Rishi Sunak (1980, Southampton) no bebe gota de alcohol y eso es algo que «irrita sumamente» a su esposa. También a su padre, al que le hubiera gustado compartir con él de vez en cuando una copa de vino. «Cuando estaba en la escuela de primaria y me decían: ‘Tienes que comer este arroz con leche o no puedes levantarte de la mesa’, mi madre tenía que venir a recogerme porque me podía pasar allí horas. Soy muy quisquilloso con la comida. Hay determinados alimentos que me enferman físicamente. Y lo mismo me pasa con el alcohol. Yo lo intenté, mis amigos lo intentaron, mi familia también… Pero no hubo manera», aseguraba en una reciente entrevista con ‘The Times’. Quizá sea esta una de las grandes diferencias que le separan de Boris Johnson. De entre todos los escándalos protagonizados por la ‘ambición rubia’, el del Partygate fue el más memorable.
Boris confió en Sunak como titular del Tesoro en febrero de 2020 cuando era un desconocido miembro del Gabinete, cuyo gran reto hasta entonces había sido dirigir una consulta sobre la accesibilidad de los inodoros para discapacitados. Aceptó el puesto cuando no había cumplido los 40 años. Pero llegó la pandemia y utilizó la experiencia que había adquirido trabajando previamente en la City para desarrollar un programa que le valió gran popularidad.
Comenzó a despuntar, aunque muchos no le veían con los ‘instintos asesinos’ que se requieren para los altos cargos. Sin embargo, el aprendiz acabó apuñalando al maestro por la espalda. Su dimisión como ‘chancellor’ el pasado mes de julio fue lo que acabó precipitando la salida de Boris. Y, tras las primarias más breves del Reino Unido —como la propia Liz Truss— es Sunak quien se muda ahora al Número 10.
El ‘premier’ más joven, indio y millonario
A sus 42 años, hace historia por muchas razones. Es el primer ministro más joven en dos siglos, el primero en ser de origen indio y el primero en profesar la religión hindú en un país donde el monarca es jefe de Estado y máxima autoridad de la Iglesia de Inglaterra. También es el primero en ser más rico que el propio Carlos III. Su esposa, Akshata Murty —con la que tiene dos hijas, de 11 y nueve años—, es la hija de Narayana Murthy, el llamado Bill Gates de la India.
Euroescéptico convencido, pero del ala más moderada de una formación a la que quiere ahora unir, Sunak se presenta como un conservador tradicional de impuestos bajos. Eso sí, no a costa de subir la deuda. A diferencia de su fugaz predecesora, insiste en que solo los bajará cuando la inflación (ahora del 10,1%) haya bajado y las cuentas públicas se hayan estabilizado (la deuda roza ya el 100%).
Su entrada este martes en Downing Street pone el broche de oro a una trayectoria política meteórica que comenzó cuando ganó su escaño en 2015. La prensa local le bautizó entonces como el ‘Maharajah de Yorkshire Dales’. Celebró su entrada en Westminster por todo lo alto con una gran fiesta con los miembros de su circunscripción al norte de Inglaterra, con champán y canapés. Realizó su juramento parlamentario a Isabel II sobre el Bhagavad Gita hindú. Tradicionalmente, el distrito de Richmond siempre ha sido conservador. Aunque, durante aquella campaña, una de las frases que más se escuchaban cuando se preguntaba por el candidato era aquello de «no soy racista, pero…».
Para la gran mayoría, sigue siendo un enigma. Se trata de un político cauteloso, rígido y callado, que pasa más bien poco o nada por el bar de Westminster, donde se cuecen las cosas. Amante del deporte y del rap —sus opciones favoritas para los karaokes son los clásicos de los noventa de Vanilla Ice—, va siempre impoluto, ya sea con sus trajes a medida o con las sudaderas con capucha que luce los días que va de ‘sport casual’.
