El Papa pide a los obispos que se movilicen para la abolición de la pena de muerte

Francisco convoca el multitudinario Jubileo 2025 «para mirar el futuro con esperanza». Solicita que se perdone la deuda a países pobres y amnistías a los presos

Constata que una de las consecuencias de la falta de esperanza es «la pérdida del deseo de transmitir la vida» y pide medidas a favor de la natalidad

Francisco movilizará el año que viene a los católicos con un Jubileo para que contribuyan a que el mundo «recupere la esperanza». Es el hilo conductor del Año Santo 2025, que atraerá a Roma a unos 40 millones de peregrinos. Para concretarlo, el Papa ha solicitado gestos de clemencia a los gobiernos, como el perdón de la deuda a los países pobres y la amnistía de prisioneros, y ha pedido a los católicos que se movilicen para la completa abolición de la pena de muerte.

«Que en cada rincón de la tierra, los creyentes, especialmente los pastores, se hagan intérpretes de tales peticiones, formando una sola voz que reclame con valentía condiciones dignas para los reclusos, respeto de los derechos humanos y sobre todo la abolición de la pena de muerte, recurso que para la fe cristiana es inadmisible y aniquila toda esperanza de perdón y de renovación», recita la bula ‘La esperanza no defrauda’ con la que oficialmente ha convocado el Jubileo.

En 2018, el Papa ya modificó un párrafo del Catecismo de la Iglesia Católica, y dispuso que «la pena de muerte es inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona». Hasta entonces, este texto admitía el recurso a la pena capital en situaciones extremas, aunque aseguraba que eran «prácticamente inexistentes».

32-40 millones de peregrinos podrían llegar a Roma el año que viene. La ciudad se prepara ya para recibirlos

El texto de la bula, que el Papa ha entregado personalmente a sus principales colaboradores del Vaticano, convoca oficialmente el Jubileo 2025, explica sus prioridades, detalla sus fechas clave y lanza algunas propuestas. Explica que la primera «puerta santa» que abrirá es la de San Pedro, en la misa de la próxima Nochebuena, el 24 de diciembre de 2024. Esta será también la última en cerrarse, el 6 de enero de 2026. Entre ambas fechas, en todas las catedrales del mundo se abrirán otras «puertas santas» el domingo 29 de diciembre y se cerrarán justo un año después, el 28 de diciembre de 2025.

«La indulgencia»

El Papa abrirá otra en una cárcel, además de las de las tres grandes basílicas papales romanas. Como es tradicional, quienes atraviesen su umbral podrán lucrar la «indulgencia jubilar» si en el marco de la peregrinación se confiesan y reciben la comunión. La indulgencia es una gracia especial que consiste en la reparación del mal personal que se ha provocado y del que se ha arrepentido. Por eso mismo, ha adelantado Francisco, el sacramento de la confesión tendrá un papel especial en todas las celebraciones, tanto en Roma como en las catedrales.

El Papa ha llegado al atrio de la basílica de San Pedro a las cinco y media de este jueves. Tenía buen aspecto, pero la voz un poco cansada. Francisco ha rezado las oraciones de pie, ha escuchado la lectura de la bula, y después se ha trasladado al interior de la basílica para tener una breve homilía.

Allí ha explicado con tono poético por qué ha decidido dedicar el Jubileo precisamente a la esperanza. Según Francisco, «la sociedad en la que vivimos, a menudo inmersa sólo en el presente e incapaz de mirar hacia el futuro, necesita esperanza; la necesita nuestra época, que a veces se arrastra cansadamente entre la monotonía del individualismo y del «irla pasando»; la necesita la creación, gravemente herida y desfigurada por el egoísmo humano; la necesitan los pueblos y las naciones que afrontan el mañana cargados de preocupaciones y temores, mientras las injusticias se prolongan con arrogancia, los pobres son descartados, las guerras siembran la muerte, los últimos siguen estando al final de la lista y el sueño de un mundo fraterno corre el riesgo de aparecer como un espejismo».

