Rafa Nadal anuncia su retirada: «Me ha llevado tiempo tomar esta decisión»

El manacorense deja las pistas con 92 títulos en su palmarés; 22 de ellos Grand Slam

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Las mil y una batallas de Nadal contra su cuerpo

Fin. Rafael Nadal baja el telón. Cuando salga por el vomitorio del pabellón Martín Carpena de Málaga el próximo 24 de noviembre, será el Rafael, el Rafel, el de casa. Al otro lado del telón dejará a Nadal. Una palabra que ha llenado de alegrías a medio planeta en estos últimos veinte años y que ha dejado el tenis en otro nivel, uno que, por momentos, casi parecía inalcanzable, irreal, ilógico, solo porque lo jugaba él.

«Me retiro del tenis. Mil gracias a todos», anunciaba este jueves 10 de octubre, con un vídeo en el que desgrana la dificultad de este partido a cinco sets y más de media vida que ha supuesto elegir el momento del adiós. «La realidad es que los dos últimos años han sido difíciles y no he sido capaz de jugar sin limitaciones. Es una decisión difícil, que me ha llevado tiempo pero en esta vida todo tiene un principio y un final. Creo que es el momento adecuado para poner punto final a lo que ha sido una carrera larga y mucho más exitosa de lo que jamás hubiera podido imaginar», describe. Nadal obedece a los constantes latigazos que el cuerpo le ha deparado en los últimos tiempos. Claudica como no lo había hecho nunca porque el calvario de una lesión tras otra, sobre todo desde finales de 2022, también se han clavado en su mentalidad, esa tan a prueba de rivales que solo él mismo ha padecido en su contra.

Desde hace dos años asume que su voluntad se pliega ante la evidencia: no ha podido recuperar el físico, 38 años de machaque constante, para lo que la cabeza quería. Y no porque no lo haya intentado. No se entendería de otra manera este Nadal que se ha levantado de mil y una para regalarse y regalar otra soberbia puesta en escena. Esta vez sí, la última será en esta Copa Davis de noviembre de 2024.

Más de veinte años para 92 títulos, 22 Grand Slams, que no se presagiaban cuando empezó. Atenazado ya de primeras con ese pie que amenazaba su carrera antes de empezar. Por suerte para el tenis, Nadal fue construyendo sobre aquellas plantillas a medida un tenista inverosímil con esa capacidad tan única como irrepetible de desafiar la lógica en cada salida a la pista. De expandir el tenis a otra realidad, que se escapaba del propio deporte porque aglutinó en las pistas y frente al televisor a aficionados de la raqueta y los que pasaban por allí, pero que encontraron en el balear un magnífico ejemplo de valores, constancia, superación, pasión y buen hacer que se ha ido ampliando con el paso de los partidos, de las victorias y también de las derrotas.

Nadal se marcha de un tenis que él ayudó a crear. Uno especial, estratégico, táctico, mental, explosivo, efectivo, demoledor, arrasador, paciente, convencido, pasional. Puro fuego en la mano mientras ejecutaba su plan medido con frialdad en esa cabeza privilegiada que lo ha llevado a ser grande entre los grandes.

Rafa Nadal junto a Carlos Alcaraz, en la Philippe Chartier en los Juegos Olímpicos

Nadal puso músculo en este tenis que empezó con él en abril de 2004, o quizá antes, en su Manacor natal cuando todavía compaginaba el fútbol y la raqueta. Pero sobre todo puso cabeza, quizá la parte en la que más huérfano se va a quedar este otro tenis que ahora comienza sin él.

Solo con unas cualidades innatas trabajadas en el día a día puede llegar a intuirse, que no a entenderse, cómo fue capaz de doblegar a varias generaciones y estilos de tenis. De erigirse como único y exclusivo emperador de la tierra batida. De protagonizar las remontadas más inverosímiles y que iba dibujando de realidad ante los atónitos ojos de los aficionados, que solo podían soñarlo.

De aquella melena, camiseta sin mangas y pantalón pirata con los que desafió al orden establecido que imponía Roger Federer, a ser él el mayor de los retos para todos los demás, gracias a una constante evolución de su juego y de sus movimientos para adaptarse a los rivales, a las nuevas tendencias, a sí mismo conforme pasaban las velas en la tarta.

El último baile de Nadal será en la fase final de la Copa Davis, que se celebra en Málaga. Una cita, con España, en la que el tenista se despedirá de la afición. «Creo que es cerrar el círculo ya que una de mis primeras grandes alegrías como tenista profesional fue la final de la Copa Davis de 2004 en Sevilla», ha añadido.

La carrera de Nadal, en cifras

  • 1080 victorias

  • 227 derrotas

  • 92 títulos

  • 22 Grand Slams: 2 Abierto de Australia, 14 Roland Garros, 2 Wimblendon, 4 US Open (8 finales)

  • 36 Masters 1000: 11 Montecarlo, 10 Roma, 5 Madrid, 5 Canadá, 3 Indian Wells, 1 Hamburgo, 1 Cincinnati (17 finales)

  • 10 ATP 500: 1 Río, 4 Acapulco, 1 Dubái, 12 Conde de Godó, 2 Stuttgart, 1 Hamburgo, 1 Tokio, 1 Pekín (6 finales)

  • 10 ATP 250: 1 Doha, 1 Melbourne, 1 Buenos Aires, 2 Brasil, 1 Stuttgart, 1 Queen’s, 1 Bastad, 1 Sopot, 1 Pekín (6 finales)

  • Copa Davis: 5 (2004, 2008, 2009, 2011, 2019)

  • Juegos Olímpicos: Oro individual (Pekín 2008), oro dobles (Río 2016)

Una lucha contra su cuerpo

Desde el principio, su cuerpo ha sido el gran rival de Rafa Nadal fuera de las pistas. Desde el codo, a la pierna, a una rotura abdominal… Siempre las lesiones -y su rastro- han marcado su carrera. Ni lo mental, ni la ambición, sino su cuerpo han puesto fecha a su retirada. Y su escafoides, ese hueso del pie que tantos quebraderos de cabeza ha dado al tenista. Una malformación degenerativa a la que se sobrepuso gracias a unas plantillas y la tecnología de sus zapatillas; pero que marcó el devenir de su cuerpo, siempre sometido al ritmo que su pie dictaba.