El expresidente de Aragón ha fallecido este viernes, 15 de agosto
Quienes conviven con la primera línea política coinciden en señalar que los representantes del más alto nivel están hechos de otra pasta. Es uno de los calificativos que ha rodeado a la figura del expresidente Javier Lambán (1957-2025) en sus últimos años de vida, quien pese al cáncer que padecía no se apartó en 2021 del mando del Gobierno de Aragón en plena pandemia y tampoco dio un paso atrás después en el debate orgánico del PSOE incluso después de abandonar la Secretaría General en Aragón y el Senado, el punto y final a una trayectoria política de casi cuatro décadas. Como solía repetir, el ejercicio político y su Ejea de los Caballeros natal marcaron su vida, ambas cuestiones estrechamente ligadas.
Desde la derrota electoral del 28 de mayo de 2023, punto y final a sus dos legislaturas al frente de la DGA, Lambán puso fecha a su adiós de los socialistas aragoneses para el día del final de su último mandato orgánico, ni uno más, ni uno menos. Su último Comité Regional, el 22 de noviembre de 2024, previo al Congreso Federal de Sevilla, fue su última llamada a la unidad interna desde un estrado, consciente de lo que vendría en los próximos meses. “A quienes vengan detrás, mi obligación es facilitarles las cosas para que superen el legado que yo heredé”, dijo, parafraseando a Manuel Azaña.
Delegó el mando de la sede de Conde Aranda en Pilar Alegría, con quien nunca rehuyó el choque, y, como cerrando un ciclo, su hueco en el Senado lo cubrió la que fuera su número dos, la turolense Mayte Pérez. Pese a las discrepancias con la dirección nacional y el sector de Alegría, parte del actual PSOE Aragón continuará el legado de Lambán. Así lo prueban Darío Villagrasa, Leticia Soria o Teresa Ladrero, considerada su hija política, como valores al alza de presente y futuro.
Del pasado, todo arrancó para Lambán en el Ayuntamiento de Ejea: concejal en 1983, portavoz de la oposición en 1991, y alcalde entre 2007 y 2014, para después ceder el bastón de mando a Ladrero. De forma simultánea (1991-2011) presidió la Diputación de Zaragoza antes que Juan Antonio Sánchez Quero.
En el Gobierno de Aragón, pasó de gobernar junto a CHA y el apoyo externo de Podemos, que rozó el sorpasso, a capear la legislatura de la pandemia volviendo a los 24 escaños pero obligado a conformar una mayoría inédita de hasta cuatro partidos: PSOE, Chunta, Podemos y el PAR, pese a no ocultar nunca, ya a toro pasado, su predilección por integrar a Ciudadanos en la ecuación.
EL GOBIERNO Y LA MINORÍA DENTRO DEL PSOE
Ocho años en los que revistió su figura y discurso con la tan nombrada “voz propia” de Aragón y su partido en el debate nacional. En especial, a raíz de los choques con Pedro Sánchez por la relación con los partidos independentistas. Una fórmula, pese a la confrontación con Ferraz y a que Lambán se sabía en minoría tras haber respaldado en su momento a Susana Díaz y Eduardo Madina, amparada en los resultados electorales de 2015, 2019, casi 2023 y la amplia trayectoria institucional previa. La irrupción de Vox, la descomposición de Ciudadanos y el PAR en favor del PP al mismo tiempo y la pérdida de fuelle de algunos socios rompían cualquier mayoría posible y le obligaban a decir adiós.
“Habíamos llegado a cada rincón de Aragón, de sus tres provincias, para hablar de lo hecho y, sobre todo, de lo que aún quedaba por hacer. Pero el ánimo no terminaba de arrancar. Y no lo hacía porque lo que sobre todo provocaba ese desánimo no estaba en nuestras manos revisarlo, ni su origen era responsabilidad directa nuestra. Y recalco lo de directa, porque se trataba de determinadas políticas del gobierno de la nación, una coalición liderada por mi partido, lo cual me impedía desentenderme sin más, es decir, que, al menos indirecta, sí que tenía que asumirla. Hubiera sido, además, poco elegante no hacerlo. Se dice que la victoria tiene muchos padres pero que la derrota es huérfana. Es verdad, y yo no intenté compartirla con nadie más allá de analizar las causas de lo que nos estaba pasando”, recogió después en su libro “Una emoción política”.
“Acérrimo madridista”, como se definió en sus memorias subrayando su admiración por Alfredo Di Stéfano, futbolista en su juventud, fan de Joan Manuel Serrat, profesor de instituto o licenciado en Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Barcelona y doctor por la de Zaragoza. Imploró por cerrar las heridas de la Guerra Civil antes del centenario del golpe de Estado franquista del 18 de julio de 1936. “Como diría Serrat, qué le voy a hacer si yo nací en Ejea de los Caballeros”, expresó al cierre de su primer discurso de investidura en 2015.