Transjordania. Ultimas disposiciones de Moisés. La infidelidad de Peor y la verdadera sabiduría.

Reparto de Transjordania.

Este territorio tomamos posesión entonces: desde Aroer, a orillas del torrente Arnón, la mitad de la montaña de Galaad con sus ciudades se la di a los rubenitas y a los gaditas. A la media tribu de Manasés le di el resto de Galaad y todo Basán, reino de Og: toda la comarca de Argob. (A todo este territorio de Basán es a lo que se llama el país de los refaítas.) Yaír, hijo de Manasés, se quedó con toda la comarca de Argob, hasta la frontera de los guesuritas y de los maacatitas, y dio a Basán su nombre que aún conserva: Aduares de Yaír. A Maquir le di Galaad. A los rubenitas y a los gaditas les di parte de Galaad:(Por un lado) hasta el torrente Arnón, siendo frontera el curso del torrente,  y (Por otro) hasta el torrente Yaboq, frontera de los amonitas. La Arabá y el Jordán hacían de frontera, desde Quinéret hasta el mar de la Arabá (el mar de la Sal), al pie de las laderas del Pisgá, al oriente.

Ultimas disposiciones de Moisés.

Yo os ordené entonces: «Yahvé, vuestro Dios, os ha dado esta tierra en posesión. Vosotros, todos hombres en edad militar, pasaréis armados al frente de vuestros hermanos los israelitas. Sólo vuestras mujeres, vuestros hijos y vuestros rebaños (pues sé que tenéis rebaños numerosos) quedarán en las ciudades que yo os he dado, hasta que Yahvé conceda reposo a vuestros hermanos, como a vosotros, y ellos también hayan tomado posesión de la tierra que Yahvé vuestro Dios les ha dado al otro lado del Jordán; entonces volveréis cada uno a la heredad que yo os he dado.» A Josué también le di entonces la orden siguiente: «Tus propios ojos han visto todo lo que Yahvé vuestro Dios ha hecho con estos dos reyes; lo mismo hará Yahvé con todos los reinos por donde vas a pasar. No les temáis, porque el mismo Yahvé vuestro Dios combate por vosotros.»

Entonces hice esta súplica a Yahvé: «Yahvé, Señor mío, tú has comenzado a manifestar a tu siervo tu grandeza y tu mano fuerte; pues ¿qué Dios hay, en los cielos ni en la tierra, que pueda hacer obras y proezas como las tuyas? Déjame, por favor, pasar y ver la tierra buena de allende el Jordán, esa hermosa montaña y el Líbano.» Pero, por culpa vuestra, Yahvé se irritó contra mí y no me escuchó; antes bien me dijo: «¡Basta ya! No me hables más de esto. Sube a la cumbre del Pisgá, alza tus ojos al occidente, al norte, al mediodía y al oriente; y contempla con tu ojos, porque no pasarás ese Jordán. Da tus órdenes a Josúe, dale ánimos y valor, porque él pasará al frente de este pueblo: él le pondrá en posesión de esa tierra que ves.» Y nos quedamos, en el valle, enfrente de Bet Peor.

La infidelidad de Peor y la verdadera sabiduría. 4

Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las normas que yo os enseño para que las pongáis en práctica, a fin de que viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que os da Yahvé, Dios de vuestros padres. No añadireís nada a lo que yo os mando, ni quitaréis nada, para así guardar los mandamientos de Yahvé vuestro Dios que yo os prescribo. Con vuestros propios ojos habéis visto lo que hizo Yahvé con Baal Peor: a todos los que habían seguido a Baal Peor, Yahvé tu Dios los exterminó de en medio de ti; en cambio vosotros, que habéis seguido unidos a Yahvé vuestro Dios, estáis hoy todos vivos. Mirad: como Yahvé mi Dios me ha mandado, yo os enseño preceptos y normas para que los pongáis en práctica en la tierra en la que vais a entrar para tomar posesión de ella. Guardadlos y practicadlos, porque ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos estos preceptos, dirán: «Ciertamente que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente.» Porque, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está Yahvé nuestro Dios siempre que le invocamos? Y ¿que nación hay tan grande cuyos preceptos y normas sean tan justos como toda esta Ley que yo os expongo hoy?

La revelación del Horeb y sus exigencias.

