Su llegada a Madrid se producirá tras semanas de especulaciones sobre la tardanza en su plácet, vista por algunos como un mensaje del Ejecutivo a la Iglesia y por otros como un mero trámite dilatado
El Vaticano lo ha confirmado y la Conferencia Episcopal lo ha anunciado a las 12 del mediodía de hoy: monseñor Piero Pioppo (Savona, Italia, 1960) es el nuevo nuncio apostólico de Su Santidad en el Reino de España y el Principado de Andorra. El nombramiento, uno de los más relevantes para la diplomacia vaticana en 2025, llega tras un proceso que ha despertado rumores y especulaciones por la tardanza en hacerse oficial.
Durante las últimas semanas, diversas voces apuntaban a que el Ejecutivo de Pedro Sánchez habría mostrado reticencias a su designación, llegando incluso a interpretarse como un posible veto a un prelado con un perfil claramente conservador o como un gesto de distanciamiento hacia la Iglesia española.
Otros, en cambio, restaron dramatismo al retraso del plácet y lo atribuyeron simplemente a los tiempos administrativos del verano. Sea como fuere, la Santa Sede zanja cualquier duda con la confirmación de su comunicado oficial.
¿Quién es Piero Pioppo?
Ordenado sacerdote en 1985, Pioppo es doctor en Teología Dogmática e ingresó en el servicio diplomático de la Santa Sede en 1993. Ha desarrollado su carrera en destinos tan diversos como Corea, Chile, Camerún, Guinea Ecuatorial o Indonesia, además de haber trabajado en la Secretaría de Estado del Vaticano.
Su trayectoria no ha estado exenta de episodios delicados. Entre 2006 y 2010 fue prelado del Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como ‘el banco del Vaticano’, en una etapa marcada por tensiones internas. También ejerció como secretario personal del cardenal Ángelo Sodano, una de las figuras más influyentes de la Curia en el pontificado de san Juan Pablo II y quien fue decano del Colegio cardenalicio de 2005 a 2019.
Pioppo releva a Bernardito Auza, nombrado nuncio ante la Unión Europea el pasado marzo. La llegada del prelado italiano a Madrid se producirá en un clima marcado por las especulaciones sobre la tardanza en su plácet, interpretada por algunos como un mensaje del Ejecutivo a la Iglesia y por otros como un mero trámite dilatado.