Los errores nunca han pesado tanto en el equipaje del Madrid. Eran como la ropa interior de un aristócrata, insignificantes entre tanto ropaje. Ahora no es así. Son un lastre. En el Martínez Valero, un lugar evocador del fútbol preindustrial, un solo fallo le costó una victoria, porque no produjo más de un gol, que es proporcional a cuatro ocasiones claras, una madera más de la que acompañó al único tanto de Modric y dos mano a mano ganados por el portero rival. Poco fuego para salvar obstáculos, aunque el Madrid llegara a la cita con el Elche después de seis victorias consecutivas. A la séptima, descansó y perdió el paso del Atlético. Mal asunto.
Lo positivo lo dejó el Madrid todo en el primer tiempo, periodo en el que resucitó la izquierda blanca, con el reaparecido Marcelo y un Asensio que daba continuidad a su buen acto ante el Granada. Ambos mordieron el larguero para quedar atrapados después en el apagón general. El fútbol necesita a la izquierda y a la derecha, aunque sin cupos, ni simetrías. Hay Gobiernos que se dirigen con una, pero no hay campeonato que no exija a las dos. A esa izquierda volvió también Hazard, con cuyos regresos se podría filmar una serie. El largometraje, en cambio, está pendiente.
El Madrid había ganado seis partidos seguidos disputados al completo por Mendy. Cuando se sentó, la racha cambió, aunque no puede acusarse a su sustituto. En su lugar, un futbolista que es historia y ha de decidir si se trata de una historia viva o muerta. Las titularidades del francés no han sido bien digeridas por Marcelo, pero la rebelión contra el tiempo es siempre una rebelión perdida. Lo inteligente es negociar cuándo y cómo rendirse. El ejemplo es Modric, hasta ahora siempre en perfecto estado de revista.
A Marcelo se le observó en mejor tono, profundo hasta encontrar el larguero en la primera gran ocasión, iniciada en un balón interior de Benzema y pase de cabeza de Casemiro a la llegada de su compatriota. En lo defensivo, no hay nada que descubrir. Rigoni encontró una ocasión al zafarse del brasileño y disparar ajustado. Courtois respondió. Volvería a intentarlo el jugador del Elche, lo más incisivo, junto a Fidel y Lucas Boyé.
El larguero de Marcelo lo replicó minutos más tarde Asensio, después de una transición tras pérdida del Elche. La presión alta le da mucho al Madrid si insiste, porque un balón sin la defensa contraria posicionada ante un grande es como un manantial. Badia tocó la pelota lo justo para dirigirla a la madera y Modric persiguió el rechace y no sólo golpeó el balón, sino que lo dirigió con fuerza de cabeza allá donde era inalcanzable.
La ventaja en el marcador y el dominio del juego hicieron al Madrid sentirse muy seguro, apenas intimidado. El acierto que no tenía el Elche lo compensó el propio Madrid con su error para equilibrar inesperadamente el choque. El agarrón en el área de Carvajal dejó pocas dudas. Fidel no perdonó y al Madrid le costó presionar al ‘reset’. También a Zidane, que dilató los cambios pese a la permanencia del empate. Llegaron tarde. Resultó poco comprensible la sustitución de Kroos, de lo más preciso.
A campo abierto se repartió algo el peligro, con un balón a la base del palo de Boyé y dos intervenciones de mano a mano ganadas por Badia, ante Carvajal y Ramos. El portero del Elche fue todo reflejos e instinto, con la réplica justa al final de Courtois para evitar que la duermevela general no acabara en pesadilla