Al Real Madrid le vale con una parte para ganar el Eibar (3-1)

Una de las discusiones, ya superada, que se dio durante el peor tiempo del confinamiento es si íbamos a salir mejores. Los optimistas, sin ninguna prueba empírica, decidieron que sí, que nos íbamos a volver más humanos (signifique eso lo que signifique) y que el mundo iba a ser un lugar mejor de lo que era antes. Los hechos, que son sagrados, han demostrado que una pandemia no tiene ningún motivo para convertirnos o cambiarnos y que, en todo caso, vamos a salir más enfadados (lo que no es una mala manera de salir), pero no mejor.

El Real Madrid de Zidane, sin embargo, sí que ha regresado mejor de lo que se fue, al menos durante cuarenta y cinco minutos, lo que le duró el aire y los jugadores enteros. Cuando se cortó la temporada, tras el partido contra el Betis, el equipo blanco se despidió con una derrota inesperada. Con el Eibar demostró que eso queda muy lejos, casi en el olvido, que han pasado muchas cosas y que esto es como empezar de nuevo, sólo que con una condición: casi no que da tiempo para ponerse en forma y hay que regresar a todo trapo, sin concesiones. La victoria en LaLiga pasa por no ceder nada y apretar al Barcelona hasta que no aguante más la tensión. No hay más, no valen excusas, como dijo Zidane,.

Por eso no dio ni una opción al Eibar, un equipo que presume de personalidad, de ser fuerte y de presionar al rival, pero que se encontró fuera de sitio. Puede que el escenario, puede que la situación o puede que el tempranero gol de Kroos les sacase del partido sin remedio. El alemán no ha perdido el toque porque puede que lo lleven en el ADN. Con delicadeza, que la fuerza bruta es para otros, mandó el balón a un lugar inalcanzable para Dmitrovic.

La presión del Eibar fue inútil para un Real Madrid conducido por Benzema y el conjunto armero no supo frenar al rival cuando atacaba o cuando contratacaba. El gol de Sergio Ramos fue el ejemplo perfecto de la superioridad blanca. El capitán cortó el balón y recorrió todo el campo para rematar sin portero.

Zidane tampoco ha cambiado de costumbres. El entrenador no hace una alineación sin sorpresas. Era imposible adivinar su once antes de la pandemia y va a ser imposible acertar ahora. Se hablaba de la oportunidad que podría tener Bale, que ha vuelto muy en forma, de que quizá Asensio o que el sitio era para Isco por delante de Vinicius. Pero fue Rodrygo quien acompañó a Benzme y Hazard en el ataque blanco. El brasileño se llevó varias patadas nada más comenzar porque así le marcaron el territorio. Pero no es de los que se echa atrás.

Menos sorpresa fue Hazard, que jugó sus 60 minutos, como estaba establecido para que vaya cogiendo lo que los entrenadores llaman ritmo competitivo. Fue cambiando de banda con Rodrygo, dio el segundo gol a Sergio Ramos con generosidad y está claro que va a ser decisivo en este tramo final y decisivo de la temporada.

El Madrid se vio muy seguro, con Casemiro muy mandón en el centro del campo (más cuando se le puede oír) y con el equipo activo y con ganas de llegar arriba. El tercer tanto fue de Marcelo. Es decir, dos defensas y un centrocampista marcaron los tantos. El gol es lo que va a definir al campeón y el Madrid va por rachas en esa cuestión. Si consigue que sus hombres de atrás aumenten sus registros, sus opciones de ganar aumentan,

Tan bien se vio el conjunto blanco, tan cómodo se vio duarnte tanto tiempo que se dejó ir. No es fácil mantener la concentración con un marcador abultado y en un escenario que muchas veces invita a pensar que se está en un entrenamientos. Los jugadores se oyen como nunca, como deben hacerlo en los partidillos entre semana.

El Eibar, que parecía perdido, entró con mejor pie en el segundo tiempo y maquilló su cara. Por fin vio de cerca a Courtois, lanzó un balón al larguero y metió un tanto. Obligó a lucirse al belga, que se había aburrido antes. El Madrid, más agotado y con menos ambición, sabía que su renta era suficiente.