Feijóo pone a prueba la unidad del PP con la renovación regional más conflictiva

Cuando Alberto Núñez Feijóo llegó al despacho del presidente nacional del Partido Popular, en la séptima planta de Génova, le estaba esperando una carpeta con todos los congresos regionales que los anteriores jefes, Pablo Casado y Teodoro García Egea, habían dejado para el final del proceso interno de renovación territorial. Era una especie de ‘regalo’ envenenado de bienvenida, una decena de bombas de relojería que si no se trataban con máximo cuidado podían explotarle literalmente en las manos y abrir un boquete en el nuevo PP recién estrenado. Marcados en rojo, los congresos regionales de Madrid, Extremadura, Cantabria, Asturias, País Vasco, Cataluña… Cada uno de ellos un polvorín con riesgo alto de saltar por los aires.

Ante todo mucha calma, se dijeron en el nuevo PP, sin prisa por afrontar los exámenes internos. Feijóo quería ser noticia por sus propuestas económicas, su rebaja de impuestos y su mano tendida al Gobierno en asuntos de Estado, y no por cuestiones orgánicas del partido, que habían desangrado a esta organización política en los meses anteriores, durante la presidencia de Casado. El objetivo era quitar el foco de Génova y ponerlo en su alternativa política, que se hablase del PP por lo que ofrece a los ciudadanos, y no por sus peleas o su vida interna.

Pero hubo una excepción: Madrid. En el comité ejecutivo nacional del 11 de abril, nueve días después de ser elegido líder nacional, Feijóo dio luz verde a la convocatoria del congreso regional, para elegir a Isabel Díaz Ayuso presidenta. Fue una de sus primeras decisiones, para cerrar cuanto antes la herida abierta en el partido, que a punto estuvo de ser mortal. Después de un año de tensiones internas, el congreso, convocado de forma extraordinaria y por tanto sin ponencia ideológica, se abrirá el próximo viernes y al día siguiente Ayuso será proclamada presidenta regional, arropada por toda la cúpula del PP, para exhibir la unidad construida tras la explosión interna de febrero. Ese sábado, Feijóo volará a Galicia para participar en el congreso regional del PP, convocado ese mismo fin de semana para elegir a su sucesor, Alfonso Rueda, nuevo presidente de la Xunta. Los cónclaves se solapan un solo día, suficiente para que Ayuso y Feijóo compartan protagonismo en un fin de semana que marcará un punto de inflexión en esta etapa del PP.

Respiro para desahuciados

Feijóo cerrará así la cuestión madrileña, que había tenido ensimismado al partido durante el último año. Pero más allá de esta comunidad se multiplicaban los problemas para la anterior dirección. Algunos dirigentes regionales como José Antonio Monago en Extremadura, María José Sáenz de Buruaga en Cantabria, Alejandro Fernández en Cataluña, Teresa Mallada en Asturias o Juan José Imbroda en Melilla veían cómo sus puestos pendían de un hilo. Alguno de ellos, como Monago, ya sabía que Casado y Egea no contaban con él. Otros lo intuían por lo que llegaba a sus oídos de terceros, aunque en Madrid su defenestración era ‘vox pópuli’.

Pero ahora, de la noche a la mañana, ha surgido una nueva oportunidad para los desahuciados en el PP. Nada se da por hecho y todo, en cierta forma, vuelve a la casilla de salida. Los que se daban por caídos tienen la posibilidad de resurgir de sus anunciadas cenizas. De momento, Feijóo encargó hace más de un mes al coordinador general, Elías Bendodo, y al vicesecretario de Organización, Miguel Tellado, un informe sobre los congresos pendientes para celebrarlos con garantías de unidad y empezar a preparar ya las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023. El objetivo sería tener resueltos la mayoría antes de agosto, con candidaturas de consenso, sin imposiciones desde Génova. «Esa manera de actuar quedó atrás, ahora la dirección nacional quiere escuchar a todos y no imponer nada, y si no se alcanza un consenso, prefiere que haya continuidad», comentan fuentes populares.

En Extremadura, Monago ‘resucitó’ en el PP de Feijóo y entró directamente en Génova, como presidente del Comité de Derechos y Garantías. Ante el congreso regional, el alcalde de Plasencia, Fernando Pizarro, ya mostró su voluntad de presentarse a las primarias, aunque la Génova de Casado prefería a la concejal de Cáceres María Guardiola. Ahora, el escenario está abierto y sin candidato favorito.

En Cantabría, el anterior PP no quería que siguiera la actual presidenta, María José Sáenz de Buruaga. La relación más que rota estaba destrozada. Pero Buruaga es otra ‘desahuciada’ que, ante la ausencia visible de alternativas, vuelve a tener una oportunidad para seguir en el puesto. En Asturias, la división del partido tenía entra las cuerdas a Teresa Mallada, enfrentada además al alcalde de Oviedo. Eso sí, contaba con un margen de confianza relativo en Génova. La visita de la secretaria general, Cuca Gamarra, a su tierra el jueves pasado fue vista como posible espaldarazo a una continuidad basada en el consenso.

En el País Vasco, el PP estaba roto y hundido tras la marcha de Alfonso Alonso, enfrentado a la dirección nacional del partido. Casado apostó por la vieja guardia y contó con Carlos Iturgaiz, nombrado en una Junta Directiva Regional. La llegada de Feijóo dio alas a la posibilidad de un regreso de Alonso, que disputaría la presidencia a Iturgaiz, pero el exministro negó que esa fuera su pretensión. En todo caso, las tensiones internas siguen existiendo en un partido a la baja en una comunidad clave para el PP.

El puzzle navarro

En Navarra, la actual presidenta del PP, Ana Beltrán, tenía decidido dejar ese puesto, pero en este momento la incógnita está abierta ante la nueva situación del partido. Desde Navarra, los populares piden a Feijóo que aclare el modelo que quiere, la relación con UPN, el futuro de Navarra Suma y si existe interés en aproximarse a la plataforma creada por Sergio Sayas y Carlos García Adanero tras ser expulsados del partido de Javier Esparza. El escenario político del centro-derecha en Navarra es uno de los más complicados ahora mismo, a solo un año de las elecciones, con cuatro formaciones y una plataforma naciente en el mismo espacio.

En Cataluña, el desastre de las elecciones autonómicas de febrero del año pasado marcaron a Alejandro Fernández con una equis en la agenda del anterior secretario general, que había perdido la confianza en el presidente del PP catalán. Fernández, sin embargo, contaba con el apoyo de Casado. La realidad es que el partido en Cataluña está en declive y sin visos de recuperación. El único consuelo en Génova ahora mismo es que no existe la urgencia de elecciones autonómicas.

Otra región con la renovación pendiente es La Rioja. Hasta hace tres meses, la candidata favorita era Cuca Gamarra, exalcaldesa de Logroño. Pero su situación ha dado un vuelco tras ser nombrada secretaria general del PP. El actual presidente regional, José Ignacio Ceniceros, que ganó a Gamarra en primarias en 2017, ya ha anunciado que no continuará y ha defendido una lista de unidad.

La anterior dirección del PP tenía preparado el relevo en Ceuta y Melilla, con Juan Bravo y el diputado y militar Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu como candidatos. Pero de nuevo todo ha quedado en el aire. Solo en Murcia, con Fernando López Miras como barón, el congreso se afronta con calma total.