José Antonio Zarzalejos: «Sánchez es el cisne negro de la democracia española»

  • El periodista y escritor también ha asegurado que «en el caso del fiscal general del Estado se ha practicado una presión salvaje sobre el Tribunal Supremo, y el tiro les ha salido por la culata»

  • «Sánchez nos ha advertido que la Constitución se puede boicotear con la deslealtad»

  • «Si cae Zapatero afectará gravemente a Sánchez. Y si cae Sánchez, caerá Zapatero»

José Antonio Zarzalejos (Bilbao, 1954) siempre tuvo claro que lo suyo era el periodismo, aunque antes terminara la carrera de Derecho por la Universidad de Deusto, como le insistió su padre. Director de cabeceras como El Correo Español ABC, en la actualidad es analista de El Confidencial y presidente de su comité editorial. En su séptimo libro, La huella de Sánchez, editado por La Esfera de los Libros, analiza la España del muro que ha construido «un albañil de la política», el presidente del Gobierno, y su corte de aduladores, que mezclado en el mortero con los últimos casos de corrupción del PSOE ha convertido la política gubernamental «en un cenagal».

La rigurosa síntesis se inicia y termina con dos preguntas. «¿Qué dirá de mí la historia?», como le espetó a un atónito, Máximo Huertas, cuando presentó su dimisión, en junio de 2018. Y el reproche de Carlos Alsina, antes de las elecciones de 2023, cuando le desnudó con su «presidente, ¿por qué nos ha mentido tanto?». Entre ambas cuestiones, el retrato de un Sánchez narcisista y resentido, que miente con absoluta sinceridad y construye una realidad con hechos alternativos. Y es que «todo empieza y acaba en él» como si diera vueltas circulares dentro de una hormigonera.

La cordialidad de Zarzalejos mientras desgrana para El Debate cómo Sánchez ha dinamitado el sistema constitucional de 1978 a partir de su llegada al poder tras una moción de censura, contrasta con el tono pesimista de un relato que resulta clarificador y demoledor. El «sanchismo» es «la muesca histórica que permanecerá de manera indeleble» y «nuestra Transición» se ha convertido en «nuestro particular y perdido ‘mundo de ayer’».

Portada de La huella de Sánchez

Portada de La huella de Sánchez La Esfera de los Libros

–Sitúa el día de la moción de censura, el 1 de junio de 2018, como el principio del fin del sistema constitucional de 1978, ¿la huella de Pedro Sánchez es irreversible?

–No debemos considerar que Sánchez es un político convencional, que permitirá fácilmente su sucesión en la presidencia del Gobierno. Ha utilizado la técnica de los usos derogatorios de la Constitución para establecer una serie de precedentes que desactivan los mecanismos de alerta y de control del sistema constitucional: declarar sin la más mínima reserva que iba a gobernar si fuera preciso sin el Parlamento; tres ejercicios sin Presupuestos Generales del Estado; la Ley de Amnistía, después de prometer que no la impulsaría porque era inconstitucional; el cambio de modelo territorial para establecer de facto una relación bilateral y confederal con Cataluña, el País Vasco y Navarra; el uso y abuso de los decretos leyes; la colonización de las instituciones… Todos son hitos derogatorios de la Constitución de 1978 y algunos son irreversibles, porque establecen unos precedentes que en el futuro pueden ser utilizados por otros presidentes.

–El relato es minucioso, ¿no hay nada que se pueda hacer?

–Se pueden revertir algunas de las políticas de Pedro Sánchez, siempre que la alternativa tenga audacia para desarrollar leyes orgánicas alternativas a las del «sanchismo». Por ejemplo, establecer un nuevo sistema de elección de los vocales judiciales del Consejo General del Poder Judicial y el final automático de su mandato. E igual para el Tribunal Constitucional. Declarar la autonomía del sector público institucional de la Administración General del Estado como el Banco de España; la Comisión Nacional de Mercado de Valores; la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia; la Agencia de Protección de Datos; la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal; el CIS; o Radiotelevisión Española…

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–¿Cree que si llegase Alberto Núñez Feijóo al Gobierno revertirá el «sanchismo» o sucederá igual que ocurrió con la mayoría absoluta de Mariano Rajoy?

