Estamos acostumbrados a ver pasar el tiempo como si no tuviera nada que ver con nosotros pero… ¡Es nuestro tiempo!. ¡No tenemos otro y es limitado!. El tiempo no se puede comprar y es irrecuperable. Podemos repetir curso, pero no podemos repetir los doce años (?). Aquellas cosas que dejamos de hacer en un tiempo determinado, se quedan sin hacer y ello, condiciona la posibilidad de hacer cosas, que se podrán realizar o no, más adelante. Hay que aprovechar el tiempo, utilizarlo para hacer cosas que nos enriquezcan y nos mejoren como personas y ello, cada día, y todos los días de nuestra vida.
Las personas sólo tenemos tiempo para las cosas importantes, y el tiempo necesario para hacer lo que debemos que hacer. Ello no se nos debe olvidar nunca. Nos ayudará a seleccionar prioridades y a no desesperar.
Valorar el tiempo es una cosa urgente y necesaria. Sobre todo, en un mundo donde casi todo se orienta para “llenar” el tiempo de los demás con cosas que les entretengan y les ayuden a “pasar” el tiempo, a “matar” el tiempo.
La televisión con programas vacíos y sin sentido que, como poco, lo que consiguen es que perdamos el tiempo. Los videojuegos que nos “enganchan” de tal manera que pasamos las tardes sin darnos cuenta y son un montón de cosas las que dejamos de hacer porque no tenemos tiempo.
Las cosas, que ocupan el tiempo de manera fácil y sin esfuerzo, son las que se han convertido en uno de los mejores negocios -en esta- nuestra civilización del ocio. Lo malo del tema es, que ello nos deshumaniza, nos hace mas débiles y mas manipulables.
Nos gustaría hacer tantas cosas pero… nos falta tiempo. ¡No es cierto! Nosotros somos administradores de nuestro tiempo y podemos elegir donde lo invertimos. El problema es que administrarlo bien cuesta esfuerzo. Es mas fácil pasar la tarde delante del televisor que practicando para aprender a tocar la guitarra…
En nuestra vida hay cosas -que podemos hacer- que son importantes y otras que no son importantes y hay cosas que son urgentes y otras, que no lo son en absoluto. Bien pues, para dar una pista, diremos que: hemos de ocupar nuestro tiempo en las cosas importantes y, preferentemente, en las importantes no urgentes. Para que así, nunca lleguen a ser urgentes y no tensionen nuestras vidas. Las cosas no importantes, las haremos si nos sobra tiempo y, las urgentes no importantes, si nos da la gana. Porque, si no son importantes, no tienen porque ser urgentes.
Una cosa es segura, que: lo más importante de nuestra vida -cada día- hace referencia a Dios y a los demás y, para ello, siempre hemos de tener tiempo. Por eso, hemos de tener tiempo para rezar y tratar con el Señor y, por supuesto, para atender las necesidades de los demás. (Amarás a Dios con todo tu corazón, toda tu mente y todas tus fuerzas y al prójimo como a ti mismo).