VII De Cades a Moab.

Las aguas de Meribá.

Los israelitas, toda la comunidad, llegaron al desierto de Sin el mes primero, y todo el pueblo se quedó  en Cadés. Allí murió María y allí la enterraron. No había agua para la comunidad, por lo que se amotinaron contra Moisés y contra Aarón. El pueblo protestó contra Moisés, diciéndole: «Ojalá hubiéramos perecido igual que perecieron nuestros hermanos delante de Yahvé. ¿Por qué habéis traído la asamblea de Yahvé a este desierto, para que muramos en él nosotros y nuestros ganados? ¿Por qué nos habéis subido de Egipto, para traernos a este lugar pésimo: un lugar donde no hay sembrado, ni higuera, ni viña, ni ganado, y donde no hay ni agua para beber?» Moisés y Aarón dejaron la asamblea, se fueron a la entrada de la Tienda del Encuentro y cayeron rostro en tierra. Y se les apareció la gloria de Yahvé.

Yahvé habló con Moisés y le dijo: «Toma la vara y reúne a la comunidad, tú con tu hermano Aarón. Hablad luego a la peña en presencia de ellos, y ella dará sus aguas. Harás brotar para ellos agua de la peña, y darás de beber a la comunidad y a sus ganados.» Tomó Moisés la vara de la presencia de Yahvé como se lo había mandado. Convocaron Moisés y Aarón la asamblea ante la peña y él les dijo: «Escuchadme, rebeldes. ¿Haremos brotar de esta peña agua para vosotros?» Y Moisés alzó la mano y golpeó la peña con su vara dos veces. El agua brotó en abundancia, y bebió la comunidad y su ganado.

Castigo de Moisés y Aarón.

Dijo Yahvé a Moisés y Aarón: «Por no haber confiado en mí y reconocido mi santidad ante los israelitas, os aseguro que no guiaréis a esta asamblea hasta la tierra que les he dado.» Estas son las aguas de Meribá, donde protestaron los israelitas contra Yahvé, y con las que él manifestó su santidad.

Edom no permite el paso.

Envió Moisés mensajeros desde Cades: «Al rey de Edom. Así dice tu hermano Israel: Ya sabes por qué gran calamidad hemos pasado. Nuestros padres bajaron a Egipto y nos quedamos en Egipto mucho tiempo. Pero los egipcios nos trataron mal, a nosotros igual que a nuestros padres. Clamamos entonces a Yahvé, y él escuchó nuestra voz: envió un angel, y nos sacó de Egipto. Ahora estamos en Cadés, ciudad fronteriza de tu territorio. Déjanos, por favor, pasar por tu tierra. No cruzaremos por campo ni por viñedo, ni beberemos agua de pozo. Seguiremos el camino real, sin torcer ni a la derecha ni a la izquierda hasta que crucemos tus fronteras.» Edom le respondió: «No pasarás por mi tierra. Si lo haces, saldré espada en mano a tu encuentro.» Le respondieron los israelitas: «Seguiremos por la calzada, y si bebemos agua tuya, yo y mis rebaños, pagaremos su precio. Se trata solo de pasar a pie ». Respondió él: «No pasarás.» Y salió Edom a su encuentro con mucha gente y mano poderosa. Como Edom negó el paso a Israel por su territorio, Israel dio un rodeo.

Muerte de Aarón.

Los israelitas, toda la comunidad, partieron de Cades y llegaron al monte Hor. Y dijo Yahvé a Moisés y Aarón en el monte Hor, en la frontera del país de Edom: «Que se reúna Aarón con los suyos, porque no debe entrar en la tierra que he dado a los israelitas, por haberos rebelado contra mi voz en las aguas de Meribá. Toma a Aarón y a su hijo Eleazar y súbelos al monte Hor. Le quitarás a Aarón sus vestiduras y se las revestirás a su hijo Eleazar. Entonces Aarón se reunirá con los suyos: allí morirá.» Moisés hizo como le había mandado Yahvé. Subieron al monte Hor a la vista de toda la comunidad. Quitó Moisés a Aarón sus vestiduras y se las puso a su hijo Eleazar. Y murió allí Aarón, en la cumbre del monte. Moisés y Eleazar bajaron de la montaña. Toda la comunidad se dio cuenta de que había fallecido Aarón, y lloró a Aarón toda la casa de Israel durante treinta días.

Toma de Jormá.

Oyó el rey de Arad, cananeo, que ocupaba el Négueb, que llegaba Israel por el camino de Atarim, y atacó a Israel y le hizo algunos prisioneros. Entonces Israel formuló este voto a Yahvé: «Si entregas a ese pueblo en mi mano, consagraré al anatema sus ciudades.» Oyó Yahvé la voz de Israel y les entregó a aquel cananeo. Los consagraron al anatema a ellos y a sus ciudades. Por eso se llamó aquel lugar Jormá.

La serpiente de bronce.

Partieron del monte Hor, camino del mar de Suf, rodeando el territorio de Edom. El pueblo se impacientó por el camino. Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos habéis subido de Egipto para morir en el desierto? Pues no tenemos ni pan ni agua, y estamos hastiados de ese manjar miserable.»

Envió entonces Yahvé contra el pueblo serpientes abrasadoras, que mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel. El pueblo fue a decirle a Moisés: «Hemos pecado por haber hablado contra Yahvé y contra ti. Intercede ante Yahvé para que aparte de nosotros las serpientes.» Moisés intercedió por el pueblo.
Y dijo Yahvé a Moisés: «Hazte una serpiente abrasadora y ponla sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y la mire, vivirá.» Hizo Moisés una serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si una serpiente mordía a un hombre y éste miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida.