Eva García Sáenz de Urturi: «Las escritoras superventas somos mujeres y eso se tiene que reflejar en los premios»

En menos de 10 años ha pasado de autopublicar su primera novela en Amazon a ser la escritora más vendida de España: ha escrito siete novelas, ha triunfado en todo el mundo con La trilogía de la ciudad blanca y anoche ganó el Premio Planeta por ‘Aquitania‘, un thriller medieval de venganzas, incesto, asesinatos e intrigas políticas. Aunque estudió Optometría, García Sáenz de Urturi habla con la pasión de una historiadora: dibuja los colores y olores del siglo XII.

El Planeta de este año destaca por el doblete femenino, con Sandra Barneda de finalista. ¿Es el año de las mujeres, tanto escritoras como protagonistas?
El año pasado ganaron dos hombres [Javier Cercas y Manuel Vilas] con novelas con protagonistas masculinos y no hubo ni un titular sobre eso. No era noticia, no era una excepción. Se hablaba de la calidad de sus obras. La buena noticia será cuando dentro de unos años haya más escritoras y no se señale que sean mujeres y se hable de literatura sin tener en cuenta el género de quien escribe ni de los personajes. Cuando eso sea una normalidad habremos llegado a la igualdad real. Además, el mundo literario es muy femenino: hay una mayoría de lectoras y editoras. Las escritoras superventas somos en gran mayoría mujeres: María Dueñas, Dolores Redondo… y eso se tiene que reflejar en los premios.
En ‘Los señores del tiempo’ ya viajó al siglo XI y establecía espejos con lo contemporáneo. Ahora habla del siglo XII. ¿También se pueden encontrar paralelismos con nuestra época?
Muchísimos. A Leonor le han tocado muy buenas cartas en la vida pero con el hándicap de ser mujer y quedarse huérfana con 13 años estando al frente de Aquitania, unos dominios muy vastos con el reto de que siguieran siendo ricos. Además los barones aquitanos eran muy revoltosos, sobre todo los aquitanos del sur, los gascones, que siempre se estaban revolucionando e independizando, hace 1.000 años ya… Con 13 años Leonor tuvo que imponer su respeto a un patriarcado.
¿Leonor ya era una feminista avant la lettre?
Fue la responsable y propulsora del primer movimiento feminista. Dentro del Medievo, el siglo XII fue un siglo feminista, con la organización de las beguinas. No es que fueran especialmente religiosas sino que no querían vivir con hombres y se dedicaban a ayudar a la gente, una especie de ONG. Sólo aceptaban a mujeres y, además, cultísimas. Fue un movimiento muy empoderador. Y una de sus fundadoras, Hildegarda de Bingen, una mujer cultísima y asesora y mentora de papas, a la que se escuchaba todo el mundo, tenía una amistad personal con Leonor. Además, se separó de su primer marido, el rey de Francia, para dos meses después casarse con el rey de Inglaterra.
Incluso hoy eso sería muy moderno dentro de una monarquía.
Leonor fue la primera influencer de la historia, pero no sólo a nivel de moda. Culturalmente, Aquitania era la región más avanzada, con los trovadores, las sedas que traían de Damasco… La corte francesa era sobria y cristiana, toda de negro y gris; y Leonor llegó con sus colores y trenzas que le llegaban hasta el suelo. Las mujeres francesas empezaron a imitarla. El refinamiento francés del Renacimiento se debe a Aquitania. Cuando llegó a la corte de Inglaterra otro tanto e impuso que en vez de cerveza, que por cierto era la peor de Europa, se bebiera vino. Refinó Europa y Occidente.
Para una de sus novelas fue a una academia de policía. ¿Cómo se documentó para ésta?
Leyendo 150 libros y con dos años documentándome hasta la extenuación… Si veía datos primarios contradictorios no los metía. También hice un viaje a Aquitania para investigar. Poitiers, Burdeos, la abadía de Fontevrault… Ahí Leonor está muy presente. Dormí donde ella murió y está enterrada, en Fontevrault, en lo que ahora es una hotel de lujo en el que las habitaciones eran las celdas de las monjas. La sensación de despertarte, esa paz medieval, las golondrinas, los bosques alrededor… ¡estás en pleno Medievo! Me traje música sacra, hierbas e infusiones aquitanas con plantas de la época, jabones… Me traje todo lo que podía, todos los sentidos.
¿Y esos sentidos los plasma en la novela?
Quería meter los cinco sentidos, los olores, los sabores… Aprendí mucho de gastronomía medieval, quería rescatar lo que comían en la época, como la sopa de ortigas que se sirvió en su boda y que entonces era una delicia. Las ostras, por ejemplo, no las tomaban porque eran para los pobres. El libro es muy vivo, está muy lleno de esos detalles…
También es un libro lleno de venenos, empezando por la muerte del padre de Leonor, el duque de Aquitania, que fue envenenado…
Leonor sabía mucho de venenos porque sus espías, los Gatos aquitanos, trabajaban en la sombra y eran expertos en venenos y contravenenos. En ese sentido, la novela tiene mucho de El nombre de la rosa. Pero también hay venenos en el sentido de personas venenosas: Leonor se encuentra una corte completamente hostil a una meridional, que despreciaba a los sureños. Son auténticos maquiavelos, con aliados que después serán enemigos y viceversa. Tuvo que aprender de muchos errores políticos que costaron muchas vidas.
¿Toda esta intriga política remite a Juego de tronos?
Sí, pero a la saga de George R. R. Martin, que es prácticamente El príncipe de Maquiavelo: libros de estrategia política, más oscuros y brutales que la serie. Te mete en la cabeza de 17 personajes en cada novela. Y a esas personas no se les juzga nada, ninguno tiene ética. En Juego de tronos no es que haya buenos y malos, es que no hay buenos. La novela tiene muchas capas y niveles de lectura. Además de la trama a lo Juego de tronos, que es la que acaba construyendo Europa, está el thriller para descubrir al asesino. Y la historia emocional de un triángulo amoroso: Leonor y el rey de Francia tienen una historia preciosa, pero también está su primer amor que es su tío Raymond de Poitiers…