II. FIDELIDAD, SINCERIDAD, RESPETO, COMPRENSIÓN Y CORDIALIDAD

 

La génesis de la amistad comienza con “un encuentro personal “seguido de un trato que origina el mutuo conocimiento, del que brota cierta comunidad de vida que, progresivamente, se irá consolidando en una vinculación plena y estable, a través del intercambio de bienes, expresión de verdadera amistad. La amistad se realiza abriendo el yo para admitir al tú y hacerle partícipe de tu propia vida.

Ahora bien, la amistad se apoya en las siguientes virtudes:

* Disponibilidad y entrega. Supone abrirse al otro y vibrar con él; sintonizar con sus deseos, proyectos, penas y alegrías. A esta vibración se le denomina empatía.

* Manifestarse de forma veraz, sincera y franca. Suscita la confianza en ser fiel, que dispone así el ánimo para las confidencias. Un diálogo íntimo contribuye más a crear amistad que largos años de trato superficial.

* Fidelidad. La fidelidad no se reduce a mero aguante. No consiste en mantener rutinariamente una situación sino en crearla siempre de nuevo, en cada instante, y darle nuevos aportes de energía y sentido.

* Relacionarse de modo paciente. Supone ajustarse a los ritmos naturales. Es paciente el joven que acompasa el ritmo de intimidad corpórea y el de la intimidad espiritual. Este último es, por naturaleza, un ritmo de maduración más lento y no puede ser acelerado a voluntad para equipararlo al ritmo de intimidad corporal. Si para obtener gratificaciones inmediatas se fuerza el ritmo de la intimidad corpórea, sin tener verdadera intimidad espiritual, se porta de modo impaciente y puede malograr una amistad prometedora.

* Comportarse de manera cordial. El trato amable y cordial puede coordinarse totalmente con la decisión y la firmeza. La ternura goza hoy de poca estima por ser malentendida como blandura de carácter, pusilanimidad, falta de energía. Cierta dosis de ternura suaviza la convivencia. La persona se siente confiada al dirigirse a una persona amable, que tiende a acoger y a ser compresiva.

* Tratar al otro con respeto. Respetar implica estimar, valorar debidamente la condición personal de los demás, y estar dispuesto a colaborar con ellos para que desarrollen plenamente su personalidad. Esto no será posible si trato a otra persona como un objeto, como un medio para mis fines.

* Ser comprensivo con los demás. Para ello es necesario no precipitarse a emitir juicios sobre ellos, ponerse en su lugar para verlos desde su perspectiva. Esta forma de empatía incrementa sobremanera la unidad. En cambio, saberse contemplado desde fuera, desde una posición ajena, produce alejamiento.

* Ejercitar la imaginación creadora, con el fin de adivinar los ideales que el otro persigue en su vida y los proyectos que acaricia. El núcleo de la vida personal no se revela a los sentidos. Debemos poner en juego nuestra imaginación para poder vibrar con todo lo que constituye la razón de ser, el ideal, de la vida del amigo.

Los valores anteriormente expresados permiten crear un campo de libre juego en el cual se supera la escisión que genera el esquema “lo mío y lo tuyo”. Esta superación crea un vínculo de intimidad entre quienes se relacionan. Físicamente mi amigo está fuera de mí, y yo de él, pero nos hallamos en un mismo campo de acción llevando a cabo una tarea común desde posiciones diferentes. Seguimos siendo diferentes pero dejamos de ser distantes, extraños y ajenos para volvernos íntimos. En esta intimidad encuentra la relación amistosa su pleno desarrollo.

Al alcanzar esta intimidad surge una relación estable y firme. La amistad verdadera no está sometida al tiempo y al espacio. No tiene sentido decir que voy a ser amigo tuyo “durante el verano”. Toda forma verdadera de amor pide eternidad. Amar es desear que el ser amado exista siempre; implica una aceptación incondicional debido al valor que tiene “ser quien es”, independientemente de “lo que es”.

                                                                                                                                  Luis Albás Mínguez

                                                                                                                                Director ILVEM  España

Nota: Para la elaboración de este artículo se han consultado las siguientes fuentes:

La educación de las virtudes humanas” Autor: David Isaacs. Editorial EUNSA

Enciclopedia RIALP. Universidad de Navarra.