Un derbi sin riesgos

Miedo vecinal en el Metropolitano. Un derbi con aversión al riesgo en el que ninguno de los dos quiso irse al ataque decididamente. Las sensaciones son algo mejores para el Madrid, sin embargo, pues tuvo más iniciativa y control y confirmó su nueva solidez defensiva.

Ya en el inicio, Zidane renunció al último pase de James para sacar a Valverde. Era el Zidane más italiano y el mediocampo más «pesado» que podía sacar. Tomó el control con eso y con posesión. El Atlético, con su 4-4-2, era más impetuoso de salida, el que invocaba con más ardor a la diosa Intensidad.

Pero el Madrid se rehacía con toques de Kroos, origen del juego. La tenía con una prudencia enorme, como si estuviera manejando una mercancia fragilísima. Y el Atlético se cerraba, se prensaba, como si todo el equipo temiera ser regateado por Hazard. Había algo de genialidad cholista en ello. ¿Qué es lo más peligroso del Madrid? Su regate. Pues evitaremos que pueda hacerlo matando todo espacio. No entrando (colectivamente) a un solo amago.

Su respuesta era buscar con velocidad a los laterales, sobre todo a Trippier. Pero esto el Madrid lo neutralizó rápido, de modo que, pasado un rato, uno y otro se habían saboteado las formas de juego y sólo quedaba prolongar el duelo.

El Madrid circulaba por el eje Kroos, Benzema, Hazard. Los dos últimos se buscaban constantemente, como dos delfines dialogando en una frecuencia propia, inaudible para los demás, que no les terminaban de seguir.

Mientras Joao Félix desaparecía en la Amazonia táctica del Cholo, Hazard intervenía en cada jugada, pero ¿ha de intervenir tanto y tan lejos un jugador como él? Tomaba la iniciativa como en Sevilla. Allí fue robar y correr, aquí llevar la pelota al lugar en que tendría que recibirla, construir la jugada, fabricar la diagonal corporativa con Benzema.

El toque del Madrid era juicioso, pero no tan rápido como desarbolar al Atlético, que afrontaba uno de esos momentos en que su disposición táctica toma la forma de la abnegación y la renuncia. Se clavó a la defensa y dijo no a los placeres del mundo. Decidió quedarse, esperar, y seguir con el plan aunque pasaran minutos sin verse a Joao Félix. Además de en la fe, esa obstinación estaba cimentada en la defensa y, más que en nadie, en Thomas.

Los dos equipos tenían más miedo que ambición. Incluso más miedo que once viejas. El Madrid se fue haciendo previsible por la izquierda, y Bale intentó rupturas personales. Carvajal evacuaba un centro, obtenían saques de esquina de pura posesión y Kroos probaba de lejos contra Oblak, que es casi chutar por trámite. Lo más peligroso fue un pase de Valverde para la contra de Hazard, que juega como un cantaor sentado en una silla baja.

El Atlético no llegaba, pero a la media hora, aprovechando un cierto bajón en el Madrid, volvió con un peligro mayor: un pase de Thomas que no encontró rematador y otro de Trippier que detuvo Courtois. Era el abc ofensivo del Atleti: Thomas, Trippier y centro, algo que casi sale en el 45. Los planes de Simeone se aplican como los Quinquenales y dejan a todo el mundo un poco exhausto.

Al descanso, los dos equipos ya parecían contentos con el empate. La segunda fue similar. Fútbol como de final primero y luego de armisticio. Para el Atlético todo era más o menos normal, pero el Madrid se adentraba en una zona desconocida de sí mismo: tres partidos sin recibir un tiro a puerta.

El partido, que ya era casi malo, cambiaría solo con espacios o con cambios. Simeone gesticulaba en la banda como si retransmitiese el partido para hinchas sordomudos y daba entrada a Correa y Lemar. Necesitaba aciertos, optimismo arriba, algo más que Trippier. Pero los crecientes errores de sus jugadores parecían también una consecuencia de sus ataduras tácticas y de su dominación psíquica constante. Es muy bueno, pero muy cansino.

El Madrid estaba cada vez más tranquilo y más arriba y Zidane sacaba a Modric para traducirlo por fin en otra cosa. Simeone reaccionó con absoluta fidelidad a sí mismo cambiando a Joao Félix por Llorente, otro pivote. Se oyó algún silbido y era verdad que Simeone ya se había retratado, pero ¿y Zidane? ¿Se quedaría en eso?

El Real Madrid iba estrangulando muy lentamente al Atlético, pero no estaba claro que antes del 90 rematara la asfixia. ¡Era como un asesino cachazudo! Oblak, eso sí, le tuvo que parar un gran remate a Benzema. Fue lo máximo, lo único. Ofensivamente, el Atlético siguió siendo el dúo Thomas-Trippier, algo que ya estaba demostrado no era suficiente. Y el Madrid se sentía demasiado bien en su nueva condición de equipo solidario al que no le chutan como para arriesgar con argumentos épicos. Dejaba el Metropolitano como líder y casi como nuevo.

Ficha de partido

Estadio: Wanda MetropolitanoAtlético

  • 13Oblak
  • 12Renan Augusto Lodi dos Santos
  • 23Kieran Trippier
  • 15Savic
  • 2Giménez
  • 5Thomas
  • 8Saúl
  • 6Koke
  • 20Vitolo
  • 19Diego Costa
  • 7João Félix Sequeira

Real Madrid

  • 13Courtois
  • 6Nacho
  • 5Varane
  • 4Sergio Ramos
  • 2Carvajal
  • 15Federico Valverde
  • 14Casemiro
  • 8Kroos
  • 9Benzema
  • 11Bale
  • 7Hazard
  • Banquillo
  • 10Correa
  • 1Adán
  • 4Santiago Arias
  • 11Thomas Lemar
  • 14M. Llorente
  • 18Felipe Monteiro
  • 16Héctor Herrera
  • Banquillo
  • 16James
  • 25Vinicius Júnior
  • 10Modric
  • 3Éder Gabriel Militão
  • 1Alphonse Areola
  • 18Luka Jovic
  • 17Lucas Vázquez
  • Goles
  • Goles

Árbitro: José Luis González González