Un equipo de la OMS vuelve a China para investigar el origen del coronavirus

Hace un par de días, cuando se cumplían justo seis meses desde que China anunciara la existencia del nuevo coronavirus -entonces una extraña neumonía- en la ciudad de Wuhan, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) comunicaron que enviarían al gigante asiático a un equipo de expertos para investigar el origen de una pandemia que ha dejado más de medio millón de muertos en todo el mundo.

El 1 de enero, la OMS solicitó oficialmente más información sobre el nuevo patógeno a China, aunque hubo que esperar tres días para leer en Twitter la primera comunicación del organismo al respecto. Poco se sabía entonces de la Covid-19, una enfermedad que todavía tenía nombre.

A priori, de cara al público, durante aquellas primeras semanas de enero la comunicación era impecable entre los departamentos de Salud de China y el organismo internacional. La OMS elogiaba públicamente a China por su «rápida respuesta al nuevo coronavirus» y agradecía a Pekín su «transparencia» y que hubiera compartido «inmediatamente» el mapa genético del virus. Aunque unas grabaciones publicadas por la agencia Associated Press (AP) de varias reuniones de los miembros de la OMS revelaron que en realidad China no compartió la información clave durante los primeros días críticos –la semana del 6 de enero- de la pandemia.

Pero de cara al público, las relaciones eran muy buenas. Tanto que a mediados de febrero, un equipo de expertos de la OMS realizó un viaje a China para una inspección de nueve días. Había 12 representantes internacionales -científicos y médicos de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Japón, Nigeria, Corea del Sur, Rusia y Singapur- y otra docena de expertos locales del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de China.

La idea era intentar averiguar el origen del coronavirus y seguir la evolución de un brote que supuestamente había salido de un mercado de mariscos y animales salvajes de Wuhan. Ya era público el genoma, un 96 % idéntico al de un coronavirus que investigadores chinos del Instituto de Virología de Wuhan habían identificado en murciélagos de las cuevas de la provincia sureña de Yunnan. La diferencia principal era un segmento de seis aminoácidos que permitía al virus penetrar dentro de las células humanas. Sobre todo había un detalle importante, que el coronavirus podía alcanzar el receptor ACE2, situado en los pulmones, particularidad compartida con la anterior epidemia del SARS que golpeó a China 17 años atrás.

Con toda esa información, la OMS llegó a Wuhan. En aquel momento – 22 de febrero- China sumaba más de 600 nuevos contagios al día y el virus se estaba extendiendo cada vez por más países. También se había mencionado que el pangolín podría ser el huésped intermedio por el que el virus pasó de los murciélagos a los humanos. Pero había muchas incógnitas que hoy en día siguen sin resolverse.

Tras la visita a China, las conclusiones de los expertos de la OMS se centraron más en elogiar la gestión del país asiático que en desvelar apuntes importantes sobre el origen o la transmisión del coronavirus. Bruce Aylward, jefe de la misión de expertos, insistió varias veces en que China estaba consiguiendo controlar la epidemia, mientas el resto del mundo aún no estaba listo. «El equipo ha constatado que las medidas de intervención de China han cambiado significativamente la curva de la epidemia», dijeron desde el organismo poniendo, en todo momento, al gigante asiático como ejemplo.

El segundo equipo que enviará la OMS a China llegará en los próximos días. Muchos países llevan tiempo pidiendo una investigación independiente sobre el origen de la pandemia y hasta 122 naciones firmaron una petición formal. A mediados de mayo, durante la Asamblea de la Salud Mundial en Ginebra, el presidente chino, Xi Jinping, se comprometió por videoconferencia a que su país apoyaría una «revisión integral» de la respuesta a la pandemia una vez el virus estuviera controlado.

Xi defendió durante su comparecencia que China había mantenido en todo momento una «actitud transparente y responsable» y que su país compartió «sin reservas» con la comunidad internacional la información científica y médica sobre el virus. Luego se comprometió a aportar 2.000 millones de dólares en los próximos dos años para la lucha contra la Covid-19. Mientras, desde Estados Unidos, el presidente Donald Trump no ha cesado en sus críticas a la OMS por lo que considera su «complicidad» con China a la hora de ocultar el alcance real del coronavirus al principio. «La OMS es una marioneta al servicio de los intereses de China», ha dicho varias veces Trump.

En los próximos días conoceremos más detalles de la nueva misión de la OMS sobre el terreno. Aunque en China no todos parecen estar de acuerdo con esta visita. Zeng Guang, epidemiólogo jefe del Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades, dijo el martes que la búsqueda de los orígenes del virus no debería realizarse en su país.

«No importa con qué país comience el trabajo de identificación científica, siempre que involucre a todos los países relacionados y se realice de manera justa», dijo Zeng, siguiendo el hilo de otros comentarios de altos funcionarios chinos que han dicho que a pesar de que el virus se informó por primera vez en China, no significa que naciera allí.