El Papa en el Ángelus de hoy domingo

El Papa Francisco ha recordado que este domingo es el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina. «Aproximadamente tres millones de niñas se someten a este procedimiento cada año, a menudo en condiciones muy peligrosas para su salud», ha denunciado el Papa.

Francisco la ha condenado porque «degrada la dignidad de las mujeres y atenta gravemente contra su integridad física». También ha recordado que «desgraciadamente está extendida en muchas partes del mundo». Según la ONU, se practica en unos 30 países de África y de Oriente Medio, pero persiste entre emigrantes que viven en Europa Occidental, Norte América, Australia y Nueva Zelanda.

El Papa también ha pedido «reflexionar» sobre otra tragedia que «está ocurriendo en nuestras ciudades hoy en día».

Se trata de la trata de personas ligada a la prostitución, «una herida profunda, infligida por la vergonzosa búsqueda de intereses económicos sin ningún respeto por la persona humana».

«Muchas chicas -las vemos en las calles- que no son libres, son esclavas de los traficantes, que las mandan a trabajar y, si no traen el dinero, las golpean», ha descrito.

«Ante estas dos lacras de la humanidad, expreso mi dolor e insto a todos los responsables a que actúen con decisión para evitar tanto la explotación como las prácticas humillantes que afligen sobre todo a las mujeres y a las niñas», ha pedido.

El Papa también se ha mostrado conmovido por las operaciones de rescate del pequeño Rayan, el niño que cayó a un pozo de 32 metros en Marruecos.

A Francisco le ha emocionado que «todo el pueblo se unió para salvarle». «Toda esa gente que estaba allí, trabajando para salvar a un niño. Hicieron todo lo posible. Por desgracia, no lo consiguieron, pero, gracias a estas personas por ese testimonio», dijo.

«Estamos acostumbrados a leer cosas terribles en el periódico, pero este gesto es muy bonito», ha dicho. Y ha mencionado otra historia que, ha dicho «no aparecerá en el periódico». La protagoniza un joven de Ghana de 25 años que llegó como emigrante ilegal a Italia y fue acogido en una localidad del Piamonte llamada Monferrato.

«Empezó a trabajar, a labrarse un futuro, trabajando en una bodega. Pero se puso enfermo, tuvo un cáncer terrible, y se estaba muriendo. Cuando le comunicaron el diagnóstico, le preguntaron qué le gustaría hacer y respondió: ‘Querría regresar a casa para dar un abrazo a mi padre antes de morir’. Y en ese pueblo hicieron una colecta y, atiborrándolo de morfina, lo subieron con otra persona en un avión para que muriera en los brazos de su padre».

«Esto nos muestra que hoy, en medio de tantas malas noticias, pasan muchas cosas buenas, yo llamo a estas personas los ‘santos de la puerta de al lado’», ha asegurado.

Precisamente en su catequesis, el Papa ha reflexionado sobre «la posibilidad que siempre existe de hacer algo bonito y valiente con la propia vida».

Francisco ha partido del episodio del Evangelio en el que Pedro está decepcionado porque ha trabajado toda la noche en el lago, pero no ha conseguido pescar nada. «Es una bella imagen para nosotros: Cada día la barca de nuestra vida abandona la orilla de nuestro hogar para adentrarse en el mar de las actividades cotidianas; cada día intentamos cultivar sueños, perseguir proyectos, vivir el amor en nuestras relaciones. Pero a menudo, como Pedro, experimentamos la decepción de esforzarnos mucho y no ver los resultados que esperábamos».

El Papa ha alertado del peligro de la decepción y la amargura. «Siempre, tanto en la vida personal como en la vida de la Iglesia y de la sociedad, se puede hacer algo hermoso y valiente. Siempre podemos volver a empezar, el Señor siempre nos invita a volver al juego porque nos abre nuevas posibilidades», ha concluido.

El Papa ha saludado entre los peregrinos a un grupo de Valencia y a unos universitarios de Madrid. Francisco ha bendecido una escultura del canadiense Timothy Schmaltz, que denuncia el trabajo de cientos de religiosas en todo el mundo para rescatar a mujeres de la prostitución y el tráfico de personas. Entre los personajes aparecen varias prostitutas, pero también trabajadores del campo, e indígenas.