II El código deuteronómico.

II El código deuteronómico.

Estos son los preceptos y normas que cuidaréis de poner en práctica en la tierra que Yahvé el Dios de tus padres te ha dado en posesión, todos los días que viváis en su suelo.

El lugar del culto.

Suprimiréis todos los lugares donde los pueblos que vais a desalojar han dado culto a sus dioses, en lo alto de los montes y en las colinas, y bajo todo árbol frondoso. Demoleréis su altares, romperéis sus estelas, quemaréis al fuego sus cipos, derribaréis las esculturas de sus dioses y suprimiréis su nombre de aquel lugar.
No procederéis así respecto de Yahvé vuestro Dios, sino que sólo iréis a buscarle al lugar elegido por Yahvé vuestro Dios, de entre todas las tribus, para poner allí su nombre, morando en él. Allí llevaréis vuestros holocaustos y vuestros sacrificios de comunión, vuestros diezmos y los presentes de vuestras manos, vuestros votos y vuestras ofrendas voluntarias, los primogénitos de vuestro ganado mayor y de vuestro ganado menor. Allí comeréis en presencia de Yahvé vuestro Dios y os regocijaréis, vosotros y vuestras casas, por toda empresa en que Yahvé tu Dios te haya bendecido.      No haréis lo que nosotros hacemos aquí hoy, cada cual lo que le parece bien, porque todavía no habéis llegado al lugar de descanso y a la heredad que Yahvé tu Dios te da.   Pero cuando paséis el Jordán y habitéis en la tierra que Yahvé vuestro Dios os da en herencia, cuando él os haya puesto al abrigo de todos vuestros enemigos de alrededor, y viváis con tranquilidad, llevaréis al lugar elegido por Yahvé vuestro Dios para morada de su nombre todo lo que yo os prescribo: vuestros holocaustos y vuestros sacrificios de comunión, vuestros diezmos y los presentes de vuestras manos,y  lo más selecto de los votos  que hayáis ofrecido a Yahvé; y os rogocijaréis en presencia de Yahvé, vosotros, vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervas, así como el levita que vive en vuestras ciudades, ya que no tiene parte ni heredad con vosotros.

Precisiones sobre los sacrificios.

Guárdate de ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar sagrado que veas; sólo en el lugar elegido por Yahvé en una de tus tribus ofrecerás tus holocaustos y sólo allí pondrás en práctica todo lo que yo te mando. Podrás, sin embargo, siempre que lo desees, matar y comer la carne, como bendición que te ha dado Yahvé tu Dios, en cualquera de tus ciudades. Tanto el puro como el impuro la podrán comer, como se come la gacela o el ciervo. Sólo la sangre no la comeréis; la derramarás en tierra como agua. No podrás comer en tus ciudades el diezmo de tu trigo, de tu mosto o de tu aceite, ni los primogénitos de tu ganado mayor o de tu ganado menor, ni  ninguno de tus  votos que hayas ofrecido ni  tus ofrendas voluntarias, ni los presentes de tus manos. Sino que en presencia de Yahvé tu Dios lo comerás, en el lugar que haya elegido Yahvé tu Dios, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, y el levita que vive en tus ciudades. Y te regocijarás en presencia de Yahvé tu Dios por todas tus empresas. Guárdate de dejar abandonado al levita mientras vivas en tu suelo.

Cuando Yahvé tu Dios haya ensanchado tus tierras, como te ha prometido, y digas: «Querría comer carne», puesto que deseas comer carne, siempre que lo desees podrás comer carne.
Si el lugar que elija Yahvé tu Dios para poner allí su nombre te queda demasiado lejos, podrás matar del ganado mayor y menor que Yahvé te haya concedido, del modo que yo te he prescrito; y podrás comerlo en tus ciudades a la medida de tus deseos; exactamente como se come la gacela o el ciervo lo comerás; podrán comerlo tanto el puro como el impuro. Pero cuidado con comer la sangre, porque la sangre es el alma, y no puedes comer el alma con la carne.  No la comerás, la derramarás en tierra como agua. No la comerás, para que te vaya bien a ti y a tú hijo después de ti, porque  has hecho lo que es recto a los ojos de Yahvé. Pero las cosas sagradas que tengas  y las que hayas prometido con voto, irás a llevarlas a aquel lugar que haya elegido Yahvé. Harás tus holocaustos, la carne y la sangre sobre el altar de Yahvé tu Dios. La sangre de tus sacrificios de comunión será derramada sobre el altar de Yahvé tu Dios, y tu podrás comer la carne. Observa y escucha todas estas cosas que yo te mando, para que te vaya bien  a ti  y a  tu hijo después de ti, para siempre, si  haces lo que es bueno y recto a los ojos de Yahvé tu Dios.

