Casado espera una remontada exprés por el voto útil en la derecha

El equipo de campaña de Casado parte de una premisa, contrastada en las encuestas: el centro-derecha tiene más votos que la izquierda, pero la fragmentación le hace quedar por debajo en número de escaños. En este momento, según fuentes populares, el partido de Casado está por debajo de la barrera de los 100 diputados, y el bloque de centro-derecha estaría a una distancia de 10 o 15 escaños de la izquierda y los independentistas.

En el PP confían en que la inercia de esta campaña les acabe favoreciendo, al visualizarse a Casado como «único alternativa posible para frenar a Sánchez». «La competición electoral está en el centro-derecha, y Sánchez está de mero espectador», comentan en el PP. Los populares creen que una vez pasadas las vacaciones de Semana Santa, el votante de centro-derecha que tenga dudas entre Ciudadanos y Vox, acabará votando al PP. En realidad son todo sospechas o anhelos, pero la teoría política les sirve de apoyo para mantener su optimismo. «Si algo hemos hecho bien ha sido hacer ver que solo Casado puede evitar que gobierne Sánchez, y ese mensaje va a ir calando entre los indecisos».

El «único rival»

En todos sus mítines y actos públicos, Casado sitúa en el punto de mira de sus ataques políticos a Pedro Sánchez. «Es mi único rival», asegura. Y obvia a Ciudadanos y Vox, a quienes solo dedica algún que otro dardo sin demasiadas consecuencias. El candidato del PP sabe que para recuperar el voto que se fugó a esos dos partidos no tiene que atacarlos, sino demostrar que es más «anti-Sánchez» que ellos. Esa es la dinámica electoral de la derecha en este momento, en una competición propia dentro de las elecciones generales.

Dentro de esa peculiar competición, exclusiva del centro-derecha y con sus claves particulares, el PP ve más factible recuperar votos que se fugaron a Ciudadanos que volver a atraer a los de Vox, que cuenta con un elector más sólido en este momento por la mayor motivación que tiene detrás.

Para su remontada, el PP ha reducido sus objetivos a las circunscripciones más pequeñas, donde se eligen cuatro o menos diputados, y donde la desproporción es mayor, y por tanto la división del centro-derecha resulta letal. Los populares calculan que si recuperan unos tres puntos del voto estimado de Ciudadanos y Vox, se produciría un vuelco respecto al resultado que están dando las encuestas. Las provincias «pequeñas» son estas: Albacete, Álava, Ávila, Burgos, Cáceres, Cuenca, Guadalajara, Huesca, León, Lérida, Lugo, Orense, Palencia, La Rioja, Salamanca, Segovia, Soria, Teruel, Zamora, más Ceuta y Melilla. En algunas, como Lérida, lo tiene casi imposible, pero el PP cree que un porcentaje pequeño de voto útil en la mayoría de ellas le puede dar la victoria el próximo 28 de abril. «En muchos casos es voto rural, que será decisivo para la suerte de las elecciones», avisan.

En el PP calibran la posibilidad de dar algún golpe de efecto en la recta final, en forma de propuestas o declaración. No se descarta nada, pese a que en el equipo de campaña, sin dar más pistas, reconocen que puede ser «arriesgado». Pero a Casado le gusta el riesgo. De hecho, está pidiendo aforos más amplios para sus actos, pero en Génova le frenan y prefieren evitar a toda costa la imagen de un posible pinchazo, por las malas fechas. Por ahora, la movilización del partido en plena Semana Santa está dando la razón a Casado.

El mitin de Ciudad Real

Fue el mitin de Ciudad Real, el Martes Santo, cuando más de 1.200 personas entusiastas desbordaron el salón que había preparado la organización del PP para el acto de Casado, el que le hizo ver que había más movilización de la que pensaban y se estaban quedando cortos en las previsiones. El equipo de campaña empezó a pedir datos a todas sus sedes territoriales del número de asistentes a todos los actos electorales convocados, para demostrar que su movilización acumulada es mayor que la de Vox, aunque sea más dispersa.

En el PP creen, además, que el culebrón del debate electoral, y el «papelón» que está teniendo Sánchez, puede pasar factura al candidato socialista, que se ha quedado sin una de sus bazas: un debate con Vox, para que se visualizara que en las elecciones había que elegir entre él o las «tres derechas». Sin esa carta que jugar, el PP cree que Sánchez quiere evitar a toda costa un debate «porque es muy flojo debatiendo y sería un riesgo para él».

Casado contaba con un «cara a cara» para marcar un punto de inflexión claro en la campaña. Al no producirse, el líder del PP insistirá en el «miedo» de Sánchez a debatir para no tener que dar explicaciones sobre sus pactos con los independentistas, los indultos a los golpistas, el paro y la crisis que se avecina. «Por eso vamos a insistir en ese cara a cara, porque le debilita».

En los pocos meses que lleva como presidente nacional del PP, Casado está acostumbrando a caminar al borde del precipicio, y hasta ahora le ha salido todo bien, en el congreso del partido o en las elecciones andaluzas. Su optimismo es contagioso en el resto de su equipo, donde siguen sin creerse las encuestas. Esperan una recta final de campaña de infarto, pero están convencidos de que se acabará «optimizando esa mayoría de voto de centro-derecha que hay en España».