El Papa ha mencionado también a los jóvenes, «que frecuentemente se sienten desorientados pero deseosos de vivir en plenitud; los ancianos, a quienes la cultura de la eficiencia y del descarte ya no sabe respetar ni escuchar; los enfermos y todos aquellos que están heridos en el cuerpo y en el espíritu, que pueden encontrar alivio con nuestra cercanía y nuestros cuidados».

Propuestas de la bula a los gobiernos

Por otra parte, la bula papal ‘La esperanza no defrauda’ es un documento de 25 puntos que traza el marco del próximo Jubileo. Propone «signos de esperanza» para 2025, nombre con el que Francisco se refiere a sus propias propuestas. La primera es la «paz para el mundo, el cual vuelve a encontrarse sumergido en la tragedia de la guerra». Francisco pide «proyectos concretos, que no falte el compromiso de la diplomacia por construir con valentía y creatividad espacios de negociación orientados a una paz duradera».

También solicita a los gobiernos «formas de amnistía o de condonación de la pena orientadas a ayudar a las personas para que recuperen la confianza en sí mismas y en la sociedad; e itinerarios de reinserción en la comunidad a los que corresponda un compromiso concreto en la observancia de las leyes».

Pide que los «prejuicios y cerrazones» no cancelen la esperanza de los migrantes. «Que a los numerosos exiliados, desplazados y refugiados, a quienes los conflictivos sucesos internacionales obligan a huir para evitar guerras, violencia y discriminaciones, se les garantice la seguridad, el acceso al trabajo y a la instrucción, necesarios para su inserción en el nuevo contexto social». Pide también medidas para acabar con el hambre y la falta de agua, y que «las naciones más ricas condonen las deudas de los países que nunca podrán saldarlas».

Avisa de que una de las consecuencias de la falta de esperanza es «la pérdida del deseo de transmitir la vida». Culpa de esto a «los ritmos frenéticos de la vida, los temores ante el futuro, la falta de garantías laborales y tutelas sociales, modelos sociales cuya agenda está dictada por la búsqueda de beneficios más que por el cuidado de las relaciones» y solicita tanto «el compromiso legislativo de los estados» como el «apoyo convencido por parte de las comunidades creyentes y de la comunidad civil» a quienes quieran tener hijos.

Francisco adelanta que durante el Jubileo habrá pasos de acercamiento hacia otras Iglesias cristianas, como los ortodoxos o los protestantes, pues coincide con el 1700 aniversario del Concilio ecuménico de Nicea, el último que los cristianos celebraron unidos. El Papa invita a cumplir «un paso decisivo en torno a una fecha común para la celebración de la Pascua», pues no todos los cristianos la celebran en la misma fecha. También convocará una «celebración ecuménica» en recuerdo de los cristianos de todas las confesiones martirizados en el último siglo.

Siete siglos de Jubileos en San Pedro

La tradición del Jubileo tiene raíces bíblicas, aunque el primer Jubileo en Roma no se celebró hasta el año 1300. Francisco menciona en su bula que mucho antes, en el año 1122, el entonces Papa Calixto II concedió que se celebrara el Jubileo en Santiago de Compostelacada vez que la fiesta del apóstol coincidiese con el domingo.

Lo curioso es que el Papa cierra la bula mirando más allá de 2025. «Este Año Santo orientará el camino hacia otro aniversario fundamental para todos los cristianos: en el 2033 se celebrarán los dos mil años de la Redención realizada por medio de la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús», recuerda. Será también un Jubileo.

Mientras tanto, la ciudad de Roma intenta prepararse para acoger a lo largo del próximo año a entre 32 y 40 millones de personas. Vendrán a título personal o para participar en alguno de las decenas de «jubileos» específicos para grupos que presidirá el Papa Francisco. Por ejemplo, el 25 de enero será el Jubileo de la Comunicación, dirigido a profesionales de este sector; Y del 16 al 18 de mayo, el de las hermandades y cofradías. El más multitudinario será el Jubileo de los jóvenes, que se celebrará entre el 28 de julio y el 3 de agosto.