Joe Biden gana las elecciones y celebra su victoria con un mensaje de unidad: «Dejemos de vernos como enemigos: somos estadounidenses»

Joe Biden ha necesitado exactamente 47 años desde que llegó al Senado, y dos campañas electorales fallidas para pronunciar su mejor discurso. Algo paradójico en un político que perdió su primer asalto a la Casa Blanca justo porque uno de sus asesores plagio un discurso del líder laborista británico Neil Kinnock. Y en Estados Unidos, al contrario que, por ejemplo, en España, plagiar se paga caro.

Pero ahí estaba hoy, lanzando su discurso de victoria tras conquistar la Presidencia de Estaos Unidos, en su estado de Delaware, exactamente 47 años después del 7 de noviembre de aquel remoto 1973 en que derrotó al senador republicano Caleb Jones, que llevaba 13 años en el cargo, en una victoria imposible que se llevó por la mínima: 3.162 votos. Su compañera de candidatura, la senadora Kamala Harris, acababa de cumplir nueve años.

Biden concedió a Harris mucho más protagonismo de lo habitual en el discurso en el que un candidato celebra la victoria. La senadora por California arrancó su discurso citando al congresista y activista por la igualdad racial John Lewis, que falleció en julio. «La democracia no es un estado, es un acto», dijo Harris, que volvió a repetir la idea, lanzada por la campaña de Biden durante la contienda electoral de que «nuestra democracia estaba en la papeleta».

Y después llegó Biden. Al trote, para dejar claro de que, a falta de 13 días para cumplir los 77 años, no está hecho polvo física y mentalmente. Eso es algo que tendrá que demostrar a diario en los próximos cuatro años. Pero, por ahora, es irrelevante. Él ha ganado. Y ha ganado en buena medida gracias a su pragmatismo y al de su base, unida contra Donald Trump. Y al pragmatismo de una parte de la base de Donald Trump. No en balde, en estas elecciones, el Partido Republicano ha conseguido en las elecciones al Congreso más votos que Trump en estados decisivos como Michigan, que el presidente necesitaba ganar.

El mensaje de Biden fue el mismo que durante la campaña: él unirá a un país partido en dos mitades que no solo no se hablan, sino que se desprecian mutuamente. «Es un tiempo para sanar», dijo el vicepresidente con Barack Obama, que prometió el final «de una siniestra era de demonización». Biden también se dirigió a los que votaron a su rival. «A todos los que habéis votado por el presidente Trump: entiendo vuestra decepción. Yo mismo perdí un par de veces [la carrera por la Casa Blanca]. Pero démonos ahora los unos a los otros una oportunidad», dijo. Todo el mensaje del presidente electo se resumió en una frase: «Dejemos de vernos los unos a los otros como enemigos: somos estadounidenses».

Fue un discurso normal en lo que se espera de un presidente que se dirige al tercer país industrializado con más muertos por Covid-19 en relación a su población después de Bélgica y España. Un discurso de un jefe de Estado y de Gobierno pragmático que quiere expandir su base. En definitiva: un discurso normal. No hubo resentimiento. No hubo enemigos. Este 7 de noviembre, 47 años después de su primera victoria electoral, Joe Biden convirtió lo normal en algo extraordinario.

PENSILVANIA, LA CLAVE

El candidato demócrata a la Casa Blanca se ha convertido este sábado -tras días de recuento de votos- en presidente electo de EEUU, después de haber conquistado el estado clave de Pensilvania, indicaron las proyecciones de las cadenas CNN, CBS y NBC. Instantes después, Biden comunicó que se dirigiría al país desde Wilmington a las 20H00 (hora local, de madrugada en España), y adelantó desde Twitter que es «un honor y una responsabilidad» y ha hecho un llamamiento a la unidad nacional.

Donald Trump se convierte así en el primer presidente de EEUU que no consigue la reelección en 28 años, desde que George Bush ‘padre’ fue derrotado por Bill Clinton.

La proyección de los medios llega después de casi cuatro días de agónica espera, mientras los estados del país contaban el récord de papeletas enviadas por correo en las elecciones con más participación de la historia del país. Las principales cadenas de televisión hicieron la proyección poco antes de las 11:30 de la costa este (16:30 GMT), cuando Biden amplió su ventaja en Pensilvania a más de 30.000 votos sobre Trump.

Actualmente, Biden suma 284 delegados o 273, dependiendo de si se toma en cuenta Arizona o no, donde algunos medios no han proyectado todavía su victoria allí, lo que sí que hicieron otros la noche electoral como la agencia AP y Fox News; mientras que Trump tiene 214. Mientras tanto, el recuento continúa y las autoridades locales esperan ofrecer nuevos resultados a lo largo de la jornada en Georgia y Arizona, aunque advierten de que el proceso a partir de ahora podría ralentizarse aún más.

