El Parlamento Europeo reitera el reconocimiento a Juan Guaidó y condena «el intento de golpe de Estado de Maduro»

El Parlamento Europeo ha condenado este jueves, una vez más, las acciones del régimen bolivariano y el intento de golpe para evitar la reelección de Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional venezolana. Frente a la duda de los ministros de Exteriores de la UE, y las discrepancias o falta de apetito en el Consejo Europeo, los eurodiputados han vuelto a pronunciarse, una vez más, pidiendo más contundencia.

En una resolución aprobada en Estrasburgo con 471 votos a favor, 101 en contra y 103 abstenciones, la Eurocámara ha denunciado el intento de Nicolás Maduro de colocar a su candidato, Luis Parra, como presidente ilegítimo de la Asamblea Nacional. Los diputados, por abrumadora mayoría, han condenado la acción de las fuerzas armadas que impidieron físicamente el acceso de Guaidó, que ha sido reconocido como presidente por más de 50 países y que contó también con el respaldo del Europarlamento, a pesar de la oposición casi en bloque de la izquierda unitaria (GUE). «Los eurodiputados que se consideran demócratas deberían dejar de hacerle seguidismo a la extrema derecha en su apoyo al golpista Guaidó. La solución en Venezuela no vendrá por apoyar al monigote de Trump, sino por la vía política mediante la Mesa de Diálogo Nacional», ha lamentado Manu Pineda, eurodiputado de Izquierda Unida.

«La resolución del Parlamento Europeo se aprueba en un momento clave para Venezuela», explica Jordi Cañas, diputado de Ciudadanos, vicepresidente primero de EUROLAT y ponente principal del texto, quien afirma «el Parlamento Europeo debe ser claro en el reconocimiento de Guaidó como presidente interino legítimo. la resolución se sitúa más allá de un mero debate parlamentario o de una declaración de intenciones de la Eurocámara, porque denuncia el régimen tiránico de Nicolás Maduro en un momento clave para el país».

La resolución considera que lo ocurrido es sin duda «un golpe de Estado parlamentario orquestado por el régimen ilegal de Nicolás Maduro». Y manifiesta su apoyo al opositor Guaidó «como presidente legítimo de la Asamblea Nacional y presidente interino de Venezuela». Igualmente, los diputados «deploran las graves violaciones del funcionamiento democrático de la Asamblea Nacional, el único órgano democrático del país elegido legítimamente y cuyos poderes han de respetarse».

Por todo ello, y con el objetivo de llegar a «una resolución pacífica y democrática de la crisis venezolana», la resolución insta a seguir trabajando a través del Grupo Internacional de Contacto y pide al alto representante de la UE para la Política Exterior, Josep Borrell, que «refuerce la actuación de la Unión con miras al restablecimiento de la democracia en Venezuela, también mediante la ampliación de las sanciones contra los implicados en violaciones de los derechos humanos y en la represión y la extensión de esas sanciones a sus familiares». Así como una misión de investigación sobre el terreno.

Las resoluciones del Parlamento tienen valor político, pero no son vinculantes ni se traducen en medidas concretas, ni por parte del alto representante ni del Consejo o de la Comisión. La última palabra en política exterior corresponde siempre a las capitales, y el año pasado ya se vio cuán lejos estaban dispuestas a ir. Era entonces responsable la italiana Federica Mogherini. Ahora le toca a Borrell, que como ministro, nada más tomar posesión, abogó por un cambio de estrategia. Si hasta entonces España había apoyado las sanciones crecientes contra altos cargos, con Pedro Sánchez y Borrell apostaron por rebajar la tensión. No se levantarían las puestas, pero apostaron por no imponer más.

Cuando Guaidó se proclamó presidente, la mayoría de los países acabaron reconociendo su legitimidad, pero no todos. Y entre los ministros no hubo consenso para ir mucho más allá de lo que, en términos generales, recogen las diferentes resoluciones parlamentarias.

La semana que viene, los ministros de Asuntos Exteriores se reunirán en Bruselas y es posible que aborden los últimos acontecimientos, aunque se esperan novedades por el momento.