El problema de credibilidad que tiene el Partido Popular y Feijóo no reside en sus políticas, sino en el temor a que el PP tenga un comportamiento futuro, si llega al poder, similar al que tuvo con Mariano Rajoy, que dejó las cosas como estaban. El Partido Popular no tiene otra alternativa que ofrecer un programa de renovación legislativa que se sustancie en el primer ejercicio de una legislatura. Para eso necesita obtener una mayoría absoluta o llegar a un acuerdo con fuerzas políticas que estén en la misma sintonía y de forma singular con Vox. No queda otra alternativa.

Las democracias no mueren por explosión, mueren por implosión

–¿Fueron ingenuos los constituyentes en no prever resortes de respuesta a la arbitrariedad de un presidente del Gobierno?

Los constituyentes no pudieron pensar que se iba a producir un cisne negro. Sánchez es el cisne negro de la democracia española. No pudieron pensar que el líder del Partido Socialista, que era uno de los pilares fundamentales del pacto de la Transición, pudiera vincularse para gobernar a los partidos antisistema como los secesionistas de Cataluña y del País Vasco o los herederos de la banda terrorista ETA, que son los integrantes de Sortu, núcleo duro de Bildu. También es cierto que nuestra Constitución, aparte de ser ingenua, técnicamente es defectuosa, porque introduce contradicciones, conceptos jurídicos indeterminados y deja abiertas a la interpretación demasiadas cuestiones sustanciales. ¿Qué pasa si no se presentan los Presupuestos Generales del Estado? ¿Qué ocurre si se prorrogan indefinidamente los mandatos de órganos constitucionales como el Consejo General del Poder Judicial o el Tribunal Constitucional? Hay que dar garantías de que los mecanismos de integridad de la Constitución van a funcionar y ese es el reto que tenemos en el futuro, porque Sánchez nos ha advertido que la Constitución se puede boicotear con la deslealtad.

–Usted lo compara con la decadencia de la Constitución del Gobierno de Weimar, que impacta al leerlo…

Hay mucha literatura actual de cómo implosionan las democracias en el siglo XXI, que se remiten al periodo de entreguerras, y ponen como ejemplo la Constitución aprobada en 1919 de la República de Weimar, después de la primera Gran Guerra, que permite el acceso al poder de Hitler. Y cuando alcanza el poder desde dentro, la revienta, que es lo que está ocurriendo en las democracias occidentales. Trump es un peligro para la propia democracia norteamericana. Hemos visto un espectáculo horrísono como fue el asalto al Capitolio en el mes de enero del año 2021…

–Dantesco…

–Creíamos que no podía suceder. Y, es más, sucedió y quedó impune. O hemos visto cómo el chavismo bolivariano desde dentro ha llegado al poder con legitimidad y una vez instalado, ha desactivado la Constitución, las libertades y los derechos. Las democracias no mueren por explosión, mueren por implosión.

–Reflexiona que los lodos actuales se inician con José Luis Rodríguez Zapatero…

–Zapatero es el heraldo del «sanchismo». Con él empieza la revisión del pacto de la Transición a través de la Ley de Memoria Histórica, en el año 2007, y el progresismo buenista en las relaciones internacionales. La famosa Alianza de las Civilizaciones donde se cambia nuestro rumbo occidental por uno totalmente errático en lo exterior. O la gestión del fin de ETA, que es más cuestionable, porque ahí está Bildu para demostrar que muchas veces los vencidos terminan siendo también vencedores. Y empieza a crearse un PSOE sobre los restos de la Guerra Civil, que fisura y quiebra la trayectoria de la Transición y adelanta lo que luego consumara Sánchez.

José Antonio Zarzalejos, autor de La huella de Sánchez

José Antonio Zarzalejos, autor de La huella de SánchezDavid Conde

–¿Hemos dejado de mirar a Europa para estar en el entorno del grupo Puebla o de China?

–Pedro Sánchez ha dejado hace tiempo de identificarse con el europeísmo de Bruselas y busca alternativas colaterales: el grupo de Puebla y toda la izquierda radical latinoamericana, y una vinculación en particular con China. En tres años ha ido tres veces a China y ha pedido a los Reyes que hagan una visita de Estado. Entre el 2018 y el 2021, Europa fue un ámbito cómodo para Pedro Sánchez, porque pasaba por ser el gran socialdemócrata del continente. Pero cuando empieza a tener unas mañas de autócrata iliberal, a partir de las elecciones del 23 de julio del 2023, se notan reservas ideológicas y tácticas por parte de los socios, y él se va retirando y acude a otros foros más favorables, para ello utiliza a un lobista como Zapatero, con el que se reconcilia después de haberse enfrentado.

