La incertidumbre del Brexit impulsa un 10% el registro de británicos en España

España es el destino predilecto de los británicos que deciden emigrar. La comunidad británica afincada en el país —principalmente en Andalucía y la Comunidad Valenciana— no ha dejado de crecer desde que existen registros. Al sol y al estilo de vida que siempre han motivado esta tendencia se suma ahora un nuevo incentivo para formalizar la situación en España: la incertidumbre respecto al Brexit. El número de británicos que residen oficialmente en España ha aumentado un 10% desde diciembre del año pasado, un incremento récord.

La subida en los registros de extranjería ha elevado a 365.967 el número de ciudadanos procedentes del Reino Unido. Los altibajos del divorcio británico están impulsando a muchos británicos a acudir a un registro público que no habrían pisado de no ser por la —en principio— inminencia del divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea el próximo 31 de octubre. Los datos, ofrecidos por el Ministerio del Interior a preguntas de EL PAÍS, revelan una especial celeridad en lo que va de año (el registro abarca hasta el 31 de agosto). Es muy probable que el ritmo aumente a final del ejercicio, en el periodo inmediatamente anterior y posterior a la fecha de salida y, por tanto, que esa subida del 10% registrada en ocho meses resulte más abultada.

Las campañas que han realizado las embajadas británicas en el exterior —con especial énfasis en España— han orientado esa evolución. Aunque las cifras analizadas no distinguen si se trata de nuevas llegadas o de ciudadanos que ya residían en el país, pero sin constancia oficial, las fuentes consultadas concluyen que al menos una buena parte de los nuevos registros responde al segundo supuesto. “Estamos avisando a los británicos que lleven más de tres meses en España de que, si quieren seguir aquí, legalicen su situación. Y por los datos vemos que se lo están tomando en serio”, explica Sarah-Jane Morris, una de los tres cónsules británicos que existen en España.

Permiso de residencia

Junto a los más disciplinados conviven, de manera flotante, otros británicos que solo pasan una parte del año en España. También algunos que, aunque residen de manera permanente, no han llegado a formalizar su situación porque el paraguas que proporciona la pertenencia a la Unión Europea ya garantiza suficientes derechos. “A lo mejor algunos no se lo habían planteado, pero con el Brexit es importante contar con el permiso de residencia”, abunda Morris, cónsul en Madrid con responsabilidad sobre el centro, el norte y el sureste del país.

Un acuerdo bilateral para el futuro

Las prestaciones que obtengan los residentes británicos en España, una vez que su país de origen esté fuera de la Unión Europea, dependerán de un acuerdo bilateral que los Gobiernos español y británico ya han suscrito y que tienen todo el interés en mantener en cualquier escenario, incluso con un Brexit abrupto. España incluso previó un plan de contingencia para expedir permisos a residentes si quedan en un limbo. El primer paso para posibilitar el acuerdo es acreditarse ante los organismos públicos. La Embajada británica ha participado en más de 200 encuentros (100 en los últimos 12 meses) con los expatriados desde el referéndum del Brexit para reforzar esa idea.

La voluntad de legalizarse ahora en España supera incluso la que se observó en los meses posteriores al referéndum británico. En 2016, el año en que un 52% de los votantes decidieron apartar al Reino Unido de la Unión Europea, el crecimiento en los registros fue del 4,6%, según datos del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, que agrupa los registros de extranjería.

La radiografía que ofrecen estos datos apunta a un colectivo muy concentrado en la costa española (principalmente en Alicante y en Málaga) y bastante envejecido. Más de un tercio supera los 65 años y otro 60% está en la amplia franja entre 16 y 64 años. Conservar la sanidad, la educación y el permiso de trabajo en condiciones similares a las actuales resulta fundamental para permanecer en España. “El perfil del británico en la costa es más bien el de un jubilado; en ciudades como Madrid y Barcelona suele ser diferente, en general personas que trabajan”, detalla la cónsul británica.