La mayoría silenciosa: Banderas por votos

La denominada mayoría silenciosa, es decir, el sector catalán que apuesta por la unidad de España y el respeto a la Constitución, alzó la voz sin precedentes el pasado 8 de octubre. Una manifestación masiva llenó entonces el centro de Barcelona de banderas patrias. Casi un millón de personas, según la organización, y 350.000 según la Guardia Urbana se dieron cita para decir basta a la deriva independentista tras el ilegal referéndum del 1-0. Todas las miradas fueron a parar a aquellos que por primera vez salían a la calle y se mostraban orgullosos de lucir emblemas españolistas. Los balcones se llenaron de banderas que contrarrestaban el efecto de la estelada (la enseña independentista) y el himno nacional silenció a «Els Segadors» entonado hasta la saciedad por los secesionistas.

Dos meses después ese espíritu unionista que marcó un hito sigue presente. Las banderas continúan adornando los balcones de la capital, especialmente en aquellos barrios cono Sarriá-Sant Gervasi, un distrito acomodado que representa la moderación catalana. Un enclave en el que residen 146.00 personas, donde el metro cuadrado supera los 11.000 euros y el paro no ha golpeado como en otros distritos más desfavorecidos. La renta media en este distrito roza los 100.000 euros por hogar según el INE, situándola en el top 5 de los mejores barrios de la capital catalana y en el ranking de los 15 mejores distritos de España.

La clave está ahora en saber si esas banderas, esa reacción a la deriva soberanista plasmada en la calle, se trasladará también a las urnas ya que este perfil de ciudadano catalán en los últimos años ha optado en parte en quedarse en casa lo que ha favorecido el auge de partidos como la antigua Convergencia o ERC. Según los últimos sondeos, la participación en los próximos autonómicos del 21 de diciembre será superior al 80% lo que supone, como mínimo, cinco puntos por encima de las elecciones de 2015.

«Esta ganancia será constitucionalista, no tengo ninguna duda. En 2015 el voto más movilizado fue el independentista, pero después de lo ocurrido en octubre el que ahora acudirá masivamente será el del apoyo a la unidad. Las banderas fueron un síntoma, así como la afluencia multitudinaria a las manifestaciones convocadas por Sociedad Civil Catalana. Tengo muchos amigos que antes no votaban, ahora tras la eclosión constitucionalista están movilizados», asegura el empresario Carles Rrivadulla. Este es el sentir mayoritario de los vecinos de San Gervasi, que por fin romperán ese techo de cristal que durante años les ha visto plegarse ante los delirios secesionistas. «Hemos salido del armario y además, que estamos bastante hartos de que toda la política se base en independencia.

Los jóvenes, y los que ya no lo somos tanto, queremos que se hable de cosas realmente necesarios como el empleo, la lucha contra la corrupción o la bajada del precio de los pisos», afirma Jorge, de 40 años, que trabaja en el sector editorial y que tiene claro que su voto irá a parar para el Partido Socialista de Cataluña. «Iceta es un político que apuesta por la moderación y la conciliación que es lo que ahora mismo se necesita».

Debajo de un balcón que tiene desplegada una inmensa bandera de España que bien podría rivalizar con la de la mítica Plaza de Colón de Madrid, nos atiende Isabel, que trabaja en el sector audiovisual. Ella representa a la perfección al votante que en esta ocasión puede dar un vuelco a la situación política en Cataluña. Ella no suele ir votar, no le interesa demasiado la política y es más, la tacha de «coñazo». «Pero me han obligado a salir a manifestarme, a pronunciarme y decir que ya basta. La ley está para acatarla, no podemos elegir lo que más no gusta y el resto saltárnoslo a la torera», apunta esta madre de dos hijos adolescentes que se muestra orgullosa de mantener firme su bandera en el balcón de su casa en Sarrià. «Yo soy catalana de toda la vida y he visto cosas terribles estos años. Como madre me preocupa lo que han estado haciendo con la educación, los colegios se han convertido en auténticas fábricas de independentistas. Estoy indignada por todo, por la falta de honestidad y de escrúpulos de los secesionistas. Han mentido y he dicho que hasta aquí hemos llegado», reconoce. Su voto irá a parar a Cs, como mayoritariamente ocurre en este distrito de la Ciudad Condal. «Arrimadas es una mujer bien formada y que se ha mostrado firme a plantar cara a los independentistas, sin miedo. Además será genial que una mujer fuera la presidenta de la Generalitat por primera vez», concluye.

