Nadal sigue subiendo el nivel y ya está en octavos

Sale el sol en París y Rafael Nadal acelera, igual que la pelota, más vivo uno, más viva la otra. Un tándem preciso después de que el balear hubiera tenido sus momentos de pesadez con la mano, igual que el día. Hasta le cambió el gesto con esos tímidos rayos de sol que aprecieron cuando ya había dejado al rival agotado.

El 3 del mundo ya está en octavos porque es muy difícil ganarle en Roland Garros y casi imposible si pierdes oportunidades. La víctima del 103 fue Cameron Norrie. Un tenista correcto, zurdo, gran actitud, con mejor revés que derecha, sin grandes golpes, pero todos buenos y pelotero, para dar ritmo.

Pero el día comenzó apagado, plomizo, con la pelota algo más pesada y sin que los efectos del tenis de Nadal cogieran los bríos necesarios. Pero Nadal tiene planes para cualquier ritmo. De ahí que en el primer set se pusiera el modo trabajo y completara una rutina sólida, con un break que fue más que suficiente para terminar el parcial. Efectividad sobre brillantez, que no está nada mal para empezar.

Y si tuvo algo de historia el partido radicó en el segundo capítulo, porque ambos se estaban retando ya desde el inicio con el tiempo que tardaban uno y otro para sacar, y trasladaron ese ‘toma y daca’ con la pelota en juego. Cuatro juegos, cuatro breaks. Y Norrie que aprovecha un cierto bajón en el tenis del balear para subirse al 3-1.

Pero a Nadal, si hay alguna opción de ganarlo, es no dejarlo respirar cuando se ha conseguido llevar al balear a esa posición. Y a Norrie se le acabaron las ideas y la efectividad justo cuando lo tenía más a mano para sorprender al rival. Con los errores de concentración del británico nacido en Sudáfrica, Nadal se desató, impulsado por su saque y una derecha que empezó a correr de maravilla.

A todo lo que inventaba el británico tenía fórmula para apaciguarlo el español. Sobre todo con esas subidas a la red que acabaron por desquiciar a Norrie porque cada vez que metía un pie en el cuadro de saque, Nadal se sacaba un passing mejor que el anterior, y daba igual si lo cogía de derecha o de revés, de cruzado o de paralelo. Una tortura mental que acabó por deshacer los ánimos del británico, que vio cómo del 3-1 se pasaba al 6-3, con otro puntazo para el recuerdo, y a un tercer set que comenzó con sol.

Puntazo de Nadal para llevarse el segundo set

El sol calentó todavía más la mano de Nadal, también le aligeró las piernas, mucho más suelto en el tercer parcial ante un rival incómodo que, sin embargo, no logró apretar el acelerador cuando mejor lo tenía. Y con un Nadal molesto con el peligro, suele salir uno más agresivo.

A las dos horas de encuentro tuvo el de Manacor la primera bola de partido al resto. Un revés demasiado crudo lo celebró con alegría el británico, que aún pudo demostrar un poco más que, sin ser el tenista vertiginoso o definitivo que se impone en este nuevo tenis, también tiene mano para dejar buena huella. Pero contra Nadal hace falta mucho más. Y mucho mucho más contra este Nadal, en París, aunque juegue en la Suzanne Lenglen. Ya con su saque, y con una derecha marca de la casa, certificó que el tenis está en su sitio y la cabeza muy bien dispuesta para continuar el camino hacia el decimocuarto título en Roland Garros y el trocito de la eternidad que significaría el Grand Slam número 21.

«En algunos momentos jugué muy bien, en otros pude haber jugado mejor, pero es importante ganar en tres sets», analizó el balear tras su 103 victoria en París.