra energía, nuestra defensa son todos aspectos de nuestra soberanía. Queremos estar abiertos al mundo, pero queremos elegir a nuestros socios y no depender de nadie«, dijo Macron durante la cumbre. «La declaración de Versalles está ligada al hecho de que la soberanía en Europa, que podría ser vista por algunos como un eslogan o una fantasía francesa, es considerada hoy por todos nosotros como crucial», agregó.

¿Y esto cómo se paga?

Pero si bien hay un acuerdo total en que hay que avanzar en esa dirección, también hay consenso es muy caro. Cubrir esos agujeros de inversión costará miles de millones de euros y desde el Elíseo se había empezado a mover la idea de una suerte de nuevo Fondo de Recuperación financiado con deuda europea común, como el que se acordó en 2020 para reactivar la economía tras la pandemia, pero esta vez enfocado en Defensa y Energía, donde la Unión pretende recortar las importaciones de gas desde Rusia un 65% este mismo año y lograr la autonomía total en 2027.

Sin embargo, el propio equipo de Macron había empezado a ver que no había apetito en esta cumbre, donde se han confirmado las sospechas de que son muchas las capitales que no quieren oír hablar de la idea por el momento. Una fuente diplomática explicaba que se trata de un debate muy incipiente y que se trataba más bien de sembrar la idea de cara a los próximos meses.

«Una de las cosas que he planteado es que deberíamos hacer un uso máximo de los instrumentos existentes: el presupuesto de siete años existente y el Fondo de Recuperación existente que se acordó en el verano de 2020″, ha señalado por su parte Mark Rutte, primer ministro de Países Bajos, tradicionalmente uno de los Estados miembros más renuentes a estas propuestas. «Y, además, no se está implementando por completo (el Fondo de Recuperación), en absoluto, lo que ahora puede ser algo bueno porque tal vez podríamos redirigir o recanalizar y centrarnos más en los problemas en cuestión», ha asegurado el holandés.

La idea de reconducir el Fondo de Recuperación ha sido también propuesta por alguna fuente europea, aunque para algunos miembros representa un problema tras trabajar mucho sobre el modelo acordado en 2020. Macron ha preferido evitar referirse a la idea de un nuevo fondo, pero sí ha sugerido que el esfuerzo conjunto requeriría de soluciones de financiación comunes, dejando la discusión pendiente para el futuro. En este debate, el líder francés cuenta con el apoyo de algunos otros jefes de Gobierno, como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y se trata de un eje estratégico para algunos: la posibilidad de que los instrumentos de deuda conjunta para financiar prioridades europeas se conviertan en una herramienta permanente.

Cae la noche en Przemys y los dos últimos trenes del día se cruzan en este pequeño puesto de control fronterizo en medio de la nada. Uno, el que va a Polonia, cargado hasta el último asiento de mujeres y niños; el otro, destino Ucrania, prácticamente vacío, con algunas mujeres ucranianas que regresan para cuidar de sus familias y un buen puñado de voluntarios extranjeros, de Reino Unido, Sudán o Francia, dispuestos a alistarse por Ucrania. Según cifras de las autoridades ucranianas, más de 20.000 voluntarios habrían respondido al llamado de Kiev. Moscú también ha pedido refuerzos y 16.000 voluntarios «de Oriente Medio» están preparados para llegar al país y luchar junto a las fuerzas rusas.

«Rusia está reclutando sirioslos rusos han perdido tantos soldados porque no tenían experiencia, son apenas reclutas. Pero los sirios…», asegura Alex, un voluntario judío neoyorquino con experiencia militar en Siria con el Ejército de EEUU. «Esos llevan 10 años de guerra, son expertos. En lucha urbana también. La cosa se va a poner muy fea», vaticina.