La primera ola de calor pone a prueba la prohibición de trabajar al aire libre

Los sindicatos se muestran «vigilantes» para garantizar la protección de los trabajadores frente a las situaciones de estrés térmico, que el pasado año se cobraron varias vidas

La construcción pide un cambio de la ordenanza municipal de Zaragoza para iniciar la jornada una hora antes, pero el ayuntamiento no se lo plantea por el momento

La primera ola de calor del año ha entrado en Aragón, donde este domingo la localidad turolense de Hijar alcanzó la máxima temperatura del día, con 40,4 grados, y en la ciudad de Zaragoza se llegó a los 38,7. Con el mercurio en semejantes umbrales, ha llegado el momento de poner a prueba la normativa que entró en vigor hace un mes sobre prevención de riesgos laborales para evitar accidentes relacionados con la exposición a altas temperaturas. Esto puede implicar incluso la paralización de trabajos al aire libre con el fin de proteger a las personas trabajadoras del estrés térmico. En la memoria colectiva sigue presente la muerte el verano pasado de un barrendero en Madrid y un operario en Andorra por golpes de calor.

Una operaria de limpieza viaria de Zaragoza, una de los trabajos afectados por la ola de calor. | ANDREEA VORNICU

Una operaria de limpieza viaria de Zaragoza, una de los trabajos afectados por la ola de calor. | ANDREEA VORNICU

No hay constancia de que se haya detenido ninguna actividad en la comunidad autónoma por este último episodio de calor extremo, pero hay que tener en cuenta que coincidió con el fin de semana, cuando la mayoría de los sectores no funcionan. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) llegó a activar la alerta naranja por altas temperaturas este domingo en la Ribera del Ebro, con la previsión de alcanzar máximas que podían llegar a los 39 grados, como así ocurrió. El aviso descendió ayer a nivel amarillo, con previsión de alcanzar hasta 36 grados.

El decreto aprobado en Consejo de Ministros el pasado 11 de mayo prohíbe actividades al aire libre cuando la Aemet decrete la alerta naranja o roja, siempre y cuando las empresas afectadas hayan determinado que las medidas preventivas ya habilitadas no garantiza la protección de los empleados. Si pueden modificar o reducir la jornada y minimizar esos riesgos no hará falta suspenderla.

«De momento estamos vigilantes», señaló ayer José de las Morenas, secretario de Política Sindical e Industrial de UGT Aragón, quien incidió en la necesidad de establecer, dentro del marco de negociación colectiva, «criterios para proteger la salud de los trabajadores» frente a fenómenos meteorológicos adversos como las temperaturas extremas. A su juicio, es adecuada la última modificación legal –el Real Decreto-ley 4/2023, de 11 de mayo– porque refuerza una regulación sobre prevención que antes se centraba en espacios interiores e introduce «criterios objetivos» para decretar la paralización de actividades.

Modificar horarios o adaptar la jornada

De las Morenas consideró, no obstante, que antes de parar de trabajar «hay que explorar diversas fórmulas y medidas» dentro en la mesa del diálogo entre la empresa y la representación de la plantilla. La modificación de los horarios o la adaptación de la jornada laboral pueden ser una vía, apuntó, para limitar «la exposición a las mayores horas de insolación». También son convenientes medidas técnicas como una «correcta hidratación» de los trabajadores, el uso de la ropa laboral adecuada o el uso de cremas de protección solar.

Si no hay acuerdo entre ambas partes, el comité o los delegados de seguridad y salud laboral de las empresas pueden ordenar la paralización de la actividad si considera que existe «un riesgo grave e inminente». En este sentido, juegan un papel clave la Inspección del Trabajo, que ha redoblado la vigilancia para que se cumpla la normativa.

Los empresarios no consideran que fuera necesario el decreto del calor. «Las empresa ya tenían por ley que garantizar el bienestar y la salud de los trabajadores y la obligación de evaluar el riesgo el estrés térmico», apuntó el director general de la CEOE Aragón, Jesús Arnau, quien consideró que la nueva normativa peca de «demagogia» y «nadie la demandaba». «Ante el frío y el calor extremo hay que hacer lo que se ha hecho siempre, tratar de adaptarse a las temperaturas y ser sensatos», concluyó.

Todo apunta a que la problemática del calor en el mundo laboral va a ser una tónica en los próximos meses. El pasado verano fue ya el más caluroso de la historia de Europa y también el más cálido del último medio siglo en España, con 42 jornadas bajo situación de ola de calor, lo que equivale a la mitad del periodo estival en situación de calor extremo.

En 2022 se produjeron 168 accidentes laborales debidos a la exposición al calor y por insolación, cifra que casi triplica la de avance de 2021. Además, se produjeron 111 accidentes por exposición a temperaturas extremas, un 24% superior a la registrada en el avance 2021. Varias personas perdieron la vida en el trabajo por golpes de calor, una de ellas en Aragón, en las obras de desmantelamiento de la térmica de Andorra, según denunciaron los sindicatos.

Construcción, limpieza viaria y hostelería son tres de las actividades más expuestas a situaciones de estrés térmico en el exterior, mientras en los espacios interiores los puntos más críticos se dan la siderurgia y las fundiciones. Para Vicente Lafuente Pastor, gerente de la Fundación Laboral de la Construcción en Aragón, ya existía regulación para la prevención de estas situaciones, lo que hace en nuevo decreto «es precisar, concretar y enfatizar la evaluación de riesgos de la salud laboral. «En el caso de alertas, se tendrá que contemplar la posibilidad de paralizar o suspender la actividad. Si se paran equis horas habrá que ver, siempre con la negociación colectiva, cómo se recuperan», apuntó. Una de las maneras sería fijar una distribución irregular de la jornada o crear una bolsa de horas.

Lafuente aboga por cambiar las ordenanzas municipales para que las obras de construcción puedan iniciar su jornada una hora antes –a las 7 en lugar de a las 8– en periodos de ola de calor, una demanda que comparten empresarios y sindicatos. La propuesta ya ha sido lanzada en varias ocasiones al Ayuntamiento de Zaragoza, que de momento no se plantea hacer este cambio, aunque el año pasado sí aprobó un decreto que permite flexibilizar el horario laboral en las obras municipales (emprendidas o adjudicadas).