Un cambio importante en el Gobierno marroquí

La reorganización del miércoles 9 de abril del Gobierno marroquí no es un simple reajuste. El rey Mohammed VI en su discurso del trono había establecido los esquemas y habilidades que debían marcar este cambio, así como la necesidad de reducir el número de miembros y de carteras. Ahora, es un Ejecutivo de 23 ministros. El objetivo de la eficiencia ha sido el motor de este cambio, pero sería un error reducir este evento a este único factor.

Una vez más, el Rey se anticipa, como lo hizo en 2011. El ambiente regional está hirviendo. En Túnez existe una incertidumbre absoluta. Aunque no ganaron con mayoría absoluta las elecciones presidenciales, los islamistas están en una posición fuerte para formar un gobierno, que solo puede ser inestable. En Argelia, nadie puede predecir el resultado del enfrentamiento entre el ejército y la calle, influenciado por las corrientes islamistas. En este país traumatizado por la década negra y sus cientos de miles de muertes, evitar la violencia es un leit-motiv, pero es necesario encontrar soluciones políticas que calmen la situación.

Es en este contexto en el que está teniendo lugar el giro marroquí. El actual jefe de gobierno ha sucedido a su “hermano islamista” Benkirane. En el nuevo gobierno, el PJD tiene solo seis carteras contra 8 de otros tres partidos y 9 de tecnócratas. Son estos últimos quienes monopolizan las posiciones consideradas como las más importantes. No es solo una cuestión de número, sino un cambio político real que hace que las cosas vuelvan a su equilibrio. El PJD es ciertamente el primer partido, pero representa solo el 18% de los votos. Sus ambiciones hegemónicas no tienen cabida ahora. Es un mensaje absolutamente claro.

Que el Gobierno desempeñe sus funciones con la mayor eficacia es un deseo obvio. La tasa de crecimiento está muy por debajo de las expectativas y la sequía no conduce al optimismo. Los sectores de educación, salud y justicia están a la espera de reformas reales que han estado en proceso durante años. El Gobierno anterior perjudicó al país con su lentitud, se perdió en los meandros de la burocracia. Y lo pagó en las urnas. Se supone que este ejecutivo más deberá actuar con mayor celebridad.

Los perfiles elegidos tienen habilidades reales en su campo. Pero el cambio más importante será a nivel de comunicación. Este gobierno tiene solo dos años para tener éxito con una pesada carga: restaurar la confianza de la población.

Debido a que desde 2012 los resultados no son muy favorables, los islamistas ya no cuentan con el apoyo de la mayoría de los marroquíes. Pero las otras partes no se benefician, lo que aumenta los temores a una tasa récord de abstención. Este gobierno tiene otra misión para volver a conectar a los ciudadanos con la población y su adhesión a las instituciones representativas.

Los partidos políticos ahora saben que deben abrirse a los ciudadanos, ofrecer programas reales y no consignas. El desafío de preparar las elecciones de 2021 en las mejores condiciones es esencial para toda la clase política.