Biden se impuso este sábado por la tarde también en el estado de Nevada, con lo que amplía su margen y confirma el creciente peso demócrata en los estados del suroeste del país. Según las proyecciones, se impuso con el 49,9% de los votos frente los 47,9% del republicano con el 90% de los votos escrutados.

El candidato presidencial que más votos ha ganado en la historia de EEUU iba con ventaja en cuatro de los estados que todavía no habían declarado un ganador, y anoche dio, tras varias horas de suspense, una breve alocución televisada en la que Biden ofreció una imagen de calma y consenso muy alejada del clima guerracivilista de Trump. Lo hizo acompañado -cosa poco habitual- de su candidata a la vicepresidencia, la senadora Kamala Harris. Su compañera de fórmula ha hecho también historia al convertirse en la primera mujer elegida jamás para ese cargo en el país, además de la primera mujer negra, cuando ambos asuman la Casa Blanca el 20 de enero. Harris ha tuiteado su conversación con Biden tras conocerse su victoria, con la frase: «Lo hicimos, Joe».

El aún presidente sigue, mientras tanto, sin admitir su derrota frente su rival ha afirmado en Twitter que Biden «está falsamente proclamándose vencedor» con la ayuda «de sus aliados en los medios de comunicación», y ha anunciado más acciones legales contra el recuento «de votos ilegales». Trump, que ha regresado a la Casa Blanca horas después de conocerse su derrota, ya había calificado en dos discursos en televisión de «fraude» y «vergüenza» el resultado de las elecciones, también ha impugnado el resultado en Michigan -donde perdió-, y ha demandado que se detenga el recuento en los estados en los que iba perdiendo, pero que se mantenga en los que ganaba o recortaba distancias.

Durante estos días de recuento de votos e incertidumbre, la retorica de Trump ha llegado a algunos de sus seguidores, que han organizado manifestaciones –en algunos casos, haciendo exhibiciones de armas de fuego– en los centros de votación en varios de los estados en disputa. A su vez, los partidarios de Biden también han salido a la calle. El resultado han sido algaradas y arrestos aunque, al menos por el momento, los incidentes distan de tener la gravedad de los disturbios raciales que han asolado el país desde el pasado mes de mayo.

A medida que la situación se despejaba para el aspirante demócrata, además, las manifestaciones de sus partidarios adquirían un tono más festivo. Nueva York se ha echado a las calles para empezar a celebrar la victoria de Joe Biden, informa Emilio López Romero. El sonido de las bocinas de los coches se entremezcla con los aplausos y vítores desde las aceras y balcones de sus rascacielos. Ambiente de júbilo que contrasta con las tensas protestas que se vivieron ayer en diferentes puntos de la ciudad, como Washington Square o Union Square, que acabaron con enfrentamientos con la policía y medio centenar de detenidos, mientras continuaba el recuento de los votos que ha terminado dando como ganador al candidato demócrata. En un día soleado y radiante en el que acompaña hasta el buen tiempo – hoy hace 23 grados en pleno mes de noviembre-, algunas de las arterias principales de la Gran Manzana están colapsadas por una multitud que está celebrando la derrota de Trump en las urnas. El tráfico está literalmente cortado en zonas como Times Square o, un poco más al norte, en Columbus Circle, a un costado de Central Park, donde los coches están parados en medio de la gran afluencia de transeúntes que se han apoderado de la calzada para festejar el «fin de la pesadilla» y darle la «bienvenida» a Joe Biden.

Hoy a las 12 del mediodía de Washington, la esquina de las calles 16 e H, justo enfrente del muro de dos metros y medio levantado para proteger la residencia del presidente de los manifestantes, sonaba atronadora ‘Macarena’, la famosa canción de Los del Río que ya había sido el himno oficioso de la campaña del demócrata Bill Clinton en 1996, cuando derrotó al republicano Bob Dole.

En Filadelfia, que ya calienta motores para la gran fiesta proBiden, informa Carlos Fresneda, la fiesta se ha trasladado del Centro de Convenciones a las puertas del Tribunal Federal.

En Los Ángeles no han querido ser menos y ya hay una manifestación en favor de la democracia lista para marchar desde el centro de la ciudad, informa Pablo Scarpellini. Banderas del Black Lives Matter, de la comunidad LGBT, y de México en un ambiente de euforia. «EEUU luce precioso hoy», canta la gente.

Entre los Biden se han vivido escenas de emoción. Su hermana, Valerie Biden Owens, ha reaccionado minutos antes de que la cadena CNN anunciara la victoria de los suyos. «Es maravilloso. Es algo maravilloso para nosotros pero es algo mejor incluso para Estados Unidos». Biden contaba con las matemáticas a su favor. El vicepresidente con Barack Obama iba con ventaja en cuatro estados decisivos: Nevada, Arizona, Pensilvania, y Georgia. Es cierto que en todos ellos, con la excepción de Arizona, con una ventaja inferior al 1%. También lo es que no es descartable que pierda Georgia, donde las proyecciones sólo le dan una ventaja de unos 2.500 o 3.000 votos cuando concluya la tabulación de los resultados.

