La división de la izquierda y la caída de Cs amenazan el poder de Sánchez

Los nombres de los primeros fichajes con los que la dirección del PP ha arrancado el año electoral han hecho que se vuelva a hablar de la ex vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría. La lectura más simple se resume en que Feijóo recupera al «sorayismo», cuando, sin embargo, el proceso en el que está inmerso el PP no tiene nada que ver con las corrientes del pasado. «No es sorayismo, es vuelta a la centralidad». Este análisis de un exministro, que está en el grupo de los que susurran en la sombra al líder nacional del PP, apunta más a un proyecto en el que la estrategia de Génova, en cuanto a la definición del equipo nacional, listas y programa, está sometida a la idea de ofrecer una alternativa transversal a la que pueda sumarse un votante del PSOE, de Ciudadanos y de Vox.

Feijóo no fue nunca «sorayista» y la incorporación de figuras del partido que estaban cercanas a la «mano derecha» de Mariano Rajoy envía al PP el mensaje de que en esta etapa la dirección no se mueve por afinidades o supuestas lealtades. En la galaxia de Feijóo han empezado a girar nombres como el del vasco Borja Sémper o el del ex ministro Íñigo de la Serna, que son un primer «golpe» dentro de la operación dirigida a contrarrestar la ofensiva de la izquierda que coloca a PP y a Vox bajo la misma pancarta de la «ultraderecha».

El equipo electoral de Génova confía en que la reordenación en la derecha, por la desaparición de Ciudadanos, sea un factor decisivo en los resultados electorales de 2023. Dentro del bloque del centro derecha, el PP es el partido con más implantación territorial, y, por ello, con más capacidad de presentar listas en los municipios de menos de 10.000 habitantes.

Génova recuerda que en las municipales de 2019 fueron el partido que ganó en votos y alcaldes, pero que la división de la derecha en tres candidaturas benefició al PSOE hasta el punto de permitirle hacerse con una docena de capitales de provincia en las que la suma de votos de PP, Cs y Vox era claramente superior a la de la izquierda. En el equipo de campaña sostienen que con una distribución del voto como la que existe actualmente, el PP sería el partido más votado y conseguiría el gobierno de todas ellas, con el apoyo o la abstención de Vox. En la lista están Logroño, Valladolid, León, Segovia, Burgos, Guadalajara, Ciudad Real, Albacete, Cuenca, Granada, Jaén y Huesca.

Desde las últimas elecciones autonómicas de Castilla y León Vox ha apostado por un cambio de política de alianzas y exige la entrada en todos los gobiernos en liza que necesitan de su apoyo. No variará esta política en este año.

Los socialistas son conscientes de que esta docena de capitales de provincia está en serio riesgo por la situación crítica que atraviesa Ciudadanos. Las encuestas que manejan PSOE y PP coinciden, además, en anticipar la misma tendencia a la baja del voto socialista frente al ascenso del PP, y advierten del riesgo de que Unidas Podemos no alcance en muchas plazas el 5 por ciento necesario para conseguir concejales. «Nosotros no nos jugamos ninguna alcaldía importante, mientras que si, finalmente, hay división en el espacio de la izquierda, el PSOE se quedará sin margen para establecer alianzas de gobierno». El PP va a por todas en Andalucía después de la mayoría absoluta de Juan Manuel Moreno y aspira a ocupar las principales alcaldías. El PSOE trabaja para conquistar Barcelona, para lo que necesitará algún tipo de acuerdo con ERC o los Comunes, pero alcanzar esa meta, que no es un camino fácil, puede no ser suficiente premio para compensar la pérdida de poder municipal en el resto de España.

El PSOE también se juega mucho en las elecciones autonómicas, mientras que el PP tiene asegurados los dos gobiernos en los que ya ocupa la Presidencia, Madrid y Murcia. Aunque el PP gane en votos al PSOE en las municipales, la victoria de mayo se medirá en cómo queda el reparto autonómico y en hasta dónde consiguen los populares cumplir las altas expectativas que se han marcado. Desde la dirección nacional están dejando caer el mensaje de que están en condiciones de conseguir los gobiernos de todas las autonomías que preside la izquierda. Estas optimistas expectativas pueden ayudar al PSOE si los pronósticos no se cumplen. Se compararán en número y en relevancia las Presidencias autonómicas que se lleva cada uno de los dos principales partidos, y hay una clave que está encima de la mesa de los dos equipos electorales, Valencia. Esta comunidad, por el número de escaños que aporta al Congreso, será determinante en lo que pase en las elecciones generales: la mayoría absoluta del PP en este feudo ha anticipado siempre su victoria a nivel nacional.

Igual que ocurre con los ayuntamientos, también a nivel autonómico el PSOE depende de que los socios aguanten. En Extremadura, la caída de Unidas Podemos exigiría al PSOE repetir la mayoría absoluta, que es la única opción que también tiene Emiliano García-Page para mantener la Presidencia de Castilla-La Mancha. El PSOE depende de lo que ocurra en el espacio de la izquierda para conservar Baleares, La Rioja o la Comunidad Valenciana. Mientras que en Aragón la última palabra la pueden tener los partidos regionalistas.

El equipo electoral de Feijóo prepara una campaña autonómica y municipal con perfil nacional, como un plebiscito entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, porque creen que esto perjudica a los candidatos socialistas. Y Podemos, Pablo Iglesias, tiene en sus manos el futuro de Pedro Sánchez y de Yolanda Díaz si torpedea la unión de la izquierda en la plataforma Sumar. Iglesias quiere mandar en esa plataforma, y de que acepte o no renunciar al control de la alianza de la izquierda depende, en buena medida, el resultado de las próximas generales.