Por Marcos García-García, doctorado en Bioética CEU USP (Madrid) y parte del grupo de investigación Vulnerabilitas
Vacaciones: ¿Family first…? Matrimonio first
Dicen que la tercera edad tiende a asemejarse a la primera. Muchos ancianos, en efecto, regresan a una suerte de infancia: un proceso natural que no es malo en sí mismo. Unamuno pedía por boca de su personaje más agónico, San Manuel Bueno, Mártir: «Cuando me entierren, que sea en una caja hecha con aquellas seis tablas que tallé del viejo nogal, ¡pobrecito!, a cuya sombra jugué de niño, cuando empezaba a soñar…».
Esta vuelta a los orígenes, sin embargo, requiere de un acompañamiento. Eso mismo practicamos desde el Campo de Trabajo Patrimonio que da Vida del servicio de Pastoral y Voluntariado CEU USP. En la III edición de este verano ha crecido nuestra respuesta frente al clamor del mundo rural.
Por eso, nuestro voluntariado universitario −que nació restaurando parroquias rurales− se ha extendido también a la Residencia de Poo y al Centro de Día de Arenas, en el Concejo de Cabrales. Allí, dentro de la gran labor que se desarrolla, sabemos que un impulso siempre es bienvenido.
El rincón de la España vaciada al que hemos sido llamados es Picos de Europa, en su vertiente asturiana. Podría ser cualquier otro punto del Estado puesto que su capacidad benefactora, de hacer el bien, se queda corta. La injusticia termina por afectar a los más pequeños, a los vulnerables. En este punto, cabe recordar como la solidaridad es efecto de la hermandad.

Solidaritas viene a referirse a lo que es sólido, compacto, unido… genuinamente ordenado en la sociedad. Sin caer en reduccionismos colectivistas, tampoco abocándonos al individualismo actual, hace falta un cambio. El abandono de la esperanza, el decaimiento social y el desplome demográfico apuntan a una crisis más profunda: la secularización.
Recuperemos el sentido de la Caridad que religa lo material con lo espiritual. La piedra clave está en el «mirad cómo se aman». Todos crecemos como personas, a la par que nos damos: bien sea llenándonos de pintura en la obra de una iglesia, bien empujando la silla de ruedas de un anciano necesitado de compañía.