Contra los cultos cananeos.

Cuando Yahvé tu Dios haya exterminado las naciones que tú vas a desalojar a tu llegada, cuando las hayas desalojado y habites en su tierra, guárdate de dejarte prender en el lazo siguiendo su ejemplo después de haber sido ellas exterminadas ante ti, y de ir en busca de sus dioses, diciendo: «Cómo servían estas naciones a sus dioses así haré yo también.»
No procederás así con Yahvé tu Dios. Porque todo lo que es una abominación para Yahvé, lo que él detesta, es lo que hacen ellos en honor de sus dioses: porque hasta a sus hijos e hijas queman al fuego en honor de sus dioses. Cuidaréis de poner en práctica todo esto que os mando,  no añadiréis ni quitaréis nada.

Contra las seducciones de la idolatría.
Si surge en medio de ti un profeta o un vidente en sueños, y te ofrece una señal o un prodigio, y llega a realizarse la señal o el prodigio que te ha anunciado, y te dice: «Vamos en pos de otros dioses (que tú no habías conocido) a servirles», no escucharás las palabras de ese profeta o de ese vidente en sueños. Es que Yahvé vuestro Dios os pone a prueba para saber si verdaderamente amáis a Yahvé vuestro Dios con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma. A Yahvé  vuestro Dios seguiréis y a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis y a él os apegaréis. Ese profeta o vidente en sueños deberá morir por haber predicado la rebelión contra Yahvé tu Dios – que te sacó del país de Egipto y te rescató de la casa de servidumbre – para apartarte del camino que Yahvé tu Dios te ha mandado seguir. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.

Si tu hermano, hijo de tu padre o hijo de tu madre, tu hijo o tu hija, la esposa que reposa en  tu seno o el amigo que es como tu propia alma, trata de seducirte en secreto diciéndote: «Vamos a servir a otros dioses», que ni tú ni tus padres habíais conocido, de entre los dioses de los pueblos próximos o lejanos que os rodean de un extremo a otro de la tierra, no accederás ni le escucharás, tu ojo no tendrá piedad de él, no le perdonarás ni le encubrirás, sino que le harás morir; tu mano caerá la primera sobre él para darle muerte, y después la mano de todo el pueblo. Le apedrearás hasta que muera, porque trató de apartarte de Yahvé tu Dios, el que te sacó del país de Egipto, de la casa de servidumbre. Y todo Israel lo oirá y temerá y dejará de cometer este mal en medio de ti.
Si oyes decir que en una de las ciudades que Yahvé tu Dios te da para habitar en ella
algunos hombres, malvados, salidos de tu propio seno, han seducido a sus conciudadanos diciendo: «Vamos a dar culto a otros dioses», que vosotros no conocíais, consultarás, indagarás y preguntarás minuciosamente. Y si es verdad, si se comprueba que en medio de ti se ha cometido tal abominación, deberás pasar a filo de espada a los habitantes de esa ciudad; la consagrarás al anatema con todo lo que haya dentro de ella. Amontonarás todos sus despojos en medio de la plaza pública y prenderás fuego a la ciudad con todos sus despojos, todo ello en honor de Yahvé tu Dios. Quedará para siempre como un montón de ruinas, y no volverá a ser edificada. De este anatema no se te quedará nada en la mano, para que Yahvé aplaque el ardor de su ira y sea misericordioso contigo y tenga piedad de ti y te multiplique como prometió bajo juramento a tus padres, a condición de que escuches la voz de Yahvé tu Dios guardando todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy y haciendo lo que es recto a los ojos de Yahvé tu Dios.