–¿Cree entonces que Sánchez perdonó a Zapatero que no le apoyase en las primarias?

–Le ha perdonado porque le ha convenido a los dos. A Sánchez porque establece un referente histórico para el propio partido, que excluye a Felipe González y su larguísima época de secretario general. Y a Zapatero, una persona irrelevante cuando dejó la presidencia del Gobierno, que entabla una nueva relación con Sánchez. Primero, le presta parte de sus equipos: Pepe Blanco, Carmen Calvo y personas que con el «zapaterismo» estuvieron en puestos de gestión, porque Sánchez no tenía equipos propios. El equipo de Sánchez era Ábalos, Cerdán y Koldo. Esa es la realidad. Segundo, le presta un hombre brillante e inteligente, Miguel Barroso, que falleció en enero del 2024, que fue quien creó la imagen de Zapatero y en buena medida la de Sánchez. Y, sobre todo, le proporcionó el apoyo del grupo PRISA. Hay una sociedad de recíprocos favores entre Sánchez y Zapatero. Ahora tienen un destino en el que están vinculados. Si cae, Zapatero afectará gravemente a Sánchez. Y si cae Sánchez, caerá Zapatero.

–¿Más que su resistencia le caracteriza su búsqueda del poder a cualquier precio?

–La personalidad temperamental de Sánchez se distingue por un apetito desordenado de poder. Hará todo lo que sea necesario para mantenerse, apoyándose en las fuerzas políticas que puedan ser más antagónicas si le conviene y sacrificando a todas las personas que sean necesarias. Su característica fundamental es su enorme pulsión y ambición de poder y subordina todo para mantenerse y ejercerlo.

–¿Le temen hasta los suyos?

–Sánchez es un hombre sin clase. No tiene estilo, sino una gestualidad de reyerta. Él se encuentra cómodo en la confrontación, nunca en el consenso. Cuando aparenta empatía, no es creíble. Cuando se hace el compungido, es una máscara. El verdadero Sánchez emerge en la confrontación. Y ahí es donde vemos esas risotadas en las instituciones; esas actitudes gestuales, poco respetuosas, incluso con la figura del Rey, con las manos en los bolsillos. Esa prepotencia con la que se dirige a sus adversarios. Esa forma que tiene de eludir el control del Congreso de los Diputados. Es un hombre sin elegancia, pero es un hombre que enardece a los suyos.

Sánchez no entiende lo que es una Monarquía parlamentaria. Le molesta la preeminencia institucional del Rey

–Le llaman el «puto amo»…

–Creo que está muy satisfecho con el sintagma puto amo. Pero recuerda que también él se autotituló como capitán de un barco. Hace una remisión permanente a su condición mesiánica. Él se ha convencido de que tiene una misión salvífica frente a la derecha; frente al franquismo, aunque no lo haya vivido; frente al trumpismo; frente a una España negra que existe solamente en la creatividad suya y de los que le rodea.

–¿Se ha dinamitado la existencia de responsabilidad política? Los mismos que aplaudieron el discurso de José Luis Ábalos contra la corrupción, ahora ni se inmutan.

–Desde el punto de vista político, lo más pornográfico es volver a leer el discurso de Ábalos en la moción de censura y compararlo con los discursos del presidente del Gobierno, o de cualquiera de sus ministros y portavoces parlamentarios. Hay una colisión absoluta. Es verdaderamente bochornoso ver lo que está ocurriendo cuando este presidente fue posible por una moción de censura constructiva basada en dos o tres líneas de una sentencia y en unos casos efectivos de corrupción del Partido Popular que no son peores de los que estamos viviendo. Al final, Sánchez se sintetiza, en una palabra: mentira. Sánchez es una falsedad andante.

–¿Cree que Feijóo le tomará la medida?

