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Los escenarios de batalla que catapultan al PP hacia los 100 diputados el 10-N

GRAF8102. SANTOÑA, 10/10/2019.- El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, visita este jueves el puerto de la localidad cántabra de Santoña. EFE/ Pedro Puente Hoyos

De la debacle a la euforia. El paréntesis entre el 28-A y el 10-N está siendo un camino de rosas para el Partido Popular, con Pablo Casado aprovechando las crisis de sus rivales en el bloque del centro-derecha para pisar sobre ellos sin tocar suelo desnudo ni meterse en charcos. Las encuestas impulsan la estrategia de la moderación y ubican al PP ya por encima de los 100 diputados, con Vox contenido y Ciudadanos hundido como quinta fuerza.

Lejos quedan los raquíticos 66 diputados que confinaron al Partido Popular a una esquina del Hemiciclo, acorralado por los 57 escaños de un Albert Rivera lanzado a por el liderazgo de la oposición, objetivo ahora ya lejano y borroso en el recuerdo. Los sondeos pronostican una subida de por lo menos 30 representantes para Pablo Casado, que consigue gracias a la práctica desaparición de Ciudadanos en muchas zonas de España y a un cierto efecto de desmovilización en feudos clásicos del Partido Socialista.

Por pura aritmética, el margen de la recuperación para el Partido Popular es mayor en las circunscripciones que más escaños reparten. En Madrid, por ejemplo, el PP consiguió sólo siete diputados, lejísimos de los 15 que logró en 2016. Encuestas recientes como la publicada por el portal Electomanía este miércoles conceden a los populares diez escaños en la capital, con margen para crecer todavía más a costa de Ciudadanos y, especialmente, de Vox.

Madrid será escenario de todas las batallas el próximo 10 de noviembre. Un PP por encima de 10 diputados en la región impulsaría un resultado poderoso a nivel nacional. Será la piedra de toque para el futuro de Rivera y para la lucha fratricida de la izquierda: por primera vez, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón se enfrentarán en las urnas sin personas interpuestas, como líderes indiscutidos e indiscutibles de Podemos y de Más País.

Por la misma razón poblacional, el PP tiene un obvio margen de crecimiento en Cataluña, donde el 28 de abril sólo retuvo uno de los seis escaños que logró en 2016. El de Cayetana Álvarez de Toledo. El 10 de noviembre aspira a reeditarlo y añadir el de María Llanos de Luna, número dos de los populares en Barcelona. El mordisco a Ciudadanos podría hacer que el PP luchase por recuperar representación en Tarragona y Lérida, aunque Gerona seguirá siendo terreno vedado.

Algo similar ocurre en el País Vasco, donde el PP quedó fuera del Congreso en la última cita electoral, barrido por EH Bildu en la pugna por el último escaño de Álava. Fue una de las derrotas más dolorosas de la noche para el partido, por lo simbólico y por lo estructural: obligó a recolocar a Javier Maroto en el Senado como representante por Segovia. Ahora las encuestas prevén que el PP recupere ese asiento, con Mari Mar Blanco a la cabeza. Y aspira a otro en Vizcaya, donde encabeza la lista Beatriz Fanful, muy cercana a Casado.

No solo en las ciudades

En otras regiones como la Comunidad Valenciana, pese a la relativa fortaleza de Vox, el PP también recuperaría, a día de hoy, tres de los seis escaños que perdió el 28-A respecto a las anteriores elecciones generales.

Las metrópolis impulsan al Partido Popular, pero no solamente. Aunque hay territorios en los que no tiene demasiado espacio para crecer -Galicia, principalmente-, el PP también consolida su particular remontada con una mejora general en Andalucía, tradicional feudo socialista en el que el partido aspira a capitalizar una hipotética desmovilización de la izquierda, como ya sucediera en las autonómicas andaluzas del pasado 2 de diciembre.

En aquellos comicios, una de las claves del éxito de Vox se relacionó con el calado de su mensaje en el mundo rural, por su apuesta frontal y decidida por la caza y los toros. Ese mensaje trató de replicarse en las generales del 28-A, aunque Vox no logró penetrar en todo el territorio y convertir sus votos de la ‘España vacía’ en escaños.

Ante ese escenario, que no pasó desapercibido para el electorado, el PP aspira a recuperar su alma dual y cimentar su dominio en provincias clásicas del interior, especialmente las de Castilla y León, en las que obtendría un importante bonus electoral si consigue ser la fuerza más votada el próximo 10 de noviembre. Encuestas recientes le conceden sus ya clásicos dos escaños en Zamora, Burgos, Palencia o Ávila. Otras provincias, como Teruel, están en el aire por la posible fuerza de coaliciones locales.