¿Qué hay detrás de la voluntad de Hamás de pactar una tregua con Israel?

De la implementación del alto el fuego temporal se deduce el escaso apetito de Irán, patrocinador de Hamás, de propagar el conflicto más allá de Gaza

Como saben una tregua o pausa en las acciones bélicas en la atormentada Gaza se ha implementado. Siempre será una buena noticia el cese del estruendo de las armas, sobre todo, cuando la mayor parte de las víctimas son civiles indefensos; pero también quisiera poder convencerles de que en lo acordado en Qatar podemos encontrar algunos signos esperanzadores a más largo plazo junto a indudables limitaciones. Permítanme que inicialmente intente arrojar algo de luz sobre la esencia del acuerdo: que hay detrás de los conceptos de alto el fuego o pausa/tregua que se están manejando periodísticamente con carácter indistinto. Y porque especialmente para Israel tienen significados muy diferentes. El Gobierno Netanyahu nunca aceptara el término «alto el fuego» -a no ser que vaya acompañado de un adjetivo que lo califique como temporal- pues implicaría el congelar las acciones tácticas en el momento de su entrada en vigor y equivaldría pues a la renuncia en la práctica de eliminar totalmente a Hamás, su objetivo básico desde el 7 de octubre. En cambio, los términos «tregua» y sobre todo el de «pausa» son intrínsecamente temporales y no tienen las anteriores connotaciones. Como ven, no son meras diferencias gramaticales.

De la postura de EEUU e Israel en las negociaciones en Qatar –los egipcios también intermediaron- para llegar a esta pausa tenemos alguna idea; aunque en cambio sabemos muy poco sobre Hamás, y sobre todo que pudo pretender su gran padrino, Irán. Pero las acciones operativas del resto del eje de resistencia de Irán -básicamente Hizbulá, los hutíes de Yemen y las milicias proiraníes en Siria e Irak- nos dan ciertos indicios sobre cuáles pueden ser las intenciones de los ayatolás.

50 rehenes por 150 presos árabes

Imagino que el lector interesado conoce en que consiste básicamente el acuerdo: intercambios progresivos de 50 rehenes israelíes por 150 mujeres y jóvenes palestinos detenidos con un incentivo adicional durante cuatro días de más trueques si todo va bien. Lo que pretende Netanyahu con esto es aliviar la presión interna que tiene con relación a una cierta percibida pasividad suya en el asunto de los rehenes pero sobre todo demostrar al presidente Biden, que intenta aliviar de buena fe la situación de los palestinos civiles en Gaza. Biden está sufriendo un desgaste con el relato de la situación humanitaria en los hospitales de la franja que tiene su popularidad doméstica en unos bajísimos 40% mientras se acerca peligrosamente el momento de las elecciones presidenciales. Es evidente pues que el presidente norteamericano ha presionando fuertemente a Netanyahu para la pausa pese a que la prioridad de este último era antes acabar con Hamás que liberar a los rehenes. Tampoco para Hamás la suerte de 150 palestinos en cárceles de Israel puede ser su gran prioridad; al menos comparada con el objetivo fundacional de acabar con todos los judíos. Y aunque la tregua de cuatro días le venga indudablemente bien para tratar de reponerse y rearmarse. Por eso si Hamás ha accedido a la pausa es por otra causa que no puede ser otra que las presiones de Irán. Esta deducción se complementa por las acciones relativamente moderadas del eje de resistencia iraní que tratan de combinar el mostrar solidaridad con Hamás con no provocar seriamente a Israel y a Estados Unidos. Así los combatientes hutíes, que se encuentran en un cierto alto el fuego con Arabia Saudí, se han limitado a atacar con unos drones y misiles a Israel lo que ha sido fácilmente neutralizado por buques y misiles antiaéreos norteamericanos e israelís. Además han abordado un buque mercante propiedad de un magnate israelí pero con bandera de conveniencia y tripulación neutral en el Mar Rojo. Los ataques de Hizbulá con cohetes al norte de Israel también son limitados y los daños moderados al menos con relación a su capacidad potencial; muestran pues un intento de combinar una cierta reacción a la situación en Gaza con no provocar seriamente a Israel. Unos 30 pequeños asentamientos norteamericanos en Siria y otros tantos en Irak llevan siendo atacados con cohetes y drones por las milicias proiraníes que operan en estos países pero sin producir bajas militares serias directas. Los norteamericanos han respondido también con contención.

Otro aspecto importante a tener en cuenta del conflicto en Gaza es su simultaneidad con la agresión rusa en Ucrania. Para los norteamericanos logísticamente, pero sobre todo para los europeos estratégicamente, los ataques de Hamás y la respuesta de Israel suponen una grave distracción en nuestro apoyo a Ucrania para que pueda defenderse de la agresión del señor Putin permitiendo así que la OTAN pueda incrementar su disuasión. Cabe por lo tanto imaginar que la diplomacia europea habrá sumado sus modestas posibilidades de influir en la guerra de Gaza a las presiones norteamericanas a Israel para que el conflicto no se extienda y se limite el sufrimiento de la población palestina.

Vemos pues que detrás de los firmantes de esta corta pausa, Estados Unidos e Irán parecen compartir un común objetivo: que no se propague el conflicto de Gaza al resto de Oriente Medio. Es una relativa buena noticia –aunque algún incidente insospechado puede frustrar tan noble intento- pues mucho más sufrimiento que el que podamos ver hoy en nuestras televisiones surgirá si los patrones de israelíes y palestinos chocan directamente arrastrando con ello a sus aliados y simpatizantes europeos y árabes. Tras estos cuatro días de calma volveremos a ver más tragedias pero al menos sabremos que los que respaldan a los combatientes desean que el incendio no se propague. Ojalá lo logren.