Guerra en Andalucía y catarsis en Madrid para dejar atrás el 4-M

Dos de las federaciones más importantes del PSOE se ven afectadas en efecto dominó por la debacle electoral socialista del pasado 4 de mayo en las elecciones a la Comunidad de Madrid. Cada una de ellas, de distinta forma y por diferentes motivos, entra en una particular fase de excepción. Se empiezan a mover fichas para que el malestar por el batacazo electoral se extienda y afecte al presidente del Gobierno. Levantar un cortafuegos. También como un intento de pasar página y evitar que la tensión se dispare entre Ferraz, La Moncloa y el PSOE madrileño tras una campaña que ha reabierto las heridas y la desconfianza previa.

Como ya se esperaba, la Ejecutiva federal del PSOE ratificó ayer que adelanta las primarias para elegir a su candidato a la Junta de Andalucía. Se celebrarán el próximo 13 de junio. La secretaria general del PSOE andaluz, Susana Díaz, se medirá al alcalde de Sevilla, Juan Espadas.

Antes de que Ferraz comunicase su decisión, Díaz decidió comparecer ante los medios para marcar perfil y reivindicar su decisión de competir. Aunque los nuevos plazos significan tener que cambiar su estrategia. Susana Díaz reconoció antes de reunir a su dirección que ésta no era su opción, que «hubiese preferido un debate sereno, primero las ideas y luego las personas», pero que su prioridad es trabajar por su partido y evitar un debate que los «erosionaba».

La secretaria general de los socialistas andaluces desveló que el miércoles envió un mensaje a Pedro Sánchez pero que no pudo hablar con él ya que la respuesta se la ofreció el secretario de Organización, José Luis Ábalos, «quien nunca me dijo nada de adelantar las primarias». En este sentido, Susana Díaz expresó su deseo de hablar con Sánchez: «Espero poder hablar hoy (por ayer) con él». No hay constancia de que la llamada se haya producido. Y tanto eso como la denuncia por parte de Díaz de que se enteró por la prensa y no en su conversación previa con Ábalos de que habría primarias demuestra que la desconfianza vuelve a marcar la relación entre el ‘sanchismo’ y el ‘susanismo’. Los tiempos de la conllevanza se han terminado.

Susana Díaz fue clara sobre los resultados en la Comunidad de Madrid, que interpreta como un toque de atención: «Algo no estamos haciendo bien cuando la derecha está avanzando». Y reclamó una «reflexión interna para recuperar el espacio y la confianza. Hay que ser autocríticos».

En su entorno reconocen, como hace Ferraz, que Madrid «no es el resto de España», pero sí interpretan los malos resultados como un aviso. Y más en clave orgánica se cuestiona que Sánchez vaya a promover una batalla interna en Madrid para «teledirigir con un candidato la campaña en Andalucía». A su juicio lo que ha pasado en Madrid refuerza su tesis de que la federal no debe interferir y que debe mantenerse la autonomía estratégica de las federaciones.

Franco y Gabilondo fuera

En Andalucía el choque será pronto. Mientras que en la Comunidad de Madrid se abre un proceso de interinidad hasta finales de año. José Manuel Franco deja de ser el líder regional del partido y Ángel Gabilondo no recogerá su acta de diputado. Un sacrificio que no se ofreció 24 horas antes pese a celebrarse la Ejecutiva regional de los socialistas madrileños. El movimiento cumple con las demandas de quienes en el partido exigían gestos de cara a la sociedad tras la debacle electoral, para trasladar la idea de que la renovación del partido se pone ya en marcha.

Todo revestido de la idea de responsabilidad compartida para evitar medidas más drásticas y un enfrentamiento abierto entre las personas que componen el entorno de Sánchez. Porque es ahí y en los ámbitos regionales donde se buscan responsabilidades. En este PSOE la figura de Sánchez es absolutamente intocable. Ábalos rechazó «un ajuste de cuentas» de Ferraz a Moncloa y defendió «asumir colectivamente todas las responsabilidad». Cuando muchos en el partido vuelven a señalar a Iván Redondo y su equipo en La Moncloa, de las palabras de Ábalos se interpreta una exoneración por el fracaso: «No somos de la política del desprecio a quienes han procurado aportar, con éxito o sin éxito, no somos de esa cultura, queremos tratar bien a la gente nuestra, a la que ha aportado», porque aunque las cosas hayan salido mal «lo ha intentado con el mejor de los propósitos».

Las grandes decisiones fueron adoptadas por La Moncloa, desde la decisión de mantener a Ángel Gabilondo como candidato hasta la configuración de las listas, pasando por la estrategia de campaña. Pero serán los dos rostros más visibles del PSOE madrileño quienes asuman en primera persona las consecuencias de la debacle.

En este proceso José Manuel Franco aparece como colaborador necesario, como responsable en función de su cargo. Pero no como el principal en ningún caso. En el PSOE madrileño es generalizado el sentir de que Franco no es el responsable. Pero también es creciente la sensación, que finalmente se impuso, de que era necesario trasladar algún mensaje de sacrificio a la ciudadanía. Y a Franco sí se le señala, como a Gabilondo, como responsables de una oposición «estéril», en palabras de un alcalde, contra Isabel Díaz Ayuso en los últimos dos años.

La salida de Franco se justifica en la nota enviada por el PSOE-M como un cortafuegos para detener la polémica. «Que no se utilice el mal resultado para atacar al PSOE y al Gobierno de España», dice esa nota. Pero Ábalos ha dicho que Franco «tampoco pretende asumir ninguna responsabilidad» porque las que haya «son compartidas». Y que Franco, en cualquier caso, «tendrá una parte alícuota como los demás». Por el momento no está decidido quién compondrá la gestora del partido en Madrid.

Finalmente se ha apostado por que sean Franco y Gabilondo los rostros visibles del fiasco electoral. Algo que se había intentado evitar. Y es que ni Franco ni Gabilondo habían trasladado el miércoles que fuesen a renunciar. Más bien todo lo contrario. La Ejecutiva regional del partido apostó por una «transición ordenada» hacia el próximo congreso regional ordinario, de finales de año. Y desde el equipo de Gabilondo trasladaban que el candidato «recogerá su acta de diputado y seguirá trabajando en la Asamblea de Madrid y no se plantea dimitir».