Nadal, más de media vida ganando

De una foto a otra, con el mismo sombrero de charro y el mordisco al peculiar Guaje de Plata que se entrega en Acapulco al vencedor –el guaje es una planta trepadora típica del estado de Guerrero que da un fruto con forma de pera– van 17 años, más de media vida de alegrías resumidas en 85 títulos, una cifra escalofriante que engorda cada curso porque Rafael Nadal, esté como esté, siempre gana.

Cuenta ya 33 primaveras, hombre hecho y derecho, felizmente casado y con los achaques propios de alguien que ha superado todos los límites imaginables, y desde 2004, cuando puso en marcha el contador en Sopot, el español ha levantado al menos un trofeo en cada temporada, impresionante y única la regularidad del campeón (Federer enlazó 15 cursos con premios entre 2001 y 2015 y Djokovic lleva 15, desde 2006 hasta hoy). En la madrugada española del sábado al domingo, sin más esfuerzos de los necesarios, Nadal le daba una lección al joven Taylor Fritz (22 años, 35 del mundo) y le despachaba en apenas 74 minutos, un 6-3 y 6-2 que habla por sí solo.

No hay mucho que destacar de la final, desnivelada desde que el balear le rompió el saque al esforzado norteamericano en el octavo juego del primer set, una diferencia abismal. La semana de Nadal, más allá de las comprensibles manchitas de los primeros días, ha sido coser y cantar y únicamente ha cedido 25 juegos en sus cinco partidos, un dato que refleja su superioridad, si bien es cierto que no se ha tenido que enfrentar a ningún jugador de los 20 primeros, siendo Grigor Dimitrov el rival con mejor ranking (22) y palmarés.

En Acapulco, Nadal ha enderezado el rumbo después de los rasguños que se llevó de Australia, derrotado dos veces en la Copa ATP (Goffin y Djokovic) y eliminado en los cuartos de final del primer grande del año por Dominic Thiem. «Es un título importante para mí, en un momento importante de la temporada. Venía de tener un comienzo de año no malo, pero sí mejorable, porque llegué un poquito saturado; no tuve demasiado tiempo de descanso al final de la temporada pasada, así que esta semana era importante para coger confianza. Me voy con el objetivo más que cumplido», resumió el mallorquín, dando a entender que le saltó el chivato de la gasolina por los excesos de la Davis con la que echó el cierre a un 2019 fantástico y que llegó a la meta por los pelos.

Djokovic, a 370 puntos

No ha habido más sudores de la cuenta estos días en México y esa, más allá del título, es la mejor de las noticias para Nadal, que se tomará unos días de descanso antes de preparar el asalto a Indian Wells y trasladar al desierto californiano su pelea con Djokovic, también campeón esta semana en Dubái ( 370 puntos de ventaja para el serbio). El balear tiene un par de exhibiciones (una en Atlanta, además de la Eisenhower Cup) antes del primer Masters 1.000 del calendario, al que llega muy reforzado anímicamente. «Mi objetivo sigue siendo alargar al máximo mi carrera deportiva y para ello necesito llegar fresco y con la mente a punto. Este título no quiere decir que vaya a ser un gran año, sino un buen comienzo. Sigo compitiendo por estas sensaciones, ganar títulos…».

Nadal, pues, es un veterano en toda regla al que la prensa mexicana le pedía un ejercicio de memoria, que de eso va sobrado. Como de valores: «Lo único en lo que confío en haber hecho por el tenis es haber dejado un buen ejemplo para los niños y niñas; después, ganar o perder es parte del deporte. Si hay una cosa que me gustaría poder decir es que he transmitido cosas positivas dentro y fuera de la pista». Palabra de Nadal.