A simple vista, Sunak podría pasar perfectamente como ‘tory de manual’: educado en el selecto colegio de Winchester, pulido luego en Oxford y con fortuna amasada posteriormente en la City. Con todo, son pocos los que en el verano previo a entrar en una de las universidades más selectas del mundo tienen que trabajar como camarero en un restaurante indio cercano al puerto de Southampton (sur de Inglaterra). «Rishi, tú vas a llegar a ser alguien importante«, le dijo Kuti Miah, propietario del local.
‘La educación transforma la vida de las personas’
Miah es amigo de sus padres, Yashvir y Usha Sunak, ambos ‘punjabis’ hindúes nacidos en Kenia y Tanzania respectivamente, cuyos progenitores habían emigrado de la India. Después de la independencia, ambas familias abandonaron el este de África hacia Inglaterra a mediados y finales de la década de 1960. Yashvir y Usha se conocieron en Southampton y se casaron. Él se convirtió en médico de cabecera y ella comenzó a dirigir una farmacia.
Rishi Sunak es el mayor de los tres hijos que tuvo la pareja. Es un enamorado del críquet y apoya fervientemente a Inglaterra cuando le toca jugar contra India. La entrada en el elitista colegio de Winchester no fue fácil. Consiguió plaza, pero no beca, por lo que sus padres tuvieron que hacer frente a más trabajos para pagar una matrícula que ronda las 43.335 libras al año.
«No me di cuenta hasta mucho más tarde de lo difícil que fue en realidad y de todos los sacrificios que tuvieron que hacer mis padres. Creo que la educación es la forma más poderosa en que puedes transformar la vida de las personas. Como primer ministro, quiero hacer eso», manifestó durante las primarias de verano, donde los afiliados le relegaron a un segundo puesto por detrás de Liz Truss. Muchos le siguen viendo como un traidor por lo que le hizo a Boris.
La política no estuvo en un principio en su punto de mira. En la universidad se convirtió en presidente de la Sociedad de Inversión de Oxford, donde jóvenes estudiantes entusiastas invitaban a los banqueros a darles una conferencia sobre cómo triunfar en la City. Tras su graduación en 2001, fue directamente a Goldman Sachs. Luego pasó dos años en California completando un MBA en Stanford, una de las universidades más respetadas, donde se formaron muchos de los gigantes tecnológicos de Silicon Valley que dominan hoy la economía mundial. Y después regresó a Londres a trabajar en ‘hedge funds‘.
Fue durante el máster en California cuando conoció a la que sería su esposa. La boda, celebrada en 2010 en la India, aglutinó a muchas de las personalidades del país. El matrimonio entró en la lista de los más ricos del ‘Sunday Times’ por primera vez este año con una fortuna combinada de 730 millones de libras. Su esposa por sí misma es ya más rica que Carlos III.
La pareja se ha enfrentado a afirmaciones de que son demasiado ricos para comprender las preocupaciones de muchos votantes, sobre todo este invierno, en el que muchos hogares se enfrentan al complejo dilema de calentarse o comer. Sunak lo rechaza de pleno: «Creo que en este país juzgamos a las personas por su carácter y sus acciones, no por lo que hay en su cuenta bancaria. Soy afortunado hoy, pero no crecí así. Trabajé muy duro por lo que tengo, mi familia trabajó duro y es por eso que quiero hacer este trabajo».
Pero los críticos tienen algo de razón. Las polémicas que protagonizó en abril fueron grandes resbalones. Cuando los británicos se enfrentaban ya al mayor descenso en los estándares de vida en 70 años, las facturas de energía habían aumentado más del 54% y el propio pan se había convertido en artículo de lujo en algunos hogares porque los ucranianos, grandes exportadores de trigo, han abandonado sus campos para luchar por su vida en la guerra contra los rusos, al entonces ministro del Tesoro se le vio con unas zapatillas valoradas en 420 euros.
