Lagarde aprieta a los líderes europeos para un acuerdo multimillonario: «Lo peor está por llegar»

Negociar un Fondo de Recuperación de hasta 750.000 millones de euros y un Presupuesto de 1,1 billones más para los próximos siete años es tarea casi imposible. Es la negociación más dura de la UE en condiciones normales y un desafío titánico teniendo que pelear a distancia, sin flexibilidad, sin encuentros bilaterales, sin poder usar todas las dotes de persuasión clásicas. Es normal que el proceso lleve años y que en la fase final requiera reiteradas Cumbres, pero el tiempo aprieta y un buen número de gobiernos parece estar cayendo en cierta complacencia. Por eso la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, instó ayer a los líderes de los 27 a ponerse las pilas. Por eso la canciller Angela Merkel hizo lo mismo el jueves ante el Bundestag, apuntando que algunos no parecen comprender lo que de verdad está en juego. Y por eso este viernes también, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, dio una sacudida importante a los líderes con un mensaje rotundo: «Lo peor está por llegar».

En la última década, Mario Draghi fue la voz que más insistentemente reclamó en las grandes citas comunitarias un esfuerzo fiscal y político equivalente al monetario, pero prefería cierta discreción sobre las claves que daba a puerta cerrada. Lagarde es más directa y quiere que las palabras tengan eco. Fuentes diplomáticas apuntan a que la francesa ha instado a reaccionar con velocidad y contundencia, porque el paro de la Eurozona se puede ir por encima del 10% y la contracción de este ejercicio acercarse al 9%. «El paquete de recuperación debe ser ambicioso, rápido, flexible y estar firmemente anclado en las reformas económicas. Cuanto más rápido se acuerde, mejor para la economía de la UE», les dijo a su colegas según esas fuentes.

No se esperaba ningún acuerdo en este Consejo Europeo y ningún acuerdo se logró tras cuatro horas y media de vídeo, en los que se tocaron también superficialmente temas como la última reunión con Boris Johnson sobre el Brexit o los acuerdos de paz de Ucrania, prorrogando seis meses más las sanciones a Rusia. Era la primera vez que los jefes de Gobierno se veían, aunque sea a distancia, para tratar de las nuevas propuestas con cifras puestas sobre la mesa por la Comisión Europea. A estas alturas todos saben lo que piensan los demás, y lo normal es que se limiten a leer los que sus asesores más expertos han escrito, pero siempre ayudan estas intervenciones para fijar posiciones.

La idea es calibrar, tratar de ver dónde puede haber ‘zonas de aterrizaje’ entre las demandas irreconciliables a priori de unos y otros. Y fue de agradecer que nadie intentara venderlo como una cita esencial y constructiva. Fue un trámite, uno necesario, pero un trámite antes de la pelea formal. «En algunos temas hace falta seguir discutiendo. En las últimas semanas hemos podido consultar con las capitales para buscar claridad y ahora viramos a la nueva fase: la de negociar. Queremos tener un encuentro presencial a mediados de julio, y antes habrá propuestas concretas para intentar tomar una decisión», aseguró Michel.

PUNTOS DE PARTIDA

Los puntos de partida no han cambiado mucho en las últimas semanas, pero quizás el hecho más relevante es que todos los países, incluidos los más ortodoxos, aceptan que el Fondo de Recuperación europeo tenga préstamos y transferencias directas. Ellos querían sólo créditos, pero los autoproclamados Frugales han asumido que una parte irá en aportaciones para no devolver. La clave es qué ofrecer a cambio de un Presupuesto relativamente ambicioso y de ese plan de recuperación post pandemia.

Las consignas parecen más o menos definidas, falta por ver el equilibrio y los números que Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, debe poner en papel en los próximos días para poder celebrar en las primeras semanas de julio una nueva Cumbre, con toda probabilidad presencial. Hay cosas que sólo se pueden hacer así, en salas sin asesores, cámaras ni micrófonos. Donde se puedan decir cosas que no queden registradas. La gran lección que todas las delegaciones sacan de esta pandemia es que la transparencia puede ser buena para muchas cosas, pero no para lograr avances definitivos al máximo nivel.

