Consignas del Campamento y Colonias II. LAS CUATRO VIDAS Y LA EDUCACIÓN II

La familia, la escuela, los deportes, centros de tiempo libre son una magnifica ocasión educativa, cada día más necesaria, para complementar el desarrollo de las cuatro vidas.

En  todos estos ámbitos,  se fortalecen físicamente los chicos: vida sana, aire limpio, alimentación adecuada y abundante, descanso austero pero confortable, contacto con la naturaleza, higiene personal, deportes: excursiones, fútbol, baloncesto, balonmano, tiro con arco, atletismo, ping-pong, balonvolea, béisbol… Juegos al aire libre y de interior.

La vida intelectual se desarrolla dando sentido y aplicación a muchas de las materias que aprenden en la escuela en el ámbito familiar, los clubes de tiempo libre, con los amigos, fomentando la lectura, las tertulias, los deportes que también hacen pensar, los campamentos, las aulas de la naturaleza, las convivencias  de todo tipo.

Calcular para orientarse en montaña o en una marcha de rastros. Estudio de distancias, resistencia de materiales para las construcciones, trabajos manuales, conocimientos geográficos, ciencias naturales, astronomía, historia, sociales -en pura práctica-, arte, guitarra, canto, música, vídeo, fotografía, dibujo, redacción y hasta idiomas… Todo ello, gracias a las clases y talleres de todo tipo. Campeonatos de ajedrez, damas… y juegos, muchos juegos, que desarrollan la inteligencia, y que dan ocasión de encontrar un sentido práctico y una aplicación a lo que aprenden en el colegio y en casa.

El desarrollo de la vida de la voluntad, el autodominio, la formación del carácter, son tan naturales e inevitables como la vida en casa, con los amigos, en el deporte, donde el adolescente tiene que aprender a valerse por si mismo; a hacerse sus cosas en un clima de amistad y de cariño -no exento de exigencia y del necesario orden- para que la convivencia familiar, escolar, con los amigos, en el deporte, en actividades extraescolares o  en esa peculiar «aldea» que son los campamentos, sea magnífica.

La vida psico-afectiva de los chicos y chicas crece, se desarrolla armónicamente en un ambiente de alegría y camaradería y, con ella, se afianza su personalidad, se enrecia su voluntad, se templa su carácter. El vencimiento de la pereza, el orden, la generosidad, el compartir, es necesario en un ambiente, en el que se procura que no exista lo superfluo -porque ello los hace egoístas e insolidarios-. En el deporte, y en las actividades extraescolares, como en un campamento -si son educativos- se quiere a los chavales -al igual que en las familias- por lo que son, no por lo que tienen, ni siquiera por lo que valen.

Y así llegamos a la cuarta vida: la vida espiritual. En un ambiente de respeto por las creencias de cada uno, en la familia, la escuela, en el deporte, en todos los lugares aflora, con naturalidad, la presencia de Dios para los creyentes, y el sentimiento de respeto a lo desconocido para los no creyentes junto con la afirmación en sus convicciones y valores.

Todos tenemos nuestra Fe. Hasta los ateos tienen la fe de creer que Dios no exite y creen en la casualidad y en el desarrollo de la humanidad en la persona humana.

El crecimiento en la vida de la Fe no es algo impuesto, sino algo tan natural como  el ambiente familiar en que se vive o en el centro escolar donde se respeta y fomenta,  sin complejos, para los creyentes de todas las religiones  o  en la naturaleza y la sociedad que también les habla de Dios. De un Dios que es Amor y que ha creado tantas cosas bellas que ellos -cada día- contemplan.

La naturaleza, la amistad, el amor, la alegría, en que continuamente están inmersos, les hablan de Dios o, en todo caso, de los valores y tradiciones que sus padres les proponen sin que la existencia de Dios les parezca necesaria.

En estos ambientes, son fáciles las charlas y las tertulias, una adecuada catequesis, la vivencia del Amor de Dios por ti mismo y de tu amor por Dios a través de las cosas que haces y del la comprensión y el cariño por tus encargados y compañeros a través de lo que por ellos haces y sientes. Entiendes lo que supone la Santa Misa para los católicos, el rezo de sus prácticas religiosas para los chicos y chicas de otras confesiones y el respeto para los que no creen en  lo mismo que tú, pero tienen su vida espiritual, sus ideas y creencias.

La oración –para los creyentes- fluye espontánea y coherente -como una expresión de gratitud y de petición- por las propias necesidades y por aquellos que han hecho posible su existencia, su formación deportiva, intelectual, espiritual.

Para los no creyentes, es también muy importante el reconocimiento de los valores en que se fundamenta su vida espiritual porque, sin ella, se crea un vacío que les impide orientar su vida, tener agradecimiento, definir los objetivos y el sentido de su existencia.

De esta manera, crece la vida del espíritu de los chicos y chicas en  la familia, el deporte, la escuela… y, con ello, se cierra el ciclo de su educación. Así se realiza en todos los ámbitos la acción educadora. Sino es así, no se está educando, se está manipulando.

Los chavales y jóvenes tienen derecho a que se les hable de Dios si, ellos y sus padres, quieren. Ellos, -los padres- son los responsables de su educación y los gobiernos tienen que velar para que se cumplan sus deseos.(27.3 de la Constitución) No se debe obligar a recibir una formación religiosa si no quieren, por eso, nuestra Constitución declara aconfesional al Reino de España y no ateo.

Pero lo que no quieren los españoles, al menos la mayoría y no sólo los católicos sino también de otras confesiones que se ¿eduquen? sin ninguna formación religiosa.

Los que así lo desean, que así lo hagan, no sólo están en su derecho sino, también en la obligación de aportarles los valores que crean convenientes para forjar su vida del espíritu, de los valores y, de esta manera, completar adecuadamente el ciclo de la educación de sus hijos.