Marc Márquez, campeón del mundo de MotoGP por sexta vez

Si hay una palabra que define el sexto título de Marc Márquez en MotoGP es la regularidad. De quince grandes premios, o victorias (nueve) o segundos puestos. Solo un cero en Austin del que aprendió mucho para el resto del curso. Pero si hay una cualidad que ha exprimido al máximo el piloto de Repsol Honda es la de aprovechar las oportunidades. Se conoce tanto después de siete temporadas en la máxima categoría aprendiendo de todo que ya conoce perfectamente cuándo puede atacar, cuándo debe responder, cuándo tiene que guardar fuerzas para la siguiente. Así, eligiendo con cuidado sus opciones, Marc Márquez celebra con 26 años y siete meses su octavo título mundial, seis en Primera división, cuarto cetro consecutivo. Y con una lección magistral.

Lo consiguió como ha desarrollado todo su 2019, con un análisis profundo de sus herramientas mecánicas, físicas y mentales. Tenía muy claro su objetivo: quedar por delante de Andrea Dovizioso -terminó cuarto-, el único rival que desde hace dos cursos osa retar su hegemonía. Pero en este año, con cuatro grandes premios todavía por disputarse, Márquez solo tenía que sumar dos puntos más que el italiano. Ni siquiera tenía que ganar la carrera. Aunque no había duda de que lo intentaría. Sin embargo, supo medir sus fuerzas, comprobar si el joven Fabio Quartararo, hombre de la pole y rival sin duda para el futuro del español, podía ser batible o se la jugaría todo para conseguir su primera victoria en su primer año en la categoría grande.

Lección magistral

Así, como lo que es un maestro de la categoría, dejó que fuera el francés, 20 años, quien llevara el peso de la carrera. Midió, analizó, estudió, aprendió el piloto catalán detrás. Sin forzar ningún adelantamiento pero sin ceder ni un solo milímetro. Sin ningún tipo de presión porque la carrera se rompió a la quinta vuelta, cuando el francés tiró hacia registros de récord y el español se le pegó a la rueda. Solo era un duelo entre el maestro y el pupilo, con Viñales, tercero en la batalla, a más de dos segundos. Y en la pelea por la victoria, lección magistral.

Márquez presionó los nervios del francés, su próximo máximo rival, durante toda la carrera. Especialmente duro en las ocho últimas vueltas. Observó fortalezas propias y debilidades ajenas. Y aguantó hasta que lo tuvo todo listo. Quartararo rodaba rápido, pero aún tiene mucho que aprender con Márquez detrás. Después de varios empujones, el español logró la primera plaza en la última vuelta. Aún tuvo Quartararo las ganas de intentarlo, pero Márquez es Márquez. Aguantó. Se movió una milésima más rápida. Fue su lección. El maestro. El campeón. Ocho títulos mundiales. Seis coronas de MotoGP. La era Márquez.