El presidente espera al Miércoles Santo «con mariposas» por ser el día que se encuentra con sus amigos de la infancia y el Cristo que venera
Dio los toques de campana al trono y llevó sobre su pecho la medalla de ‘hermano distinguido’
Este año, Moreno sale con toda su familia, el año pasado ya lo hizo con sus tres hijos
El sol entraba por la puerta del salón de tronos de la casa hermandad de las Reales Cofradía Fusionadas para bañar la campana dorada y la primera hilera de hombres de trono, delante de ellos estaba Juanma Moreno, presidente de Andalucía, que tiene el honor de ser ‘hermano distinguido’ de estas cofradías, cuyo Cristo de la Exaltación porta sobre su hombro derecho cada Semana Santa.
Sin embargo, este año será especial. «Salgo al completo con mi familia. Una vez al año me reencuentro con los amigos de la infancia, con muy ciudad, la imagen que venero, el cristo de la exaltación y con la Semana Santa de Málaga y Andalucía. Es un día en el que tengo mariposas. Es muy bonito«, ha afirmado antes de meterse entre los varales.
Le espera una larga estación de penitencia en uno de los laterales del trono, ese mismo que bajo sus sagradas imágenes lleva un grupo exclusivo de mujeres. Es el ‘submarino’ de la Exaltación, que cada año va hombro con hombro con el presidente andaluz por las calles de Málaga durante las horas de recorrido. «Se piensan muchas cosas. A lo largo de ocho o nueve horas voy a esta tranquilo, sereno, para pensar cómo ha ido el año, las cosas buenas y las malas. Reflexionar sobre la vida«, ha añadido el presidente.
Este año, el presidente andaluz ha dado los primeros toques de campana, después de abrazarse con los miembros de su varal, a los que llama «hermanos» durante el saludo. Bromeó con algunos y, con el mazo en la mano, cuando llegó la hora, bajo los sones de la banda de la Coronación de Campillos, hizo sonar la campana. Los toques colocaron a sus compañeros de túnica negra en el varal y luego les hicieron arrimar el hombro.
Manuela Villena, la esposa del presidente, ya se había cubierto el rostro con el capirote rojo, y sus hijos habían tomado posiciones. Uno de monaguillo y otros dos de nazarenos. Sus hijos ya le acompañaron el año pasado. La familia comenzó su estación de penitencia con su devoción malagueña, esa que siempre acompaña al presiente. Algo que confesó cuando fue distinguido como ‘hermano distinguido’.
En su pecho, la medalla lucía en esta ocasión la cruz de oro, a modo de pasador, con el nuevo cordón que lo acredita. Al recibirlo dijo que era «la renovación de un vínculo muy íntimo», que este año, además, por primera vez, ya ha hecho extensible a toda la familia.