–Hay dos Feijóos. Feijóo en la oposición, que probablemente le resulte incómoda y no termina de cuajar como líder por razones de adaptación. Y un Feijóo que resulta mucho más creíble como gestor institucional y futuro presidente de Gobierno, si llega a serlo. Feijóo tiene una característica que no tiene Sánchez, que ha exigido la responsabilidad política a los suyos. Se acaba de ver en Valencia, tarde y mal. Con Noelia Núñez, que falseó su currículum; en Andalucía, con la crisis del cribado de cáncer de mama. Han dimitido y asumido su responsabilidad política. ¿Quién lo ha hecho en el Gobierno? Nadie. ¿Dónde están aquellos ceses fulminantes de Máximo Huertas o de Carmen Montón? Los dos ministros fugaces que fueron apartados drásticamente por un Sánchez angelical en el año 2018. Todo aquello se ha volatilizado. La responsabilidad política no existe, porque el propósito de Sánchez y de su Gobierno es puramente subversivo. No acata ninguna norma, quiere imponer las suyas. Este es el grave riesgo de futuro.

–Entre tanta noticia de corrupción, ¿pasa desapercibida la colonización de las instituciones?

–Es evidente que la colonización de las instituciones y de los organismos públicos no había sucedido nunca a estos niveles. Lo más grave es lo que ha ocurrido con la Fiscalía General del Estado. Y si repasamos los organismos que tienen que establecer elementos de control de la Administración, vemos que la colonización es prácticamente completa. Es escandaloso. No hay precedentes de un sectarismo como el que podemos contemplar en Radiotelevisión Española. En este momento, no hay mecanismos de reacción del sistema frente a la arbitrariedad, porque los ha neutralizado todos.

José Antonio Zarzalejos, autor de La huella de Sánchez, durante su entrevista con El Debate

José Antonio Zarzalejos, autor de La huella de Sánchez, durante su entrevista con El Debate David Conde

–¿Se utiliza la SEPI estratégicamente para colocar presidentes o recolocar a personas que le han hecho favores como Leire Díez o el ex gerente del PSOE?

–En la SEPI está la penetración del sanchismo en el tejido empresarial y se ha producido en compañías absolutamente estratégicas, no solamente en Red Eléctrica. El golpe en Telefónica es histórico y todavía más el que se va a perpetrar en Indra, donde la SEPI con el 28 % del capital de Indra va a secundar un conflicto de interés patente, que es la compra de (Ángel) Escribano por Escribano (su empresa Escribano Mechanical and Engineering). Y todavía estamos esperando que la Comisión Nacional del Mercado de Valores diga algo al respecto. No hay precedentes de que un presidente de Telefónica sea destituido en la Moncloa, o que un ex gerente del PSOE esté al frente de una empresa pública de uranio. Y así podríamos seguir con otras compañías. Hay una invasión gubernamental del ámbito empresarial.

–¿Sánchez está obsesionado con controlar los medios de comunicación?

–Cuando en abril de 2024 se abren diligencias penales de investigación sobre Begoña Gómez, Sánchez pierde pie. No solamente no tenía controlado ese episodio, sino que no lo tenía previsto. Y perpetra su mayor error: me retiro cinco días, amago con mi dimisión, pongo en excitación al Partido Socialista, busco la adhesión de la militancia y engaño a todos. Incluso utilizo al Rey, plantándose en la Moncloa a las nueve de la mañana para decirle que continuaba en la presidencia del Gobierno. Fue un error catastrófico porque, a partir de ahí, se desequilibró. La prensa internacional enfocó la investigación sobre su mujer. Y surgió el Plan de Acción Democrática, en una de cuyas líneas principales está el ataque sistemático a los medios de comunicación críticos: son pseudo medios, son tabloides digitales, instancias que utiliza la ultraderecha. Y eso lo mezcló con la descalificación de aquellos jueces y tribunales que en su función jurisdiccional investigan casos que le conciernen, como el de su mujer, el de su hermano y, por supuesto, el del fiscal general del Estado.

–¿Sánchez odia lo que representa Felipe VI?

–No es el concepto de odio. Sánchez no entiende lo que es una Monarquía parlamentaria y le molesta la preeminencia institucional del Rey, porque él cree que la legitimidad absoluta y total es la suya. Además, cuando se compara con el Rey, sale mal parado. Y es muy importante tener claro que el Rey no se lleva mal con Sánchez, es Sánchez el que no entiende al Rey.