El dinero acorrala al primer ministro
La llamada ‘Declaración de primavera’, en que Sunak actualizó las medidas económicas ante la realidad fiscal y financiera, supuso un auténtico mazazo con las subidas más altas de impuestos desde 1940. El único alivio fue la rebaja de cinco céntimos por litro del impuesto al combustible. Pero hasta eso quedó empañado porque el ‘chancellor’ —siempre pendiente de la foto de Instagram— tuvo errores de principiante en relaciones públicas.
Se presentó en una gasolinera con un modesto KIA para llenar el depósito, pero luego no sabía cómo realizar el pago con la tarjeta. Como era de esperar, el coche ni siquiera era suyo. Dejó su alta gama aparcada para pedirle prestado el vehículo a un empleado de supermercado. Pero la jugada no le pudo salir peor. Aunque la gota que colmó el vaso fue cuando salió a la luz que su esposa, Akshata Murthy, era ‘non-dom’, es decir, tenía un estatus fiscal no domiciliado que le permitía ganar dinero en el extranjero libre de impuestos en Reino Unido. Se trata de una fórmula diseñada para aquellos cuyo hogar permanente no se encuentra en el Reino Unido. Ella alegó que India, su país de origen, no permite que sus ciudadanos tengan doble nacionalidad.
Acosado por las críticas, Sunak estuvo a punto de dimitir, pero no lo hizo. Ni siquiera cuando días más tarde la policía le multó por haber infringido las restricciones del covid participando en la ‘fiesta sorpresa’ que se preparó a Boris por su cumpleaños. En realidad, su mujer, Carrie, le trajo una tarta, se sirvieron unos refrescos y le cantaron el cumpleaños feliz antes de una reunión de Gabinete. Nada salvaje.
Aunque Sunak se decantó primero por desarrollar su carrera profesional en la City, su vinculación con el Partido Conservador siempre estuvo de alguna manera presente en su vida. Sus años escolares coincidieron con la gran victoria del laborista Tony Blair en 1997. La noche de las elecciones en el propio colegio se respiraba euforia. Pero para Sunak no había nada que celebrar. La historia de su familia estaba más cerca de la de Margaret Thatcher.
Al ver los primeros resultados del recuento, comenzó a escribir un artículo para la revista escolar, ‘The Wykehamist’, lamentando la noticia. Su principal queja era Europa. Blair «se deleita con la etiqueta de un patriota, pero tiene planes para la posible ruptura del Reino Unido y la membresía de un eventual Superestado europeo». Las semillas del Brexit ya estaban en su mente.
Como consecuencia, todos aquellos que le acusaron de subirse al carro del euroesceptismo en el último momento están equivocados. Cuando el entonces ‘premier’, David Cameron, se enteró de que Sunak había decidido hacer campaña por la salida del bloque en el histórico referéndum de 2016, dijo: «Si hemos perdido a Rishi, hemos perdido el futuro del partido».
Indudablemente, el covid y la guerra en Ucrania han jugado su papel. Pero el hecho es que el año que se celebró la histórica consulta sobre la permanencia en la UE, la economía británica representaba un 90% del tamaño de la alemana, y ahora es menos del 70%. Desde el divorcio, la inversión empresarial ha estado creciendo en todos los demás países del G-7, pero no en el Reino Unido.
Sunak, sin embargo, se muestra optimista sobre las perspectivas de recuperación. «El cambio de mentalidad que ocurrirá como resultado del Brexit es positivo para nuestro país, donde buscaremos hacer las cosas de manera diferente», dice. «Esa visión se remonta a mis años de formación en California y creo que con suerte servirá como un cambio de mentalidad para nuestro país para hacernos pensar: ¿cómo podemos hacer las cosas de manera diferente, más audaz, más radicalmente? Se avecinan algunos tiempos difíciles, pero sé lo que se necesita y tengo lo que se necesita para ayudar al país a superar eso, para asegurarnos de que salgamos resilientes«, añade. A ver si es cierto que, en esta ocasión, tiene más tiempo para ejecutar su plan que sus predecesores.