Pero ten cuidado y guárdate bien, no vayas o olvidarte de estas cosas que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida; enséñaselas, a tus hijos y a los hijos de tus hijos. El día que estabas en el Horeb en presencia de Yahvé tu Dios, cuando Yahvé me dijo: «Reúneme al pueblo para que yo les haga oír mis palabras a fin de que aprendan a temerme mientras vivan en el suelo y se las enseñen a sus hijos», vosotros os acercasteis y permanecisteis al pie de la montaña. La montaña ardía en llamas hasta el mismo cielo, entre tenebrosa nube y nubarrón. Yahvé os habló de en medio del fuego; vosotros oíais rumor de palabras, pero no percibíais figura alguna, sino sólo una voz. El os reveló su alianza, que os mandó poner en práctica, las diez Palabras que escribió en dos tablas de piedra. Y a mí me mandó entonces Yahvé que os enseñase los preceptos y normas, para que las pusierais  en práctica en la tierra en la que vais a entrar para tomarla en posesión. Tened mucho cuidado de vosotros mismos: puesto que no visteis figura alguna el día en que Yahvé os habló en el Horeb de en medio del fuego, no vayáis a pervertiros y os hagáis alguna escultura de cualquier representación que sea: figura masculina o femenima, figura de alguna de las bestias de la tierra, figura de alguna de las aves que vuelan por el cielo, figura de alguno de los reptiles que se arrastran por el suelo, figura de alguno de los peces que hay en las aguas debajo de la tierra. Cuando levantes tus ojos al cielo, cuando veas el sol, la luna, las estrellas y todo el ejército de los cielos, no vayas a dejarte seducir y te postres ante ellos para darles culto. Eso se lo ha repartido Yahvé tu Dios a todos los pueblos que hay debajo del cielo. Pero a vosotros os tomó Yahvé y os sacó del horno de hierro, de Egipto, para que fueseis el pueblo de su heredad, como lo sois hoy.

Perspectivas de castigo y de conversión.

Por culpa vuestra Yahvé se irritó contra mí y juró que yo no pasaría el Jordán ni entraría en la tierra buena que Yahvé tu Dios te da en herencia. Yo voy a morir en este país y no pasaré el Jordán. Vosotros en cambio lo pasaréis y poseeréis esa tierra buena. Guardaos, pues, de olvidar la alianza que Yahvé vuestro Dios ha concluido con vosotros, y de fabricaros alguna escultura o representación de todo lo que Yahvé tu Dios te ha prohibido; porque Yahvé tu Dios es un fuego devorador, un Dios celoso. Cuando hayas engendrado hijos y nietos y hayáis envejecido en el país, si os pervertís y os fabricáis alguna escultura de cualquier representación,  haciendo lo malo a los ojos de Yahvé tu Dios hasta irritarle, pongo hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la tierra que desapareceréis rápidamente de esa tierra que vais a tomar en posesión al pasar el Jordán. No prolongaréis en ella vuestros días, porque seréis completamente aniquilados. Yahvé os dispersará entre los pueblos y no quedaréis más que unos pocos, en medio de las naciones adonde Yahvé os lleve. Allí serviréis a dioses hechos por manos de hombre, de madera y piedra, que ni ven ni oyen, ni comen ni huelen. Desde allí buscarás a Yahvé tu Dios; y le encontrarás si le buscas con todo tu corazón y con toda tu alma. Cuando estés angustiado y te alcancen todas estas palabras, al fin de los tiempos, te volverás a Yahvé tu Dios y escucharás su voz; porque Yahvé tu Dios es un Dios misericordioso: no te abandonará ni te aniquilará, y no se olvidará de la alianza que con juramento concluyó con tus padres.

Grandeza de la elección divina.

Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿Hubo jamás desde un extremo a otro del cielo cosa tan grande como ésta? ¿Se oyó algo semejante? ¿Hay algún pueblo que haya oído como tú has oído la voz del Dios vivo hablando de en medio del fuego, y haya sobrevivido? ¿Algún dios intentó jamás venir a buscarse una nación de en medio de otra nación por medio de pruebas, señales, prodigios y guerra, con mano fuerte y tenso brazo, con portentos  terribles, como todo lo que Yahvé vuestro Dios hizo con vosotros, a vuestros mismos ojos, en Egipto?
A ti se te ha dado a ver todo esto, para que sepas que Yahvé es el verdadero Dios y que no hay otro fuera de él. Desde el cielo te ha hecho oír su voz para instruirte, y en la tierra te ha mostrado su gran fuego, y de en medio del fuego has oído sus palabras. Porque amó a tus padres y eligió a su descendencia después de ellos, te sacó de Egipto personalmente con su gran fuerza, desalojó ante ti naciones más numerosas y fuertes que tú, te introdujo en su tierra y te la dio en herencia, como la tienes hoy. Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón que Yahvé es el Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; y no hay otro. Guarda los preceptos y los mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en la tierra que Yahvé tu Dios te da para siempre.

Las ciudades de asilo.

Moisés reservó entonces tres ciudades allende el Jordán, al oriente, a las que pudiera refugiarse el homicida que hubiera matado a su prójimo sin querer, sin hubiera enemistad anterior, y refugiandose eh una de estas ciudades, salvara su vida. Para Rubén: Béser, en el desierto, en la Altiplanicie; para Gad: Ramot en Galaad; para Manasés: Golán en Basán.