–El Rey le desnudó en Paiporta…

–Le desnuda en Paiporta. Y con un cumplimiento estricto de sus funciones constitucionales e institucionales da un ejemplo en todos los terrenos que Sánchez es incapaz de representar. Hay que tener en cuenta que el Rey no se va a mover de la posición institucional en la que está, que es un elemento permanente de la estructura jurídico constitucional del Estado, donde el elemento más contingente es el presidente del Gobierno, porque cuando él no lo sea, el Rey seguirá siendo el Rey.

–¿Se está gestando una embestida contra la Monarquía?

Es una operación de disminución de su presencia institucional y de su relevancia en la moderación del funcionamiento de las instituciones. A pesar de ese intento de aplanar el perfil de la Corona y del Rey, la potencia de la personalidad de Don Felipe es extraordinaria. Y le ayuda de una manera decisiva la Reina Letizia y, sobre todo, su hija Leonor, una Princesa joven de 20 años que va a ser la tercera reina titular en la historia de España, que además conecta con las nuevas generaciones.

Si queremos buscar razones para el optimismo, podemos caer en la trampa de engañarnos

–¿Quedará tocado el Tribunal Supremo con la sentencia contra Álvaro García Ortiz?

–No. En el caso del fiscal general se ha practicado una presión salvaje sobre el Tribunal Supremo. Es escandaloso el editorial de El País, que se pronunció por la absolución y dictó sentencia, después de que el periódico abriese con el titular que quería el presidente del Gobierno: «El fiscal general es inocente». Pero el tiro les ha salido por la culata, porque el Tribunal Supremo le ha condenado, y además con la ponencia del presidente de la Sala de lo Penal, Andrés Martínez Arrieta, un magistrado de extraordinario prestigio.

–¿Cree que hay posibilidad de un frente de izquierdas para las próximas elecciones generales como propugna tanto Izquierda Unida como Gabriel Rufián?

–Ante una convocatoria de elecciones, es posible plantear cuestiones programáticas disparatadas para voltear el sistema constitucional. Tampoco descarto que haya un intento de unidad del Partido Socialista con la extrema izquierda. El problema es que el Partido Socialista no puede conciliar sus siglas con las de Sumar o de Podemos o cualquier otra agrupación. Eso sería únicamente verosímil si absorbiese a esas siglas y esas siglas no se presentasen. Me parece improbable que se llegue a conformar un frente popular a la francesa como hizo Mélenchon, aunque no imposible.

–Cuando llegue el tiempo de analizar la hemeroteca, ¿qué se dirá del «sanchismo»?

–Fue el que apagó el interruptor de la corriente emocional entre la Constitución y el pacto de 1978, que fue la etapa más brillante de la historia de España en los últimos 150 años. El propósito último de las políticas de Sánchez consiste en desmantelar el patrimonio de convivencia. Y cuando creíamos que estaba consolidado, nos viene un albañil de la política y nos construye un muro. Esto es lo que representa Sánchez.

–¿Hay que ser pesimista?

–Debemos ser pesimistas para ser realistas, porque solamente así vamos a conseguir revertir esta situación: con realismo. Si queremos irnos a un falso optimismo, que es lo que nos induce el discurso buenista de Zapatero, estamos confundiéndonos. Y Sánchez ha hecho del discurso progresista un falso optimismo, porque los datos de la realidad española no responden a ese optimismo. Ni en lo económico, ni en lo social, ni en lo político, ni en las políticas internas, ni en la política exterior. Si queremos buscar razones para el optimismo, podemos caer en la trampa de engañarnos.

José Antonio Zarzalejos, autor de La huella de Sánchez, durante su entrevista con El Debate

José Antonio Zarzalejos, autor de La huella de Sánchez, durante su entrevista con El DebateDavid Conde

–Por eso destaca que siempre están sonriendo…

–Esa política de «dientes, dientes, dientes», en la que hay algunos especialistas como María Jesús Montero, Pilar Alegría o Isabel Rodríguez, que siempre aparecen sonriendo. Este es el gran engaño, la mendacidad de esa narrativa, de ese relato que no quieren perder, como bien comunicó en un wasap la fiscal de Madrid al fiscal general del Estado.