La coalición de PSOE y Sumar se deja 28 escaños respecto al 23-J. Mientras que la suma de PP y Vox logra una holgada mayoría absoluta de 192 asientos
No hay encuesta en España en estos momentos, salvo el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de José Félix Tezanos, que otorgue posibilidad alguna a Pedro Sánchez de contar de nuevo con una mayoría parlamentaria que le haga repetir al frente del Consejo de Ministros. El gobierno de coalición de izquierdas que dirige el país tendría su días contados si hoy se celebraran elecciones generales. La suma del PSOE y Sumar se deja 28 escaños y la de PP y Vox lograría una holgada mayoría absoluta de 192 asientos en el Congreso -22 más-, según el último sondeo de Hamalgama Métrica para Vozpópuli.
Vanesa Nérida
Las perspectivas electorales de Sánchez no son buenas. Por eso, no se plantea en forma alguna un adelanto. Tanto él como su equipo más cercano repiten machaconamente que las urnas se abrirán en 2027, el año que termina la legislatura. Eso sí, no está tan claro en qué momento será la fiesta de la democracia. Este diario ya contó que el líder socialista baraja celebrar un súperdomingo electoral para hacer conincidir los comicios generales con los municipales y autonómicos en busca de una hipermovilización de su electorado, al que agita con el discurso del miedo a la ultraderecha.
Vanesa Nérida
Precisamente, la abstención es uno de los mayores temores de Ferraz. Y con motivo, porque esta, según el sondeo de Hamalgama Métrica, aumentaría casi un punto respecto a las últimas elecciones (33,4% del censo).Los socialistas, según la encuesta, perderían 4,2 puntos; se harían con el 27,5% de las papeletas y 114 escaños -7 menos-, muy lejos de la meta del 35% de los sufragios que la cúpula del partido se ha puesto como objetivo para ser electoralmente competitivo y permanecer en Moncloa. El drama de Sánchez se llama Sumar. El socio del PSOE, que atraviesa una crisis de liderazgo y reputación, cae estrepitosamente y ahonda la crisis reputacional de Yolanda Díaz.
Vanesa Nérida
Sumar, que el 23-J pescó el 12,3% de los votos, perdería la mitad de los apoyos y pasaría de 31 escaños a 10. La fiesta en esta hipotética noche electoral se iría a la sede de Podemos. Los morados, que concurrirían en solitario, irrumpirían con el 5% de los votos y otros tantos escaños, aunque no lograrían el sorpaso a Díaz. El crecimiento de Podemos se ha visto lastrado esta última semana por el escándalo sexual que ha manchado la imagen de Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de la formación. El otro gran aliado de izquierdas del Ejecutivo, ERC, pierde un escaño de los 7 que controla. Los demás socios de Sánchez (Bildu, PNV, BNG y Coalición Canaria) se reparten las mismas cartas a excepción de Junts, que gana el escaño que pierde ERC y se quedaría con 8 actas.
Mientras, el PP y Vox ganan casi la misma proporción de representación parlamentaria que pierden los dos principales partidos de la izquierda. Alberto Núñez Feijóo ganaría 11 escaños respecto a los 137 que tiene ahora. El jefe de Génova se haría con el 34,3% de los votos -1,2 puntos porcentuales más-. Vox calca la subida de escaños del PP -11-, pero con más votos, al pasar del 12,3% al 14,7%, debido al sistema de reparto de escaños, con la ley d’Hont.
Vanesa Nérida
La resistencia hasta 2027
El núcleo duro del Ejecutivo dice que el presidente apretará el botón electoral cuando le convenga e insiste en que solo una moción de censura «improbable» puede impedirlo. «Pedro [Sánchez] convocará elecciones cuando nos convenga, no cuando le convenga a otros. Y el tiempo juega a nuestro favor. Habrá elecciones en 2027. La única forma de impedirlo es una moción de censura y no veo probabilidades de que salga», explica a este diario un estrecho colaborador del presidente, que tampoco cree que los escándalos que salpican al Gobierno determinen esa futura cita electoral.
A priori, la única opción de que el presidente caiga es una moción de censura que pase, sí o sí, por una alianza ‘imposible’ entre el PP, Vox y Junts. Aún así el Gobierno trabaja políticamente para impedirla. Hasta entonces, en el PSOE creen que la operación de derribo de la derecha «mediática, judicial y política» contra el presidente ha provocado una conexión entre el partido, sus militantes y votantes, que se visualizará en las próximas citas electorales. No obstante, la encuesta de Hamlagama no la detecta, ya que alrededor del 5% de los votantes socialistas del 23-J se quedarán en casa y casi el 9% se va al PP.
El presidente, en cualquier caso, ha dejado el partido listo para esa batalla. El cónclave de Sevilla de finales del año pasado fue la apertura de un nuevo ciclo electoral y el presidente está volcado en que su partido sea competitivo en 2027. Por eso ha encumbrado a las principales federaciones a ministros para que compitan electoralmente: Pilar Alegría en Aragón, Óscar López en Madrid; María Jesús Montero en Andalucía; Ángel Víctor Torres en Canarias y Diana Morant en Valencia. Los dos principales partidos se mueven ya en lógica electoral.
Da cuenta de ello la revolución que está viviendo el sector de la consultoría política. Socialistas y populares se han pelado por algunos de consultores más reputados del país. Génova fichó esta semana a Aleix Sanmartín, el gurú que catapultó a Sánchez el 23-J y le ayudó a resistir contra todo pronóstico. En Ferraz, mientras, y como adelantó este diario, negocian el regreso de Iván Redondo donde aterrizaría con un equipo cualificado para ayudar al PSOE a definir la estrategia de aquí a 2027.
Lo cierto es que ni a Sánchez ni a Carles Puigdemont -el conductor de la legislatura- les conviene, en estos momentos, una precipitada llamada a las urnas. Los socialistas ya prevén que los dos años que restan de legislatura serán de guerra cultural, de enmarques políticos constantes para zaherir al adversario y de pocas —»muy pocas»— leyes. «Pedro [Sánchez] va a volver a resistir, como ya ha hecho muchas veces», sostiene un colaborador suyo. En Moncloa descartan por completo que el presidente vaya a sacar a los españoles a votar antes de tiempo.
«Mientras Pedro Sánchez siga siendo presidente hará lo que quiera en el partido», sintetiza un resignado diputado autonómico. Sánchez amplió su ejecutiva en el último Congreso Federal de Sevilla y encajó los bolillos por territorios para resistir y tener listo el aparato. El presidente está decidido a seguir. Y quienes le conocen dicen que se irá cuando los españoles lo decidan en las urnas. El problema es que, en privado, relevantes dirigentes socialistas destacan que la expectativa política de la organización es «estirar la legislatura». «¿Qué proyecto es ese?», se preguntan. A medida que van avanzando las sospechas de corrupción y la mancha se va extendiendo, los ataques del Ejecutivo y del PSOE para defenderse se hacen más virulentos.