El Banco de España cree que el Gobierno no logrará este año reducir el déficit público

Un año perdido para la corrección del déficit público. Aunque con información todavía parcial, el Banco de España cree que en 2019 el agujero presupuestario de las Administraciones no bajará. Los datos de ejecución apuntan que el desfase acabará en la misma cifra que en 2018: el 2,5% del PIB, sobre todo porque el pago adelantado de octubre del impuesto de sociedades ha caído sobre el año anterior, cuando se dio una recaudación muy elevada. Y el gasto en empleados públicos parece crecer algo más de lo esperado. También las prestaciones sociales.

A pesar del crecimiento económico, se trata de la primera vez que no se rebaja el déficit desde 2012. El Ejecutivo de Pedro Sánchez no consiguió aprobar los Presupuestos en los que se recogían unas subidas de impuestos por valor de unos 5.000 millones. Tras cinco años sin que los sucesivos Gobiernos tomen medidas, la presión de Bruselas puede elevarse ante la falta de resultados para sanear las cuentas públicas. De acuerdo con las estimaciones del Banco de España, el agujero presupuestario rondaría los 30.000 millones de euros, casi el doble de lo que se gasta en prestaciones de paro.

La Autoridad Fiscal ya había advertido hace unos días que era improbable que este año el Gobierno lograse cumplir con el objetivo que se había autoimpuesto del 2% del PIB. Esta meta ya se había bajado respecto al 1,3% que marcaba la senda aprobada en el Parlamento, y respecto al 1,8% que dibujó el Ejecutivo en los Presupuestos de 2019 que no pudo aprobar.

Para el año que viene, los desembolsos incurridos por las lluvias torrenciales, del orden de los 700 millones, y una revalorización de las pensiones en línea con la inflación harán que el déficit solo disminuya hasta el 2,1% respecto al 1,8% que estimaba el banco anteriormente. Hasta ahora el Banco de España preveía que las prestaciones de jubilación se iban a actualizar con el 0,25% que marca la ley.

En cuanto a la entrada en vigor en estas circunstancias del artículo 135.2 de la Constitución, que obliga a suprimir el déficit público, el director de Economía del Banco de España, Óscar Arce, ha asegurado durante una rueda de prensa que «una interpretación estricta de este artículo llevaría a un ajuste mucho más intenso». Este apartado reforzará la tutela de la Comisión Europea sobre las finanzas públicas.

La buena noticia llega por los últimos indicadores que recibe el Banco de España. El organismo considera que la ralentización de la economía no va a más y mantiene sus previsiones para este año y el que viene. El producto interior bruto (PIB) crecerá un 2% en 2019 y un 1,7% en 2020, avanzando todavía a unos ritmos superiores a los del resto de la zona euro. Como ya había adelantado Arce en otra comparecencia, se observa un cierto freno al deterioro sufrido en el empleo. Y el BCE ya había señalado que la actividad en la eurozona arroja signos de estabilización.

«Los datos más recientes apuntan a una estabilización del perfil de crecimiento del PIB en la segunda mitad del año, frente al debilitamiento que esbozaba la información coyuntural disponible en el momento en el que se elaboró el informe [anterior] de septiembre», dice el supervisor en sus previsiones publicadas este lunes. La sensación de catástrofe que imperaba en el ambiente se aleja. Ahora la expresión clave es «indicios de estabilización» de la economía. De hecho, Arce se ha mostrado, aunque con algunas cautelas, ligeramente más optimista sobre el Brexit o las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China.

El supervisor calcula que la economía española ha estado creciendo entre octubre y diciembre a tasas del 0,4% trimestral, la misma que se registró en el trimestre precedente. Se trata de un ritmo bajo, pero que nada tiene que ver con una recesión.

Según las proyecciones del banco, la actividad en España proseguirá su senda de ralentización gradual hacia unos crecimientos más acordes con su potencial. El motivo principal es que la demanda interna irá poco a poco moderándose debido a que se ha agotado ya el proceso de compra de bienes duraderos que se había pospuesto con la crisis. Por una parte, se nota ya en el debilitamiento del crédito al consumo. Por otra, el Banco de España ve en el repunte del ahorro una mayor cautela de los hogares a la hora de afrontar gastos en un entorno todavía plagado de incertidumbres. Y este menor dinamismo de la demanda interna se reflejará en un avance ligeramente menos vigoroso en la inversión empresarial. Así, en los próximos años el PIB tenderá hacia unas tasas del 1,5%, vaticina la institución que dirige Pablo Hernández de Cos.

Tal y como ha relatado Arce, el sector servicios en España está menos vinculado a la industria, lo que en parte explica que la economía española se esté comportando mejor que la alemana, donde el frenazo de las manufacturas y el automóvil está teniendo un mayor impacto.

Estas proyecciones se basan en una recuperación gradual del sector exterior conforme se vayan disipando algunos de los riesgos dibujados en los últimos meses, ya sea la incertidumbre comercial o el Brexit. Además, en el terreno doméstico continuará la mejora de las rentas de hogares y empresas, favorecidas por la creación de puestos de trabajo, la reducción realizada de la deuda y las condiciones de financiación. Todo ello permitirá que el desempleo vaya disminuyendo. Si bien a unos ritmos menores que en los últimos años, en parte porque se crece menos, en parte por una ralentización del empleo más acusada que la de la economía, y en parte porque ya se detecta un incremento de la población activa debido a la llegada de inmigrantes. Este año la tasa de desempleo acabará en el 14,3%, y el que viene en el 13,6%.

Al descansar más en subidas de salarios que en la generación de puestos de trabajo, esa composición distinta sería menos propicia para que el consumo avance igual que en los pasados años, ya que la propensión a aumentar el gasto es mucho más reducida cuando se sube un salario que cuando se crea un empleo, indica el organismo supervisor.

Pese a todos los estímulos monetarios emprendidos, la inflación solo despega muy levemente desde el 0,8% de subida prevista para este año. En 2022 todavía estará en el 1,6%, sin alcanzar el objetivo del BCE de inferior pero próximo al 2%. Y ello a pesar de que se prevé un cierto dinamismo de los costes laborales.

El empleo se frena más que la economía

El Banco de España no quiere opinar sobre las negociaciones políticas para una nueva subida del salario mínimo hasta que no vea una propuesta concreta. «No estamos en contra del salario mínimo y no estamos en contra de que se actualice, pero somos firmes defensores de que se haga una evaluación de su impacto, sobre todo cuando hay subidas fuertes como en 2019», ha dicho Óscar Arce, director de Economía del organismo.

Arce ha explicado que el empleo se ha desacelerado más que la economía. Y que el mercado laboral se ha ralentizado más en las comunidades y sectores donde está más extendido el salario mínimo. «¿Quiere decir esto que esa es la única explicación? No podemos decirlo, porque también puede obedecer a otros muchos factores, como que estén más afectados por la desaceleración de la industria. Hasta que no tengamos los datos personalizados no podremos saberlo. Y eso será en otoño del año que viene», ha afirmado el alto cargo del Banco de España. En los últimos datos de PIB la economía crecía un 0,4% trimestral frente al escaso 0,1% que repuntaba el empleo.