Encuentro de Esaú y Jacob. Jacob se aparta de Esaú. Rapto de Dina. Venganza de Simeón y Leví.

Jacob alzó la vista y, al ver que venía Esaú con cuatrocientos hombres, repartió a los niños entre Lía y Raquel y las dos siervas. Puso a las siervas y sus niños al frente; después a Lía y sus niños, y Raquel y José en la zaga. Él se les adelantó y se inclinó en tierra siete veces, hasta llegar donde su hermano. Esaú, a su vez, corrió a su encuentro, le abrazó, se le echó al cuello, le besó y lloró. Levantó luego los ojos y, al ver a las mujeres y a los niños, dijo: «¿Qué son de ti éstos?» – «Son los hijos que ha otorgado Dios a tu siervo.»

Entonces se acercaron las siervas con sus niños, y se inclinaron. Después se acercó  también Lía con sus niños, y se inclinaron. Y por último se acercaron José y Raquel y se inclinaron.      Dijo Esaú: «¿Qué pretendes con toda esta caravana que acabo de encontrar?» – «Es para que mi señor muestre buena disposición hacia mi.» Dijo Esaú: «Tengo bastante, hermano mío; sea para ti lo tuyo.» Replicó Jacob: «De ninguna manera. Si te alegras de verme, toma el regalo que te doy, ya que he visto tu rostro como quien ve el rostro de Dios, y me has mostrado simpatía. Acepta, pues, el obsequio que te he traído; pues Dios me ha favorecido y tengo de todo.» Y le insistió tanto que aceptó.

Jacob se aparta de Esaú.

Dijo Esaú: «Vámonos de aquí, y yo te daré escolta.» Él respondió: «Mi señor sabe que los niños son tiernos y que tengo conmigo ovejas y vacas criando; un día de ajetreo bastaría para que muriese todo el rebaño. Adelántese, pues, mi señor a su siervo, que yo avanzaré despacito, al paso del ganado que llevo delante, y al paso de los niños, hasta que llegue donde mi señor, a Seír.» Dijo Esaú: «Entonces voy a destacar contigo a parte de la gente que me acompaña.» – «¿Para qué tal? Me doy por satisfecho con que muestres buena disposición hacia mí.» Rehízo, pues, Esaú aquel mismo día su camino rumbo a Seír, y Jacob partió para Sucot, donde edificó para sí una casa y para su ganado hizo cabañas. Por donde se llamó aquel lugar Sucot.

Llegada a Siquén.

Jacob llegó sin novedad a la ciudad de Siquem, que está en el territorio cananeo, viniendo de Paddán Aram, y acampó frente a la ciudad. Compró a los hijos de Jamor, padre de Siquem, por cien agnos la parcela de campo donde había desplegado su tienda,erigió allí un altar, y lo llamó de «El», Dios de Israel.

Rapto de Dina.

Dina, la hija que Lía había dado a Jacob, salió una vez a conocer a las chicas de la zona. Siquem, hijo de Jamor el jivita, príncipe de aquella tierra, la vio, se la llevó, se acostó con ella y la humilló. Jamor se sintió atraido por Dina, hija de Jacob; se enamoró de la muchacha y trató de convencerla. Siquem dijo a su padre Jamor: «Tómame a esta chica por mujer.» Jacob se enteró que Siquem había violado a su hija Dina. Pero, como sus hijos estaban con el ganado en el campo, Jacob guardó silencio hasta su llegada.

Propuesta de pacto con los de Siquén.

Jamor, padre de Siquem, salió al encuentro de Jacob para hablar con él. Los hijos de Jacob habían vuelto del campo al enterarse. Los hombres se indignaron y montaron en cólera por la afrenta hecha por Siquem acostándose con la hija de Jacob: «Eso no se hace.»Jamor habló con ellos. Les dijo: «Mi hijo Siquem se ha prendado de vuestra hija, así que dádsela por mujer. Emparentad con nosotros: dadnos vuestras hijas, y tomad para vosotros la nuestras. Quedaos a vivir con nosotros: tenéis la tierra franca. Instalaos, circulad libremente y adquirid propiedades.» Siquem dijo al padre y a los hermanos de la chica: «Si mostráis buena disposición hacia mí, os daré lo que me pidáis. Pedidme cualquier dote, por grande que sea, que yo os daré cuanto me digáis.  Pero dadme a la muchacha por mujer.»

Los hijos de Jacob respondieron a Siquem y a su padre Jamor con disimulo. Dirigiéndose a aquel que había violado a su hermana Dina, dijeron: «No podemos dar nuestra hermana a un incircunciso, porque eso es una vergüenza para nosotros. Tan sólo os la daremos a condición de que todos vuestros varones circunciden y os hagáis así como nosotros. Entonces os daremos nuestras hijas, y tomaremos para nosotros las vuestras, nos quedaremos con vosotros y formaremos un solo pueblo. Pero si no nos escucháis respecto a la circuncisión, entonces tomaremos a nuestra hija y nos iremos.» Sus palabras parecieron bien a Jamor y a Siquem, hijo de Jamor. El muchacho no tardó en ponerlo en práctica, porque quería a la hija de Jacob. El mismo era el más honorable de toda la casa de su padre.          Jamor y su hijo Siquem fueron a la puerta de su ciudad y hablaron a todos sus conciudadanos diciéndoles: «Estos hombres  vienen a nosotros en son de paz. Que se queden en el país y  circulen libremente, pues ya veis que pueden disponer de tierra espaciosa. Tomemos a sus hijas por mujeres y démosles las nuestras. Pero sólo con esta condicíon accederán estos hombres a quedarse con nosotros para formar un solo pueblo: que nos circuncidemos todos los varones, igual que ellos están circuncidados. Sus ganados, hacienda y todas sus bestias,  van a ser para nosotros, así que lleguemos a un acuerdo con ellos y que se queden con nosotros.» Todos los que salían por la puerta de la ciudad escucharon a Jamor y a su hijo Siquem, y todos varónes se hicieron circuncidar.

Venganza de Simeón y Leví.

Pues bien, al tercer día, mientras ellos estaban con los dolores de la circuncisión, dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, blandieron cada uno su espada y, entrando en la ciudad sin riesgo, mataron a todos los varones. También mataron a Jamor y a Siquem a filo de espada; tomaron a Dina de la casa de Siquem y salieron. Los hijos de Jacob pasaron sobre los muertos, pillaron la ciudad que había violado a su hermana y se apoderaron de sus rebaños, vacadas y asnos, de cuanto había en la ciudad y en el campo. Saquearon toda su hacienda, incluso sus pequeñuelos y sus mujeres, y pillaron todo lo que había dentro.      Jacob dijo a Simeón y a Leví: «Me habéis puesto a malas haciéndome odioso entre los habitantes de este país, los cananeos y los perizitas. Y yo dispongo de unos pocos hombres, de modo que si ellos se juntasen contra mí y me atacarán, sería aniquilado junto con mi familia.» Replicaron ellos: «¿Es que iban a tratar a nuestra hermana como a una prostituta?»