Álvarez de Toledo, sobre las críticas por pedir perdón a los catalanes: «Llegaron, pero ya se han ido»

De nuevo cabeza de lista del PP por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo defiende la necesidad de fortalecer el constitucionalismo en Cataluña, algo que únicamente pasa, insiste, por concentrar el voto en su partido para así echar a Pedro Sánchez. «Nunca el voto útil fue más patriótico», sostiene. Después de que el día anterior pidiese en nombre del PP perdón a los catalanes constitucionalistas por haberles dejado durante años a su suerte, la candidata repasa para ABC el momento político en España, y particularmente en Cataluña.

Defiende que el «procés» vive su etapa final.

Así es. El catalanismo político se ha suicidado. Pretendía forjar una nación catalana y ha roto una comunidad democrática en dos mitades. Ahora estamos ante un posible punto de inflexión, y debemos aprovechar este rearme moral del constitucionalismo que vemos en los jóvenes universitarios, en los profesores, en la sociedad civil y el periodismo, para convertirlo en una política de gobierno y de estado.

¿Se llega a tiempo? Lo que nos rodea no conduce a mucha esperanza.

Por supuesto que estamos a tiempo. Es verdad que los estertores del proceso son desagradables, por que se ha hecho explícita la violencia, una violencia que es endémica a los movimientos nacionalistas separatistas, y que se ha manifestado de distintas maneras. De manera explícita en los años setenta, y de manera sorda y soterrada en los años de Pujol, cuando se levantó una democracia intimidada, cuando se quiso convertir a compatriotas en extranjeros… Ahora la violencia vuelve a aflorar de manera explícita. Son los estertores de un procés fracasado.

El «procés» puede haber fracasado, pero ¿qué respuesta se da a eso?

Hay dos posibilidades: hacer la misma política que nos ha traído hasta aquí, condescendencia, connivencia con el nacionalismo, lo que beatíficamente llaman diálogo, pero que en realidad es una política de cesión y entrega, o hacer la única política que no se ha ensayado jamás en Cataluña. Una política constitucionalista, de manera profunda y perseverante. No como una mera cuestión de reacción, o de emergencia, como en otoño de 2017. Hay que lograr la deslegitimación definitiva del nacionalismo, el reconocimiento de que la sociedad está partida en dos, y dar presencia, poder, prestigio y presupuesto a esa mitad de catalanes cuyos valores son los únicos que hacen posible la convivencia de personas que piensan distinto.

¿Cómo se articula políticamente?

La única forma es tener un gobierno comprometido con este plan. Por eso es tan importante que el PP gane las elecciones del domingo. Esa es la condición necesaria. Todo el que quiera acabar con el Gobierno de Sánchez tiene que votar al PP. Nunca el voto útil fue más patriótico.

De la declaración de Barcelona a la postura de Sánchez respecto al independentismo de las últimas semanas se aprecia un cambio. ¿Real?

Para nada. Sánchez pretende seguir con la misma política de apaciguamiento que nos ha traído hasta aquí. Cuando dice diálogo dice cesión, cuando dice federal quiere decir confederal, y cuando dice declaración de Barcelona dice renuncia a la Constitución y entrega del poder judicial al nacionalismo. En la superficie de la política del PSOE están los vaivenes, la táctica dialéctica, pero por debajo está la posición estructural del socialismo con respecto al nacionalismo. Lo explica muy bien Félix Ovejero cuando describe la deriva reaccionaria de la izquierda española en su alianza con los movimientos reaccionarios nacionalistas españoles. Esa alianza pervive, y es una amenaza para la libertad, para la igualdad entre los españoles y para la restauración de cualquier orden democrático en Cataluña.

Ha trascendido la intención del independentismo de boicotear la visita del Rey y alterar las elecciones del 10N en Cataluña. ¿Cree que se van a poder desarrollar en libertad?

Si no se desarrollan en libertad, sería un atentado contra la democracia. Están planteando un órdago al Estado y el Estado debe responder con toda firmeza. Debe garantizar las elecciones. Y debe defender al jefe del Estado y a su heredera en su visita a Cataluña. Están planteando un pulso al Gobierno y vamos a ver cómo lo contesta Sánchez. Tiene que poner todos los medios a su alcance, y un estado como el español los tiene suficientes para garantizarlo. Es preocupante que Sánchez, como en «La Vanguardia» ayer, hable del riesgo de la sobreactuación cuando se refiere a la defensa exacta y precisa del orden democrático en un momento de máxima crisis. Exigimos que lo haga con contundencia, sin cálculos políticos, ni cálculos icetistas. Es su obligación primera y principal, por encima de cualquier otra, garantizar la votación.

