Un Gobierno en disputa permanente

Que la primera coalición de la democracia en el Ejecutivo central conllevaría tensiones entre sus integrantes, PSOE y Unidas Podemos, se daba por descontado. Pero el discurrir de la legislatura ha ido dejando al descubierto que las fisuras, lejos de circunscribirse a la convivencia entre los socios, van más allá. Los socialistas mantienen enfrentamientos con los podemitas, estos cada vez más con Yolanda Díaz, e incluso los ministros elegidos por Sánchez chocan.

Al Gobierno le dividen asuntos de diversa índole, y como se vio ayer en el pleno del Congreso, las discrepancias ya ni siquiera se ocultan. Por ejemplo la que se refiere a la cumbre de la OTAN de Madrid, que Podemos boicotea, mientras que Díaz e incluso el ministro Alberto Garzón, líder de Izquierda Unida (IU), se desmarcan de esa actitud.

Sánchez dijo ayer sin tapujos, desde la tribuna de la Cámara Baja, que cree que sus compañeros de gabinete «se equivocan». En la bancada azul, la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, e Irene Montero, no ocultaban gestualmente su discrepancia e incluso entre la titular de Igualdad y la de Sanidad, Carolina Darias, casi vecinas de escaño, se sustitaba una agitada conversación al respecto. Tampoco están de acuerdo en Unidas Podemos con un aumento del gasto en Defensa, en este caso, ni siquiera lo apoya la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que acostumbra a alinearse más con el presidente y se aleja de la oposición radical que suele defender Podemos en su propio Gobierno ante algunos temas. Igualdad, por ejemplo, es otra materia que ha generado intensos conflictos. De hecho, el primer gran enfrentamiento de la coalición fue en 2020 por la ley de libertades sexuales de Irene Montero que el PSOE quiso frenar por «fallos técnicos».

Con política exterior hubo otros momentos tensos, como cuando antes de una visita a Marruecos, Pablo Iglesias, exlíder de Podemos, defendió el derecho a la autodeterminación del Sahara. El envío de armas a Ucrania también hizo que Belarra estallara contra el PSOE. En los últimos meses, con el cambio histórico de la postura de España, también hubo mucha bronca. Sánchez no informó ahí ni a Díaz ni a Belarra.

Además de sus choques con el PSOE, en Unidas Podemos tienen los suyos dentro: son tres sectores en un mismo Gobierno. Díaz y Garzón están más sintonizados mientras Montero y Belarra van por otro lado. La configuración del proyecto electoral de la vicepresidenta deterioró mucho la relación.

Marlaska, Robles y Bolaños

La crisis suscitada por el caso Pegasus ha mostrado en las últimas semanas las diferencias entre pesos pesados del Consejo de Ministros. Tras comunicarse el pasado dos de mayo la infección de los móviles de Sánchez y de Margarita Robles se desató una batalla larvada entre Defensa y el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, a cuenta de quién era el responsable de las comunicaciones. Robles comenzó esa escaramuza señalando de manera velada a Bolaños y cerrando filas con la directora del CNI, Paz Esteban, a la que sin embargo tuvo luego que cesar por orden de Moncloa.

Robles y Marlaska, los dos magistrados del Gobierno, llevan tiempo chocando por las competencias de sus respectivos ministerios, muchas veces tangentes. Lo hicieron por el despliegue de la Operación Balmis de las Fuerzas Armadas durante la primera ola de la pandemia, y lo volvieron a hacer en 2021 como consecuencia de la tormenta Filomena y el despliegue en Madrid de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en Madrid, que provocó recelo en Interior por falta de coordinación con las fuerzas de seguridad. Pero además, destituciones de Interior en la Guardia Civil como el cese del coronel Diego Pérez de los Cobos o, al inicio de la legislatura, del director general del cuerpo, Félix Azón, fueron cimentando la ‘guerra fría’ entre ambos departamentos.