El Pontífice clausura el Jubileo con una misa a la que han asistido más de un millón de chicos de 146 países
«Sois la prueba de que es posible un mundo donde los conflictos no se resuelven con armas», les ha dicho
El Papa recuerda a una joven madrileña fallecida esta semana y a un joven de Murcia ingresado en un hospital de Roma
León XIV ha clausurado este domingo el Jubileo Mundial de los Jóvenes con una misa ante más de un millón de chicos y chicas acampados en el campus romano de Tor Vergata. Después de seis días en los que han hecho nuevos amigos, han rezado y han reflexionado sobre su futuro, les ha dicho que ellos son «la prueba de que es posible un mundo diferente, un mundo de fraternidad y amistad donde los conflictos no se resuelven con las armas sino con el diálogo».
El sábado se quedó rezando con ellos hasta pasadas las diez de la noche, y este domingo a primera hora volvía a esta explanada en las cercanías de Roma para celebrar la misa. A las 7.30 horas, el ruido de las hélices y motores del helicóptero de la ‘Aeronautica Militare Italiana’ que lo trasladaba desde el Vaticano despertaba a los pocos que aún quedaban dormidos en este lugar.
Antes de las 8 de la mañana, más temprano de lo habitual en estos eventos para evitar las horas de calor, el Papa estaba ya recorriendo con el papamóvil los pasillos abiertos para saludar a los jóvenes, que le acogieron entre banderas, sacos de dormir y gorras de colores. «¡Buenos días a todos! ¡Que paséis un buen domingo!», les ha saludado en italiano, español, francés y alemán, ya desde el estrado, mientras se dirigía a la sacristía para revestirse con los ornamentos. Luego, en inglés, el idioma en el que improvisa con comodidad les ayudaba a recogerse, después de una noche de música, risas e incluso unas gotas de lluvia. «Dentro de un momento comenzaremos la celebración de la misa, que es el mayor regalo que Cristo nos ha dejado, su presencia real en la Eucaristía. Que sea una ocasión memorable para cada uno de vosotros. Cuando estamos juntos como Iglesia, seguimos, caminamos juntos y vivimos con Jesucristo. Feliz ceremonia a todos», les ha dicho.
Ha celebrado la misa junto a 7.000 sacerdotes, 450 obispos y decenas de cardenales, entre ellos los españoles Juan José Omella y José Cobo, y le ha acompañado un coro de unas cuatrocientas voces y una orquesta.
En la homilía, ha animado a estos jóvenes y adolescentes a no tener miedo «de sus fragilidades», de «la experiencia de nuestros límites, de la finitud de las cosas», y les ha sugerido usarlas como camino para encontrar a Dios. «No estamos hechos para una vida donde todo es firme y seguro, sino para una existencia que se regenera constantemente en el don, en el amor. Por eso aspiramos continuamente a un ‘más’ que ninguna realidad creada nos puede dar; sentimos una sed tan grande y abrasadora, que ninguna bebida de este mundo puede saciar. No engañemos nuestro corazón ante esta sed, buscando satisfacerla con sucedáneos ineficaces«.
El Papa ha hablado también a los jóvenes que habrían querido estar este fin de semana en Tor Vergata pero que no pudieron salir de sus países. «Estamos más cerca que nunca de los jóvenes que sufren los males más graves causados por otros seres humanos: estamos con los jóvenes de Gaza, estamos con los jóvenes de Ucrania, con los de todas las tierras ensangrentadas por la guerra», ha asegurado. «Mis jóvenes hermanos y hermanas, vosotros sois el signo de que un mundo diferente es posible, un mundo de fraternidad y amistad donde los conflictos no se resuelven con las armas sino con el diálogo». Luego, les ha propuesto volver a encontrarse «con el Sucesor de Pedro» en la próxima Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Seúl, Corea, del 3 al 8 de agosto de 2027.
Un encuentro muy esperado
Lo curioso es que aunque ya había acabado la misa, parecía que el Papa no quería marcharse de Tor Vergata ni despedir a los jóvenes. Después de dar la bendición ha recordado de nuevo a la española María Cobo, de 20 años, quien participaba en uno de los grupos que se encaminaron hacia el Jubileo, pero que regresó a Madrid por problemas de salud y falleció el pasado miércoles. También ha mencionado a la peregrina egipcia Pascale, de 18 años, fallecida en Roma este viernes a causa de un infarto.
Luego, se ha retirado y ha salido de nuevo de la sacristía, ya vestido de blanco y sin los paramentos litúrgicos, y ha tomado otra vez la palabra. «Bueno, chicos y chicas, un último saludo», se ha excusado sonriente. «Os pido que saludéis a los muchos jóvenes que no pudieron venir aquí, a los de tantos países de donde fue imposible salir por las razones que sabemos. Llevad esta alegría, este entusiasmo, a todo el mundo, llevad este saludo a todos los jóvenes que necesitan un mensaje de esperanza».
Los papas hablan con gestos, más que con discursos. León XIV expresa cariño de modo «presencial», buscando «huecos» donde añadir sus palabras más personales, que no aparecen en sus discursos formales. En esas frases improvisadas muestra su mayor fuerza. Para despedirse, este domingo se subió de nuevo al papamóvil y dio una segunda vuelta a la explanada, algo poco habitual en actos papales. Luego, ya desde el helicóptero, sobrevoló varias veces la zona para ver por última vez a estos jóvenes, pues en sus manos está el presente de la Iglesia y del mundo. Mientras los miraba, el Papa estaba seguramente pensando que podía regresar tranquilo al Vaticano.
Palabras para Gaza y Ucrania
A media mañana los participantes han recogido sus trastos y se han encaminado de nuevo varios kilómetros, unos de vuelta a la Ciudad Eterna y otros hasta los autobuses que los llevan de vuelta a sus casas. «Estoy impactado», explica a ABC Chuy, de 22 años, mientras caminaba de regreso. «Me gustó que León nos propusiera que construyamos la paz haciéndonos amigos». «Lo que más me ha gustado ha sido el ambiente, como si ya nos conociéramos todos. También tener tiempo para reflexionar sobre Dios y compartirlo con mis amigas, nunca lo voy a olvidar», dice María, de 17, mientras se dirige al bus que le llevará de vuelta a Madrid.
El argentino de 23 años Fabri, de Rosario, dice a ABC que espera que el Papa siga «esa mirada de apertura de la Iglesia en salida con el planteó Francisco, contar con todos, todos, todos». «Como es matemático le preguntaría cosas de la carrera, porque yo también la estudio», dice sonriente Carmen, que reparte stickers con frases del español san Josemaría Escrivá. «Pues yo después de todo esto le diría que muchísimas gracias por todo, y que no está solo, que puede contar con todos los jóvenes del mundo», le hace eco Lourdes. Después escapan, pues no quieren perder de vista a su grupo, no sea que las abandonen en Roma.