Cs y PSC pujan por hacerse con el liderazgo del bando constitucionalistas y según las últimas encuestas es Arrimadas quien lo conseguiría con un ajustado resultado junto a los independentistas de ERC capitaneados por Marta Rovira. Todos ellos apuran cada jornada para convencer al 30% de indecisos, sobre todo jóvenes, que podrían dar la llave de la victoria a sendas formaciones. «No quiero una vuelta atrás. Los separatistas han sido una chapuza. Estoy harto de ver las esteladas en los balcones y me gusta cuando la gente comenzó a sacar por fin las bandera españolas», dice Pablo Gallego, de 27 años, oriundo de Asturias y que por primera vez votará en Cataluña. Este auditor comparte el punto de vista de Arrimadas, al igual que su compañera de trabajo, Claudia de 24. «Ciudadanos va a petarlo», asegura ella.

Los jóvenes catalanes parecen más interesados que nunca en política y gran parte de ellos quieren desmarcarse de las hordas de «indepes» que hasta ahora parecían mayoritarios. «Lo que hicimos el 8 de octubre y el 29 se plasmará en las urnas y es un orgullo», apunta Manuel, que trabaja en un despacho de abogados en este distrito. Comparte su opinión Alejandro Fuste que con 24 años por primera vez hará uso de su derecho a voto. Por decisión propia y también empujado por sus padres que le han dicho que es hora de que la juventud españolista se moje. «He ido a manifestaciones con mis padres y amigos para mostrar mi apoyo a la integridad de España. Unidos somos más fuertes y no nos podrán vencer. La empresas están yéndose cada día y yo que soy auditor lo noto mucho en mi trabajo. Además estoy cansado de que la gente de fuera piense que los jóvenes catalanes somos todos independentistas», afirma. Ciudadanos también es su opción, es el partido que para Fuste mejor defiende los principios de unidad. «Fíjate que antes pasaba de la política y ahora hasta sigo a Arrimadas por televisión. Es necesario que nos involucremos en política», añade el joven.

Parece que el hecho de ver que el órdago secesionista de Puigdemont puede arruinar Cataluña puede más que el hastío por ser las cuartas elecciones que se celebran en esta Comunidad en estos años. Barcelona se ha convertido en el principal ring de combate para todos los partidos ya que de aquí salen la mayoría de los escaños autonómicos. Por eso los actos de campaña se multiplican y la asistencia a estos es superior a la de ocasiones anteriores. «El voto patriota hasta ahora no se preocupaba demasiado por las elecciones, pero ahora han visto que la posibilidad de cambio es real y que lo que nos han hecho creer hasta ahora los independentistas no es cierto. Eso sí, me molesta un poco que nos llamen constitucionalistas porque nuestro amor a España va más allá de la Constitución. Nos gusta la tierra española, sus tradiciones, su gastronomía. Los catalanes somos parte de esa España», dice convencido Ignacio Zuoloaga, ingeniero de 30 años.

Pero no sólo en el barrio de Sarriá- San Gervasi están convencidos de que su lucha a través de la bandera tendrá su efecto en las urnas, en otros puntos de Cataluña también comparten esta visión. Mónica, que reside en Vilanova es clara: «No hay un millón de banderas colgando en los balcones porque todavía hay cierto miedo, pero hay mucha rabia e indignación. Estos emblemas pueden ser un síntoma, pero habrá muchos más votos que banderas. Estoy segura», concluye.