Hace más de 80 años que fue proclamada por el papa Pío XII
Según la tradición, en el año 40 después de Cristo, la Virgen María se le apareció en Zaragoza al apóstol Santiago, que predicaba entonces en Hispania. Como signo de aquella visita, dejó un pilar de jaspe sobre el que se erigió un templo. Esa imagen —la Virgen con el Niño sobre una columna— se convirtió en símbolo de fe firme, permanencia y protección. Con el tiempo, el santuario zaragozano se consolidó como lugar de peregrinación y devoción, irradiando influencia religiosa y cultural hacia todo el territorio hispánico.
La fiesta litúrgica de la Virgen del Pilar se fijó el 12 de octubre. La coincidencia con la llegada de Cristóbal Colón a América en 1492 dio a esa fecha un significado histórico adicional: el encuentro entre dos mundos y el inicio de un espacio común marcado por la lengua, la cultura y la fe. De ahí que, en el siglo XX, la figura del Pilar se asociara directamente con la idea de Hispanidad, entendida como la comunidad espiritual y cultural que une a España con los países de habla hispana.
La proclamación en 1940
Fue el papa Pío XII el que proclamó oficialmente a la Virgen del Pilar Patrona de la Hispanidad, subrayando su papel como nexo de unión entre España y los pueblos hispanoamericanos. La elección no fue casual: El pilar simboliza firmeza y continuidad, su culto estaba ya presente en América desde los primeros tiempos de la colonización y, además, la fecha del 12 de octubre conecta la tradición mariana con la historia compartida de los pueblos de lengua española.
Hoy, la Virgen del Pilar es un referente de la identidad común hispánica, una advocación que recuerda la raíz cultural compartida y, al mismo tiempo, la diversidad de tradiciones que enriquecen esa herencia. En América Latina, su presencia se refleja en templos, parroquias y devociones populares, desde México hasta Argentina, manteniendo vivo el vínculo espiritual iniciado hace siglos.