El ministro Marlaska alude a un problema estricto de orden público.

Esto es un ataque al orden democrático, no al orden público. Aquí no se trata de actuar como cuando hay disturbios a las puertas de un estadio de fútbol.

Sánchez sigue siendo condescendiente con el independentismo.

Hasta ahora solo he visto cálculo político y electoralismo, pusilanimidad. Sánchez fue presidente gracias al apoyo de uno partidos que apenas unos meses antes habían organizado un golpe de estado. Y él cree y sospecha que les puede seguir necesitando para seguir de presidente. Esa es la clave. Por eso no les combate con toda contundencia que el orden democrático requiere. Antepone el poder a la defensa del orden democrático.

¿Qué condiciones deberían darse para que el PP, en caso de que el PSOE ganase, brindase su apoyo a la investidura?

Primero, tenemos que ganar, y no es por rehuir su pregunta. En todo caso, Sánchez debería dejar de ser Sánchez, y el PSOE hacer una enmienda a la totalidad a su política de alianzas con el separatismo. Y no en un sitio puntual como en la Diputación de Barcelona.

El PSC alega que pactando con ERC y JpC impiden gobiernos estrictamente independentistas.

Siempre buscan excusas para pactar con el nacionalismo. Por qué pactan en Navarra cuando lo podían hacer con el constitucionalismo, o en tantos otros municipios. Ahora no hay excusa ni pretexto: estamos en un momento crucial de la historia de España y es el momento de tomar decisiones valientes, de reconocer errores en las alianzas y empezar una etapa nueva de acuerdo con el constitucionalismo. Y no veo a Sánchez por esa labor.

Qué piensa cuando el socialismo especula con tener a ERC de interlocutor, y se habla de la existencia de dos independentismos: uno gradualista, tipo «light» por llamarlo de alguna manera, representado por Junqueras, y otro más radicalizado, el de Torra y Puigdemont.

Mire, el nacionalismo «light» ahora lo representa Miquel Iceta. No salgo de mi asombro cuando el PSOE alude a ERC como un independentismo moderado, cuando sus líderes dicen eso de «lo volveremos a hacer». No hay nacionalismo moderado. Insisto, estamos en un punto de inflexión, tenemos la posibilidad de convertir el fracaso del «procés» en el fracaso de la política de intimidación del nacionalismo en Cataluña. Tenemos que decirles: ‘pierdan toda esperanza porque no va a haber más concesiones’. No habrá impunidad. Vamos a emprender la democratización en Cataluña. Eso no lo dice Sánchez, sino el PP a través de la autocrítica, reconociendo los errores cometidos.

Precisamente, sus declaraciones en el acto del sábado en Barcelona con las que pididó perdón en nombre del PP han generado algunas críticas. ¿Le han llegado?

Sí, llegaron. Pero ya se han ido.

Los pactos lo condicionan todo.

Sí, y por eso el discurso de Sánchez es este: aquí no hay un problema de orden constitucional, solo de orden público, dejo abierta la puerta a pactos, hay independentistas con los que se puede pactar… Estamos ante una nueva y peligrosa operación diálogo. Su estrategia, dicen, es aislar a Torra, que es un caso extremo, para poder pactar con los independentistas moderados, los homologables. Lo dicen por que piensan probablemente en un tripartito en Cataluña y en los acuerdos en Madrid a partir del día 10.

Desde el PP se acusa al PSOE de dar aire a VOX.

Respecto a Vox, lamento profundamente su desistimiento constituicional. Dicen que la Constitución ha fracasado porque hay un movimiento separatista que quiere romper. Es lo contrario, con los instrumentos que nos da la Constitución podemos derrotar al nacionalismo y proseguir con la etapa más fertil y justa de la historia de España. Por otra parte, Vox alienta ficciones que sabe que no puede cumplir, como cuando dice que va a derogar las autonomías, o levantar un muro infranqueable en Ceuta y Melilla. Vox parece más interesado en acabar con el PP que con Sánchez. Vox es nacionalista antes que patriota, y todos los nacionalistas de una u otra forma le convienen a Sánchez.

La campaña electoral arrancó con la exhumación de Franco.

A Sánchez se le dan muy bien las exhumaciones, sí. Se exhumó a sí mismo políticamente, resucitó después de muerto, y ahora nos da la gran oportunidad de enterrarlo de manera definitiva. Solamente Sánchez quería elecciones y al final habrá que darle las gracias por darnos la oportunidad de enterrarlo políticamente.