La agonía de Federer: así se salvó de una eliminación segura en el Open de Australia

Tras cuatro horas de intenso duelo, Roger Federer respiraba aliviado, también Mirka, su esposa, que observaba el desenlace del encuentro contra John Millman sin uñas. El suizo estará en los octavos de final del Open de Australia tras remontar en el ‘super tie-break’ un 4-8 en contra. El tenista local, que sorprendentemente jugó con el público en contra, lo tenía en su mano, pero Roger sacó el instinto de supervivencia que caracteriza a los grandes jugadores y le dio un vuelco completo al marcador. A Millman, que ya de por sí estaba bastante tenso durante el último set, le entró el pánico y dilapidó su ventaja. Cayó con honores, llevando a la raqueta número tres del mundo a su límite, pero a buen seguro que se acordará de esta enorme oportunidad que ha dejado pasar tras cinco mangas de lucha (6-4, 6-7, 4-6, 6-4 y 7-6).

Roger no estaba bien, irregular con el servicio y también con su ‘drive’, pero su espíritu ganador, esa fe inquebrantable en su tenis y, sobre todo, su experiencia a la hora de gestionar momentos así a lo largo de su carrera le dieron el billete a la siguiente ronda. Millman, que estuvo a punto de eliminarle en el pasado Torneo de Adelaida, volvió a quedarse a las puertas de una machada. Nadó para morir en la orilla como otros tantos antes que él. Federer, con estrés y bajo una presión tremenda, sigue dentro del cuadro. Nadal, que en unas horas saltará a la pista para enfrentarse a Pablo Carreño, lucha por igualarle en número de Grand Slams. Es posible que este no sea el momento, pues el balear no está disfrutando de buenas sensaciones estos días, poco preciso y con bastante fatiga acumulada tras la Davis y ATP Cup, pero Roland Garros ya asoma y ahí sí que dispone de todos los boletos al premio. De esta manera, Federer intenta estirar al máximo un récord que, más pronto que tarde, caerá. Un campeón nunca baja los brazos y no hay mayor titán que el suizo. Australia es buena opción para ganar otro ‘major’, pensó.

El domingo, aún con horario por definir, se enfrentará a Marton Fucsovics. El húngaro es otro hueso duro de roer y ya en primera ronda apeó a un top 15 como Shapovalov. Roger, que aún en las malas puede ganarle a cualquiera, tendrá que subir el nivel si quiere evitar un encuentro largo, algo que a su físico no le conviene. Esta jornada estuvo irreconocible. El de Basilea anduvo por la pista con el gesto torcido desde la primera manga, donde ostentó porcentajes horrorosos tanto en primeros servicios (63%), como en segundos (30%). Estaba incómodo, descentrado y acabó entregando el primer set. A partir de ahí mejoro levemente, pero siguió cometiendo numerosos errores no forzados, impropios de su categoría (hasta 32 en los dos primeros parciales). Federer no parecía Federer. Desesperado, sin ideas, su box, con Ivan Ljubicic, entrenador, al frente, sufría lo indecible ante la peor versión que se le recuerda a ‘su Majestad’ en tiempo. Roger desatascó varias fases complicadas con su revés cortado, su mejor arma en una noche de nula fantasía. Millman, poco contemplativo, le exigió muchísimo desde el fondo de pista.

El suizo, que previamente había bendecido jugar a estas horas, con temepraturas más bajas, nunca encontró el ‘timing’ para atacar con garantías a su rival. Millman rascó una gran fuente de puntos enviando bolas a su derecha y a diferentes alturas. La herida acabó convirtiéndose en hemorragia. El australiano llevó el duelo al último set y la sensación final es que no terminó de rematar la faena más por desmérito suyo que por otra cosa. El enfrentamiento se movía en una fina línea y la tensión se podía tocar con las manos. Mientras Millman caminaba por la pista erguido, muy seguro de sí mismo, al otro lado Federer era la viva imagen de la apatía. El ‘aussie’ se vio tan cerca de la victoria en el ‘super tie-break’ que se olvidó de seguir presionando. El suizo no le perdonó el despiste y sacó la cabeza por encima del agua que le ahogaba para meterse de lleno en los octavos. Parecía que lo tenía todo perdido (82 errores no forzados), pero se salvó de la quema y ahora le tocará reflexionar.