Ofensiva legal de Trump

Pero, aun así, a Biden le bastaba con ganar en Pensilvania para alcanzar la Presidencia. Y en ese estado su ventaja parecía destinada a aumentar. Es muy probable que Biden acabe ganando allí por el doble de los 44.000 votos que sacó Trump a Hillary Clinton en 2016. En toda esta aritmética, hay un lugar para la ironía: si Biden obtiene todos los estados en los que va por delante, alcanzará 306 compromisarios en el Colegio Electoral, es decir, en el organismo que formalmente decide quién es ele presidente. Ésa es la misma cantidad que obtuvo Trump hace cuatro años.

Claro que el hecho de que los números estén con Biden no significa que haya ganado. Eso sólo será una realidad el 14 de diciembre, la fecha en la que se reúne el Colegio Electoral. Hasta entonces, Trump va a utilizar todas las herramientas legales y políticas que tenga a su alcance para ganar las elecciones. Por de pronto, ya hay una cosa que parece cierta: en lo que supone la ruptura de una tradición política de más de 100 años, el presidente no va a admitir que ha perdido con una llamada telefónica a su rival y un breve discurso a la nación.

En el terreno político, Trump sigue insistiendo en que ha habido «fraude», en que estas elecciones han sido «una vergüenza» y en que los estados indecisos en los que ha perdido -Michigan, Pensilvania y Wisconsin- y en los que parece destinado a perder -Nevada, Arizona, Georgia- están contando «votos ilegales». El presidente, sin embargo, no ha sido capaz de presentar ninguna prueba en este sentido, aunque las redes sociales están infladas con todo tipo de teorías conspiratorias acerca de votos ‘fantasma’ y de personas fallecidas que presuntamente han votado.

A este respecto, tanto el gabinete, como los asesores y los líderes de la campaña de Trump están profundamente divididos. En general, su gabinete es partidario de que admita la derrota. Así lo ha dado a entender una de sus ‘manos derechas’, Kellyanne Conway, la creadora de la famosa expresión «hechos alternativos», y el jefe del equipo de asesores económicos de la Casa Blanca, Larry Kudlow.

La lucha de Trump, hasta el final

Pero las personas con más influencia personal sobre Trump insisten en que tiene que seguir luchando hasta el final, y aún después. En ese grupo se encuentran personas de su círculo familiar y personal que técnicamente no son miembros de su gabinete. Entre ellos, uno de los que ha tomado una actitud más clara es el hijo mayor del presidente, Donald ‘junior’, cuyo perfil político es cada día más fuerte y que, por su personalidad e imagen pública parece ser un firme candidato a continuar en la vida política como un heredero de su padre.

‘Junior’, como le conocen sus amigos coloquialmente, colgó el jueves un mensaje en la red social Twitter en el que hacía un llamamiento a la «guerra total», y ha lanzado una serie de teorías conspiratorias denunciando presuntos fraudes en las elecciones. El ex jefe de campaña de Trump en 2016, y asesor de varios partidos políticos europeos, Steven Bannon, ha pedido en YouTube poner «en una pica» las cabezas del asesor del presidente en la lucha contra el Covid-19 Anthony Fauci, y del director del FBI, Christopher Wray.

El otro terreno es el legal. Ahí, Trump tiene de margen al menos hasta el 14 de diciembre, cuando el Colegio Electoral se reúne. Y todo indica que el presidente va a utilizar hasta el último segundo para cuestionar el proceso en los tribunales. Por el momento, sin embargo, sus esfuerzos no han tenido éxito, ya que sendas iniciativas en Nevada y Michigan han sido rechazadas por la Justicia. El problema que tiene Trump es que ha perdido en muchos estados, lo que requiere un esfuerzo logísitico y financiero considerablemente mayor que el que llevaron a cabo George W. Bush y Al Gore en 2000, cuando sólo tenían que disputarse Florida.

En todo caso, como explica Mike Gonzalez, investigador ‘senior’ del think tank conservador Heritage Foundation, «el proceso puede ser largo si los abogados de la campaña denuncian presuntos fraudes que los estados deban investigar». A su vez, la campaña de Biden se muestra desafiante. En palabras de Juan Verde, del Comité de Hispanos de la campaña, «ya sabíamos que iba a pasar esto, y hemos constituido un equipo legal muy fuerte». Las urnas, así pues, han hablado. Todavía queda que se pronuncien los jueces… y Twitter.