Desde la Comisión, el Consejo y las delegaciones más implicadas apuntan a los vectores clave. Cuanto más grande sea el paquete final (recuperación y Presupuesto) más condicionalidad exigirán los halcones para firmar. No una condicionalidad ligada a la austeridad como la de la década pasada, a ajustes fiscales inmediatos y recortes, sino a reformas de calado para disparar la productividad y modernizar las economías. «Si alguien espera transferencias, dinero que no tiene que devolver, entonces creo que es perfectamente legítimo que quienes aportan lo supervisen», avisó el canciller austriaco, Sebastian Kurz.

También se puede jugar con los llamados ‘rebates’, los cheques compensatorios para los contribuyentes netos que más desproporcionada ven su aportación. Con la fecha de inicio de repago de las emisiones sin precedentes que hará la Comisión Europea. Von der Leyen ha propuesto que el principal no se abone antes de 2028, y con un máximo de hasta 2058, pero los conservadores no quieren ir tan lejos e hipotecas a próximas generaciones. Con Alemania en una posición muy diferente a la de la crisis anterior, y un ministro de Finanzas del SPD, socialdemócrata, los hanseáticos o frugales están más débiles. «Sin ancla y rumbo», según Joaquín Almunia. Y por eso el Partido Popular Europeo ha asumido el papel de ‘poli malo’ estas semanas intentando presionar.

OBJETIVO: EL MES DE JULIO

Otra opción es ver qué se puede hacer con la vinculación de fondos al cumplimiento del Estado de Derecho, lo que podría llevar a un veto polaco o húngaro. O hacer cambios en las claves de reparto. La Comisión ha diseñado una fórmula que tiene en cuenta el paro de 2015 a 2019, pero también la situación del PIB de hace un lustro, lo que favorece a los más pobres y no forzosamente a los más afectados por la pandemia, cuando en teoría es el objetivo del Fondo. Von der Leyen defendió ayer su propuesta asegurando que hay «muchas variables directas» con la crisis médica y del virus, pero reiteró que el shock ha sido más duro en quienes ya tenían debilidades previas.

Y desde luego está la cuestión de los recursos propios, la posibilidad de tener nuevos ingresos que financien la emisión de deuda masiva que será necesaria para pagar los préstamos y transferencias. Sería mediante tasas e impuestos, algo que la práctica demuestra que es casi imposible materializar y armonizar.

El objetivo es intentar lograr un acuerdo en julio, en una Cumbre, dos o las que hagan falta. En teoría se puede posponer hasta diciembre, porque el nuevo Marco Financiero Plurianual para el periodo 2021-2027 no arranca hasta entonces. Pero hay razones poderosas para acelerar. Primero, poder usar ya hasta un total de 11.500 millones de euros este mismo curso con los que paliar los efectos de la pandemia.

Segundo, para mandar un mensaje de confianza y fuerza al resto del mundo. Y tercero, porque hay muchos temas supurantes abiertos en la UE y mezclarlos puede ser catastrófico. Por ejemplo, la guerra sucia sobre el Brexit que Alemania espera para septiembre y octubre, cuando se acabe el tiempo para negociar con Londres. O las discrepancias sobre y con China, la cuestión migratoria y, sobre todo, las elecciones en Estados Unidos, el gran factor desestabilizador.

Aunque no todo el mundo tiene la misma urgencia. El primer ministro holandés, Mark Rutte, ha sido el más relajado al referirse a la cuestión. «No hay razón para tanta prisa. No es un drama si no un acuerdo a mediados de julio Está bien que otros países presionen pero nosotros nos centramos en el contenido», ha apuntado definiendo también una de sus herramientas negociadoras. «No sé si podremos concluir en julio o durante ese verano», ha añadido.

«Tenemos que ser innovadores, creativos. Será difícil, complejo, no hay que subestimar la tarea, pero veo una voluntad política fuerte», aseguró Charles Michel al concluir. «Es esencial que no perdamos tiempo, que tengamos pies firmes. La severidad justifica una respuesta conjunta ambiciosa. Inversiones y reformas. Me alegra que tantos líderes hayan coincidido en que hace falta un acuerdo pronto, antes de la pausa de verano. La efectividad de la respuesta depende de ello», zanjó Von der Leyen.