La princesa Europa resiste en su fortaleza

Más allá del Muro de los Pirineos se extiende un continente al que pertenecemos, al que viajamos, al que cada vez más jóvenes trasladan su residencia, sus estudios. Hablamos de Europa, hablamos de la Unión Europea, donde el domingo se celebraron elecciones (las más importantes de su corta historia) cuyos resultados afectan a nuestro día a día y al devenir de generaciones futuras.

El fruto de las urnas en los 28 países que conforman la UE (hasta que Reino Unido se vuelva a convertir en una isla) es un Parlamento Europeo fragmentado, no en el sentido negativo de la palabra, sino en el positivo. Y es que gracias a esa división y disparidad del voto se ha logrado frenar lo que parecía un imparable tsunami eurófobo, populista y ultraderechista.

Un amplio abanico de votantes europeos favorables a la existencia y permanencia de la UE fiel a sus valores fundacionales ha depositado una papeleta que ha servido como arma o instrumento para frenar el auge de tres formaciones en la Eurocámara que amenazaban el equilibrio de la Unión, basado en una política de armonía sin uniformidad. Pero lo sorprendente de este arma papeleta es que no se ha utilizado para beneficio de los dos grandes partidos que reinaban en el Parlamento como una ‘gran coalición’ (populares y socialdemócratas), sino a favor de verdes y liberales.

Se ha abierto una tercera vía ante el surgimiento de nuevas preocupaciones (un gran ejemplo es el medioambiente) y las bancadas que agrupan a verdes y liberales se han mostrado a los ojos de muchos ciudadanos como un repositorio donde volcar estas inquietudes, confiando en que estas formaciones lucharán para hallar soluciones.

Atrás quedó la época dorada de los llamados partidos centristas. Los votantes han desdibujado la clásica Eurocámara para dar más voz a los partidos pequeños, que han crecido, mientras los grandes han empequeñecido. Y, entre todo este nuevo reparto de fuerzas, las amenazas ultras con rostros de Salvini o Le Pen se han contenido.

Cuenta el ensayista holandés Rob Riemen en Para combatir esta era. Consideraciones urgentes sobre fascismo y humanismoque «el espíritu europeo se ha ido de esta Europa. Era inevitable. Con nostalgia, la princesa Europa recuerda cómo en 1946, en Ginebra, se reunió un grupo de intelectuales para discutir el significado, la necesidad de l’esprit Européen para la reconstrucción de un mundo en ruinas». Riemen advierte del regreso del fascismo bajo el término populismo y hace un canto a no perder los pilares de la gran sociedad europea democrática: verdad, justicia, belleza, compasión y sabiduría.

Hasta la misma noche del pasado domingo, se temió que estos valores mencionados comenzaran a evaporarse en el Viejo Continente y que Zeus volviera a arrebatarnos y secuestrar a la princesa Europa. Sin embargo, la esperanza ha vencido a la angustia y, por el momento, la bella princesa fenicia resiste en su fortaleza de Bruselas.