La generación de la ansiedad: el miedo a perder ingresos es el triple entre los jóvenes

Mucho se ha escrito sobre la delicada situación en la que se encuentran los jóvenes en España. La tasa de paro que soportan supera el 30%, la parcialidad se acerca al 40% y los salarios por hora trabajada son muy bajos. El resultado es que los jóvenes no tienen ingresos suficientes para llegar a fin de mes y su única solución es tirar de rentas familiares. Ya sea a través de transferencias monetarias para emanciparse, o de transferencias en especie, esto es, quedarse a vivir en casa con los padres.

Pero existe una agravante que hasta ahora no se había analizado en España: la incertidumbre sobre la renta futura. Las dificultades económicas de los jóvenes no solo se deben a su renta presente, sino también a las expectativas sobre la que está por venir. Esto es, la incertidumbre sobre el mantenimiento del salario. La precariedad no solo es cobrar un bajo salario, es trabajar pocas horas a la semana, tener un contrato que apenas garantiza ingresos por unos meses y pasar recurrentemente por el desempleo.

Esta situación complica gravemente la planificación de un futuro vital para muchos jóvenes, ya que la incertidumbre sobre los ingresos es la base para acometer importantes proyectos vitales, como la emancipación, la paternidad o la compra de una vivienda. Un estudio publicado esta semana por el Banco de España incorpora el análisis de la incertidumbre de los ingresos futuros en el análisis de la desigualdad y la pobreza en España.

El ‘paper’, titulado ‘Income Risk Inequality: Evidence from Spanish Administrative Records‘ (Desigualdad en la incertidumbre de ingresos: evidencia de los registros administrativos de España), elaborado por Manuel Arellano, Stéphane Bonhomme, Micole De Vera, Laura Hospido y Siqi Wei, utiliza los registros de la Muestra Continua de Vidas Laborales de la Seguridad Social para analizar cómo ha evolucionado en el tiempo la renta de los jóvenes y, a partir de una batería de indicadores, cuantificar el grado de incertidumbre sobre los ingresos futuros.

Los jóvenes viven con el riesgo de perder el 30% de sus ingresos a corto plazo

Los investigadores reproducen, utilizando indicadores micro y macro, la previsión que hace cada ciudadano sobre sus ingresos futuros y así medir el grado de incertidumbre. Para cualquier persona, la previsión de su situación futura parte de su situación contractual presente y su pasado en la empresa, así como la situación del mercado laboral en su sector, su grupo de edad, etc. Con todos estos registros, los investigadores estiman la situación de incertidumbre de los distintos grupos sociales, ya sea por franjas de edad como de renta.

Los hallazgos muestran que la incertidumbre de rentas de los jóvenes casi triplica a la de los adultos. En concreto, el nivel de incertidumbre para un joven de 25 años en la mediana de renta (percentil 50) es del 30%. Esto es, tiene el riesgo de que su renta en el corto plazo varíe en casi un tercio. En algunos casos, esta incertidumbre puede traducirse en una mejora de su renta, algo que es comprensible a medida que los trabajadores adquieren experiencia que incrementa su valor añadido. Pero este riesgo también es a la baja, de modo que puede suponer la pérdida de un porcentaje muy relevante de sus ingresos casi de la noche a la mañana.

«En la mediana, los jóvenes de 25 años soportan una incertidumbre que es casi tres veces mayor —medida con el coeficiente de variación— en comparación con las personas de 35 años», señalan los investigadores en el estudio, «estos patrones muestran una variación significativa de la incertidumbre de ingresos y de la desigualdad de incertidumbre durante todo el ciclo vital».

El riesgo sobre los ingresos futuros afecta más a los jóvenes en todos los casos, pero también ‘va por barrios’. La situación es especialmente grave entre los jóvenes con rentas bajas, donde la incertidumbre sobre sus ingresos futuros es total: del 100%. Se trata de jóvenes con baja cualificación que están en sectores con una elevada rotación y mucho desempleo, de modo que pueden perder fácilmente todos sus ingresos de un año para otro. Por el contrario, los jóvenes de las rentas altas (a partir del 25% con más ingresos) tiene un nivel de incertidumbre muy reducido, similar al de los trabajadores adultos, en el entorno del 10%.

Estos datos muestran la doble desigualdad que sufren los jóvenes: no solo tienen unas rentas más bajas, además soportan un nivel elevado de incertidumbre. Una situación que, si bien no es nueva, no ha sido igual en el pasado. Los investigadores analizan la evolución de los ingresos de los jóvenes utilizando los registros de las vidas laborales de los trabajadores. A partir de estos datos representan el siguiente gráfico:

Cada línea de colores muestra la evolución de los ingresos anuales de cada generación a lo largo del tiempo, y las líneas punteadas reflejan la situación en la que se encontraban los jóvenes de 25, 30 y 35 años a lo largo del tiempo. Este estudio contiene un sesgo importante, y es que los datos disponibles coinciden con los años de la crisis financiera, con dos fases recesivas (sombreadas en el gráfico) que condicionan la evolución de las rentas de todos los trabajadores a la baja.

Sin embargo, lo que muestra el gráfico es que los jóvenes que entraron antes de la crisis en el mercado laboral (los nacidos hasta 1981) consiguieron mantener sus ingresos durante toda la fase recesiva, incluso con algunas mejoras a lo largo de los años. Pero esa primera línea punteada de los 25 años sigue una senda claramente decreciente, lo que indica que los ingresos a los 25 años de la generación inmediatamente más joven han sido menores.

Esto significa que el punto de entrada de un joven en el mercado laboral ha sido cada vez más precaria. Lejos de producirse un progreso, las generaciones siguientes han sufrido un fuerte deterioro de su situación. «Las cohortes de trabajadores que empezaron durante la recesión tuvieron un nivel inicial sustancialmente inferior, comparado con las cohortes que empezaron en 2005, aunque el perfil posterior de ingresos es más empinado«, señalan los autores del estudio.

Es cierto que en las curvas de los jóvenes nacidos a partir de 1985 muestran un crecimiento de los ingresos más pronunciado. Esto indica que entraron en el mercado laboral con un salario muy bajo, pero la mejoría que han experimentado cada año ha sido superior. Sin embargo, la brecha no llega a cerrarse, lo que indica que el peor punto de partida ha condicionado el resto de sus ingresos durante la primera década de su vida laboral. En otras palabras: al empezar tan abajo, los millennials no consiguen alcanzar el mismo nivel de ingresos que los ‘boomers’ a pesar de que han progresado más rápidamente.

A partir de los 35 años la situación de las diferentes generaciones es ya similar, pero los ‘millennials’ llegan a esa situación después de atravesar diez años complicados de precariedad y bajos ingresos, de modo que han conseguido acumular una renta muy baja. Y, además, sujeta a una gran incertidumbre. No es hasta los 35 años cuando su situación económica se estabiliza y pueden empezar a realizar planes con una confianza elevada en sus ingresos futuros. Esto explica que se esté produciendo un retraso en la emancipación, la compra de vivienda y la paternidad generalizada, ya que la situación económica no garantiza una estabilidad hasta casi los 35 años.