Emmanuel Macron estrecha con Pedro Sánchez su alianza para relanzar la «Europa social»

Emmanuel Macron respira. Hay tregua en el frente interno. La tormenta en la calle amaina, las elecciones europeas han consolidado el poder de los liberales y Notre Dame ha vuelto a abrir sus chamuscadas puertas este fin de semana para celebrar una misa con casco. Vuelve a ser la hora de Europa.

El presidente francés quiere relanzar su ambiciosa agenda de reformas para la que está tejiendo una red de alianzas que tiene en España uno de los nudos más sólidos. «Pedro Sánchez ha mostrado un fuerte compromiso proeuropeo en su programa, ha obtenido un buen resultado en las elecciones y está muy en línea con Macron en las grandes prioridades», confirman fuentes del Elíseo. Esas líneas maestras se centran en la «soberanía y la eficacia europeas»: lucha contra el cambio climático, refuerzo de la «economía social de mercado» que no limite la convergencia al mercado único, reforma de los Tratados de Schengen y Dublín -«que no funcionan», según París- y empujón definitivo a la Europa de la Defensa.

«La ambición francesa es que Europa aporte de nuevo resultados a los ciudadanos», advierte la ministra de Asuntos Europeos, Amélie de Montchalin, en un encuentro en París con periodistas españoles. «Creemos que la mejor manera de luchar contra los populismos y la eurofobia es demostrar que Europa sirve para la vida cotidiana», explica, recién llegada de una gira por capitales europeas «un poco fuera del marco tradicional de alianzas». Es decir del eje franco-alemán que ha marcado el paso en la UE desde su creación. Ahora con la mira puesta en la renovación de cargos en Bruselas, y sobre todo, en el nuevo jefe de la Comisión, para quien Francia exige «ambición y experiencia»: «Es crucial que cuente con una mayoría de diputados dispuestos a trabajar con él o ella». No es cuestión de banderas, insiste, «sino de proyectos y visión».

Tampoco es cuestión de familias políticas, continúa Montchalin, dado que «las elecciones europeas han demostrado que el paisaje político está patas arriba, y hablar de que siempre son las mismas familias y los mismos países los que deciden en Europa no está en sintonía con el mensaje que han enviado los ciudadanos en las urnas». Renacimiento Europeo, el grupo liberal rebautizado por Macron, «tendrá más de 100 diputados en la Eurocámara, los Verdes jugarán en ella un papel crucial, y luego están los socialdemócratas y populares; esos cuatro grupos proeuropeos marcarán las prioridades».

El popular alemán Manfred Weber «no convence por la falta de experiencia», advierten las mencionadas fuentes del Elíseo, que quieren ver en marcha el nuevo Gobierno europeo para julio: «Que Europa no se decida rápido no es bueno, que se envenene en querellas es peor». Aunque reconocen que la madre de todas esas querellas, el Brexit, ha tenido algo bueno: «Ha fortalecido el sentimiento de pertenencia a la UE. El Brexit fue un sobresalto para Europa, pero hemos entendido que el proyecto estaba en peligro y lo hemos reforzado». Ahora, dicen, «hay que transformar esa energía en capacidad de avance y utilizar ese sentimiento de unidad para lanzar proyectos». Y ahí Macron se desespera: «Lo ve todo muy lento. Cree que Europa no puede actuar sólo a la defensiva y esperar, por ejemplo, a la próxima crisis del euro para reforzar los mecanismos de estabilidad».

Para impulsar una cooperación en ese sentido, París mira a España y a Portugal. «Podemos hablar de que ahora existe en el Consejo Europeo una alianza franco-ibérica, con António Costa y Pedro Sánchez trabajando codo a codo con Macron», dice Montchalin, que matiza que no se trata de «un frente», pero sí de un partenariado con el que hay muchos puntos en común en términos de «presupuesto europeo, reforma de la Eurozona, Política Agrícola Común, comercio internacional, Defensa…», desgrana la ministra.

El consenso es avanzar en la «Europa social», un concepto que comparten los jefes de Estado francés y español. «Se trata de una idea lanzada por Jacques Delors, la construcción de una Europa que no sea la guerra de todos contra todos». Eso quiere decir, por ejemplo, «que a igual trabajo debe corresponder igual salario, y a igual salario, la misma carga social». Se trata de la «conciencia de que hay desafíos comunes, pacto sociales que proteger». «Un ciudadano europeo que trabaje a tiempo completo, por ejemplo, no puede cobrar un sueldo por debajo el umbral de la pobreza, es decir la mitad del salario medio». Otro reto es «que el paro se pague en el país que se ha beneficiado del trabajo».

Sobre Schengen, París habla de «imperativo de reforma». «Se aprobó hace 33 años apoyado en dos patas: menos controles interiores y más control de la frontera exterior. Desde entonces nos hemos ocupado mucho de lo primero y muy poco de lo segundo. Eso sólo marcha si hay presión migratoria exterior débil».

El noviazgo entre Sánchez y Macron no es perfecto, como ninguno. «Hay temas en los que no estamos de acuerdo», confiesan fuentes de Exteriores. «Sobre la ampliación, por ejemplo. España está a favor de integrar a los Balcanes, y en Francia vamos más despacio».